La industria química amenaza con irse de Europa: «Aquí ya no hay negocio para seguir»
En España, las medidas anunciadas por el Gobierno dan un respiro a la industria, pero la situación sigue siendo delicada y la producción se ha reducido notablemente
La industria química de Europa ha avisado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de que «para muchas industrias electrointensivas, no hay justificación de negocio para continuar con la producción en Europa, así como tampoco hay certeza de inversiones y futuros desarrollos».
En una carta enviada por el Consejo Europeo de Industrias Químicas (Cefic) junto a otras asociaciones de sectores igualmente afectados, como el de los fertilizantes, el del vidrio o el de la cerámica, piden «una acción inmediata y con impacto» a nivel europeo para solucionar la crisis energética y la situación de este tipo de industrias.
Aunque la carta fue enviada antes de que Von der Leyen pidiera a los países miembros de la Unión Europea un compromiso para tomar medidas contra la crisis energética y de que se celebrara la reunión de los ministros de Energía europeos, la situación sigue siendo delicada para esta industria de carácter estratégico para la economía.
El director general de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), Juan Antonio Labat, considera que «la Comisión Europea no ha estado rápida». «Anclada en principios que no son lógicos», añade, la Comisión Europea ha tardado en proponer medidas que España llevaba proponiendo desde octubre de 2021, lamenta. «Un año después y muy acuciados por Alemania y su situación», se ha hecho, pero «cuando lo propusimos nosotros hubiésemos evitado mucho desgaste de la economía», dice en declaraciones a THE OBJECTIVE.
En las últimas semanas, «un gran número de plantas industriales han cerrado sus puertas o reducido su producción» y se espera que esto aumente en un futuro próximo, alerta el Cefic, que avisa de que «estos cierres masivos incrementarán la dependencia europea de terceros para el abastecimiento de cadenas de suministro estratégicas y aumentará drásticamente las emisiones de carbono».
Esto, explica el consejo, se debe a que «con el gas a un máximo de 334 euros el megavatio/hora hace dos semanas, 15 veces más que antes de la crisis y diez veces más que los precios en Estados Unidos y superior a los de Asia, está claro que la relación con un mercado normal se ha perdido».
Aseguran que las consecuencias de la crisis energética, que ya afecta a los ciudadanos, van a ser «destructivas» para la industria química, un sector que consideran «fundamental» para la economía europea.
La situación de España, algo más estable
Aunque los problemas del sector son comunes en toda Europa, es cierto que hay diferencias entre países en cuanto al riesgo de cierres se refiere. En España, se ha reducido la producción de algunos productos clave, como los fertilizantes, pero no se ha llegado al cierre del que habla Cefic.
«Estamos mejor que Alemania, evidentemente, o que Italia, por ejemplo, pero a nivel de precios en Francia están mejor», dice a este periódico el director general de Feique.
Además, las medidas anunciadas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta semana dan un respiro a esta industria, señala Labat, que califica esta decisión de «importantísima».
En las plantas de cogeneración, explica Labat, «más que paradas lo que estaba era bajando la producción, porque mayoritariamente los que han parado su cogeneración de gas tenían alternativas como calderas más antiguas que han podido arrancar». Para ellas, la medida aprobada por el Gobierno, que supone su inclusión en la excepción ibérica, por lo que estarán cubiertas por el tope al gas, supone un alivio y desde Feique «aplauden» su aplicación «porque es esencial».
Sin embargo, el problema viene cuando el gas es la materia prima, como en las plantas de fertilizantes, o en sectores electrointensivos, donde el precio sigue siendo muy elevado.
Es en el mercado del gas donde las medidas son «más complejas», apunta Labat, que no cree que la propuesta de Bruselas de poner un tope al precio del gas ruso sea tan factible como quieren: «Depende de muchos factores, porque eso se decide entre el que compra el gas, que no son los países, son las comercializadoras, y Rusia, y además hay contratos a largo plazo, aparte del efecto geopolítico que puede tener».
La otra opción, más viable en su opinión pero también compleja, es intervenir el mercado TTF, el de referencia en Europa, y poner un precio máximo que se ajuste de tal manera que asegure un suministro de gas sin poner en riesgo la economía.
«Son medidas más complejas, no se ha afrontado nada parecido en los países, habría que analizar los efectos, pero son medidas importantes», considera el director general de Feique.
La incertidumbre pone en riesgo las cadenas industriales
El problema, dice Labat, es la incertidumbre: «Es tan volátil que si mañana sube el gas como pasó en agosto, la gente no sabe si podrá resistir otro vaivén».
Sin embargo, insiste en que si se ponen en marcha mecanismos de protección por parte de la Unión Europea, la industria puede resistir.
Aunque no prevee cierres de empresas, la sola bajada de la producción puede afectar seriamente a la economía de europea, puesto que la industria química es básica para las cadenas de suministro de muchos otros sectores: «Somos un sector estratégico, porque o potabilizamos el agua, o fabricamos medicamentos, o estamos en la cadena alimentaria, estamos en toda la cadena, se pararía todo».
«Por eso pedimos las ayudas, para no parar ninguna cadena de valor», argumenta Labat, que insiste en que «los problemas van a ser muy comunes en Europa y los mecanismos o ayudas que tome cada país ayudarán a resistir a las industrias, a que siga actuando la economía».