THE OBJECTIVE
LA OTRA CARA DEL DINERO

Los fondos soberanos planean sobre una NBA que se aferra a sus mitos

La enésima gesta de Lebron James coincide con los anuncios de una nueva era de la NBA con Catar y Abu Dabi acechando

Los fondos soberanos planean sobre una NBA que se aferra a sus mitos

El jugador de los Lakers Lebron James en su partido ante los Golden State Warriors de este viernes. | Ringo Chiu / Zuma Press

Lebron James ha vuelto a hacerlo. Con las páginas de gloria que ha escrito en la NBA ya se puede editar un libro bien gordo, pero a sus 38 años se empeña en añadir un epílogo memorable. Su liderazgo espectacular acaba de llevar a unos Lakers que todo el mundo daba por desahuciados a la final de la Conferencia Oeste. Y queda todavía lo mejor: échele un ojo a la completa Guía de los playoffs de Nicolás Pan-Montojo, por ejemplo. La NBA de siempre sigue emocionando. 

Si se perdió la enésima gesta de Lebron, puede revivirla en 10 minutos acudiendo al formato de moda de los aficionados más o menos estresados: resúmenes como este cuidadosamente editados para mostrar solo los aciertos del partido. Todo un símbolo, por cierto, del turbocapitalismo: no tenemos tiempo para ver cómo un suplente de los Warriors falla un triple, pero tampoco queremos perdernos detalle del solomillo.  

Precisamente los medios económicos vienen salpicando la actualidad de la NBA con unas noticias que añaden un contrapunto interesante a los titulares más o menos pindáricos de los deportivos. Una nueva era se avecina. Hasta ahora, los gerifaltes de la liga habían evitado la entrada en el negocio de los grandes especuladores del mercado con rígidas barreras de entrada a la propiedad de las franquicias, pero el valor de estas ha ido creciendo hasta desbordar a los más conservadores. Ya explicamos aquí, a principio de temporada, el momento simbólico en el que varios clubes superaron el Rubicón de los 6.000 millones de dólares de valoración.

Adam Silver, comisionado (algo así como el consejero delegado) de la NBA, quiere dejar su huella. Desde que accediera al cargo en 2014, ha tenido que cargar con la alargada sombra de su predecesor, el mítico David Stern, y parece que ha elegido la expansión financiera como fórmula para crear su propia leyenda. 

Para quienes no terminaran de caer en la pista implícita en su apellido, Silver dio el golpe definitivo al anunciar hace un par de años que su asociación abría la puerta a que los fondos de inversión se hicieran con porcentajes de la propiedad de las franquicias. Conscientes del pánico que podría desatarse, incluyeron una serie de limitaciones… que ya están levantando. 

Sportico levantó la liebre a finales del año pasado al publicar que la NBA había decidido aceptar incluso los fondos soberanos y de pensiones. The Athletic, el influyente suplemento deportivo de The New York Times, reaccionó con un artículo premonitorio: «La NBA permite que los fondos soberanos inviertan en equipos: qué significa y por qué es un riesgo», titulaba Mike Vorkunov, que algo sabe de esto.

Recordaba Vorkunov que «la NBA fue la primera liga de EEUU en permitir que los fondos de capital privado adquirieran participaciones en sus equipos y ahora permitirá que incluso más inversores institucionales asuman inversiones pasivas». Aunque, matiza, la NBA «conserva la capacidad de negar el acceso a cualquier inversor interesado y examinará cualquier fondo antes de decidir si les permite comprar en un equipo». 

¿Se impedirá, por ejemplo, la entrada del fondo soberano de un país que no respete los derechos humanos? De acuerdo que el concepto de derechos humanos es muy amplio y sujeto a interpretaciones, pero se supone que la NBA es una organización especialmente estricta al respecto. Aquí también contamos el caso de Robert Sarver, propietario de los Phoenix Suns, que tuvo que vender después de que la liga lo suspendiera por un año y le endosara una multa de 10 millones de dólares por comentarios machistas y racistas. 

La hipótesis tiene pinta de convertirse en caso muy real. En febrero, Bloomberg soltó la bomba: Catar y Abu Dabi están interesados ​​en comprar equipos de la NBA. La franquicia que más les apetece, además, es la de los New York Knicks. A esta gente, ya se sabe, lo que le va es el premium. Pero, además, todo apunta a que habían ido tomando posiciones: la compañía (todavía) propietaria, Madison Square Garden Sports Corp., tiene como máximo accionista a la firma de inversión Silver Lake Management… con fuertes lazos con Abu Dhabi y co-inversor del Manchester City. Y Catar, claro, no quiere quedarse atrás. 

De momento, a los fondos soberanos solo se les permite una participación de hasta el 20%, pero en este lado del Atlántico, y en versión futbolística, tenemos ejemplos de cómo suele acabar el asunto. 

Vorkunov admite que los fondos soberanos pueden traer cifras suculentas –«algunos están valorados en cientos de miles de millones de dólares»–, pero advierte de los riesgos reputacionales con un ejemplo: «La Premier League se tuvo que enfrentar a una tormenta de críticas cuando un fondo de inversión de Arabia Saudita compró el Newcastle United el año pasado. La liga fue acusada de ayudar a Arabia Saudita a lavar su reputación». 

La fortaleza de una marca se basa en su reputación a largo plazo. Pero el dinero a corto resulta demasiado tentador. 

El héroe absoluto con el que abríamos este reportaje, Lebron James, es el segundo deportista de la célebre lista Forbes de millonarios, con ganancias de 121,2 millones de dólares el año pasado. Le supera Messi, con 130 estratosféricos millones gracias a su vínculo con el muy catarí Paris Saint-Germain, que según todos los rumores dejará a finales de temporada… para irse directamente a jugar a la liga de Arabia Saudí.

Aparte del icono absoluto que supone Lebron James, el creciente negocio de la NBA ha criado una buena hornada de jugadores multimillonarios que quieren ya algo más que el Ferrari y la mansión de turno. La revista Variety, siempre ojo avizor a las nuevas formas de glamur, reveló hace poco que Carmelo Anthony, retirado el año pasado tras una última aventura precisamente en los Lakers, se entretiene ahora creando un fondo de capital privado de 750 millones de dólares con Isos Capital. Para invertir en deportes, dice.

Variety ilustra la noticia con una foto de Carmelo con gafas y jersey negro de cuello alto a lo Steve Jobs. Sí, definitivamente la NBA está mutando. Veremos a qué.

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