Goldman Sachs calcula que la crisis energética le costará a la Unión Europea el 10% de su PIB
Advierte de que topar el gas podría persuadir inversiones
Las facturas de electricidad y gas de un hogar europeo —que no cuenta con tarifas fijas— se han incrementado alrededor de un 150% desde el verano de 2020. Para el conjunto de la Unión Europea (UE) esto se traduce en un coste extra de 1,4 trillones de euros, equivalentes a casi el 10% del PIB de 2021, según cálculos de Goldman Sachs.
En su informe REPowerEU: A €1.4 trillion energy cost inflation problem, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, explica que la UE —incluyendo a Reino Unido— consume unos 3.300 teravatios hora (TWh) de electricidad y unos 5.300 TWh de gas (500.000 millones de metros cúbicos). Sobre la base de las facturas energéticas del verano de 2020, esto supone un coste anual de 900.000 millones de euros.
Sin embargo, desde entonces, los precios del gas y la electricidad han crecido desorbitadamente, un 430% y un 270%, respectivamente. El gas TTF para entrega en abril en el mercado holandés, de referencia en Europa, ronda los 120 euros/MWh, mientras que en España el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista (pool) se situó en marzo en 283,3 euros/MWh, un 543,46% más que un año antes.
Históricamente, el componente energético de las facturas de gas y electricidad ha representado entre el 20% y el 25% del total de lo que pagan los usuarios finales en sus recibos. No obstante, bajo la coyuntura actual, se ha elevado hasta un 70% aproximadamente, según el análisis del banco estadounidense.
Las variaciones solo afectan a la tarifa regulada
Las oscilaciones en el precio diario de la electricidad solo afectan a los consumidores acogidos a la tarifa regulada (PVPC), unos 10 millones en España, mientras que están exentos los que están en el mercado libre, unos 17 millones, ya que cuentan con un precio pactado con su compañía. En este sentido, en España las familias acogidas a la PVPC pagaron el año pasado 229 euros más por su electricidad que en 2020.
Las facturas suelen tener cinco componentes: la energía, es decir, la compra de gas o el coste de generación de electricidad; el coste de transportar el gas y la electricidad a los clientes finales; las actividades de suministro; los cargos del sistema, que suelen incluir las subvenciones a las renovables en e pasado; y los impuestos.
En Europa, los precios de la electricidad en el pool se fijan mediante subastas horarias en las que la central eléctrica más cara (marginal) fija el precio para una hora concreta. Según el informe de Goldman Sachs, en Europa, las centrales de gas son marginales durante aproximadamente el 75% del tiempo, a pesar de que solo representan una cuarta parte de la demanda eléctrica europea.
Como el gas es un coste directo para estas centrales, los precios más altos se trasladan a los consumidores en las subastas, lo que implica un precio de la electricidad en el mercado mayorista más elevado. Para atajar el problema actual, España y Portugal han propuesto a la Comisión Europea (CE) fijar un precio máximo de 30 euros/MWh para el gas que se usa en la generación de electricidad.
Objetivo: bajar el precio de la luz
De recibir el visto bueno de Bruselas, el precio de la electricidad se situaría entre los 90 y 100 euros/MWh. Esta es una de las medidas que mayor impacto tendría para bajar la inflación, en su nivel más alto desde 1985 (9,8%). Pero el tope al gas también tiene ‘truco’: el sector espera que sean los consumidores quienes asuman mediante su factura de la luz la compensación a las eléctricas propietarias de los ciclos combinados.
Fuentes de Transición Ecológica aseguran que aún así seguirá habiendo un ahorro en el recibo y que se ha establecido así ante la negativa de Bruselas de incurrir en déficit de tarifa. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asegurado que el coste de esta medida sería asumido por el propio sistema energético, es decir, que no conllevará ni subvenciones ni ayudas públicas.
En opinión de la sociedad norteamericana, poner un tope al precio del gas es un «ejercicio complejo» y podría presentar «complicaciones legales», ya que todas las importaciones de gas a Europa están firmadas entre empresas privadas, como por ejemplo ENI y Sonatrach.
Por otro lado, señala que ante la escasez mundial de GNL y con una Europa «escasa de gas» tras el boicot a Rusia, limitar el precio como se ha dicho anteriormente podría «disuadir» futuras inversiones privadas en instalaciones de licuefacción. Así, Goldman Sachs aboga por un segundo escenario con mayor apoyo fiscal por parte de la UE.
«La UE podría fijar un tope para la compra de gas y pagar el exceso con el presupuesto público, potencialmente a través de la introducción de eurobonos energéticos. Aunque esta solución afectaría a las finanzas de los Estados miembro, en nuestra opinión sería menos probable que se produjeran trastornos a largo plazo en la contratación», subraya el banco.
Acuerdo histórico con EE UU
Estados Unidos aumentará un 68% las exportaciones de gas natural licuado a la UE, lo que supondrá un suministro adicional de 15.000 millones de metros cúbicos (15 bcm) este año. Esta cantidad sustituirá el suministro de gas natural licuado que actualmente recibe de Rusia.
Europa prevé reducir dos tercios las importaciones de gas de Rusia al año y lograr el objetivo de cortar su dependencia de los combustibles fósiles rusos en 2030. Para alcanzar este objetivo, el Ejecutivo comunitario ha desarrollado el plan bautizado como REPowerEU. Pretende evitar proveedores que produzcan inestabilidad como Gazprom, mayor gasística del mundo y controlada en su mayoría por el Estado ruso.
Golman Sachs opina que las medidas aplicadas por los distintos gobiernos para hacer frente al aumento de precios energéticos han tenido hasta ahora un impacto «casi nulo» sobre las empresas, ya que la mayoría se están sufragando vía presupuesto público y no con impuestos «imprevistos» a las compañías.