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La otra cara del dinero

Rafael Nadal, sociedad ¿ilimitada?

Su caída del top 10 por una peligrosa lesión coincide con la presentación por un gurú del management de un libro que lo idealiza. ¿Demasiada presión?

Rafael Nadal, sociedad ¿ilimitada?

Rafa Nadal en el Open de Australia. | Sydney Low (Europa Press)

Como casi todo el mundo sabe, Rafael Nadal Parera tiene 36 años. En junio cumple los 37. A los 15 (y 330 días) se convirtió en el jugador más joven en ganar un partido en un torneo oficial de la ATP. El 25 de marzo de 2005 entró en el top 10 y no lo ha abandonado… hasta ahora. El pasado mes de enero se lesionó en el Open de Australia y su ausencia en las pistas lo va a descabalgar de esa élite después de 6.538 días.

Conmoción. Esta semana la cadena Movistar lo pilló en el palco del Santiago Bernabéu. Confeso madridista, había ido a ver la semifinal de Copa del Rey contra el Barça y contó los detalles de su recuperación. Noticia mundial. Una charla de tono coloquial adquirió dimensiones colosales. «En Australia me hice una avería grande», dijo. Y peor: «No nos queda más remedio que ser un poquito pacientes». Y la pesadilla: «Es verdad que el calendario va pasando y que ya no tengo 20 años». 

¿Se puede estar acabando Rafa Nadal? No es un asunto baladí. El tipo querrá descansar un poco, suponemos, pero la estatura de su mito no se lo pondrá fácil. La presión social puede ser insoportable. Para más de uno, Nadal es hoy por hoy no ya el más conspicuo embajador de la Marca España, sino la Marca España en sí misma. Aunque tal exacerbación suene más a hipérbole mitómana, la realidad no es tan distinta…

Hace un par de semanas, por ejemplo, se presentó en la Deusto Business School de Madrid el libro Nadalízate, de Juan Carlos Cubeiro, un «experto internacional en liderazgo y transformación» autor de más de 60 libros sobre management, entre ellos La Sensación de Fluidez (1999), el libro preferido por los directivos españoles. Todo un gurú de las altas esferas empresariales. Además, para esta tarea cuenta con la ayuda como autora de Leonor Gallardo Guerrero, catedrática de la Universidad de Castilla-La Mancha. La Academia también se une a la idolatría. 

Cubeiro analiza a uno de los mejores deportistas de la historia porque «se ha convertido en una inspiración para profesionales, no solo del deporte, sino también de otros ámbitos», dice el resumen del libro. Al parecer, «Rafa Nadal no enseña a ganar trofeos, sino a relacionarse de forma constructiva con uno mismo y con los demás, a respetar al rival y a perseguir los objetivos marcados con perseverancia. Pasión, constancia, coherencia, gratitud, esfuerzo, equipo… Un método que permite generar y mantener hábitos para aprovechar al máximo el potencial personal y diseñar el futuro. Nadalízate ayuda a sacar partido a todos los recursos que una persona tiene, y llevarlos a su máximo potencial».

¿El Jesucristo del management?

Además de un deportista excepcional y (según todos los indicios, al menos en su expresión pública, la única que nos debería interesar) una persona ejemplar, Rafael Nadal es un negocio mayúsculo, una fuente de ingresos para él y para todo el que se le aproxima desde diferentes ángulos. 

La portada del libro ‘Nadalízate’.

La lista oficial de millonarios que elabora Forbes lo situaba en 2020 en el puesto 80 de famosos más adinerados y en el 27 de los deportistas mejor pagados, con 14 millones de dólares en premios y bastantes más, 26 millones, en márketing, patrocinio, publicidad y demás. El año siguiente, el manacorí se cayó de ambas listas (de 100 la de famosos, de 50 la de deportistas) y en 2022 tampoco consiguió volver.  

Sus lesiones le restan visibilidad en algunos de los grandes torneos oficiales, a los que ya no puede llegar, pero su nombre sigue teniendo mucho tirón. El pasado noviembre, por ejemplo, se embolsó más de 10 millones de euros gracias a una gira por seis países latinoamericanos… de solo nueve días.

Según la web especializada CNW, incluyendo el año pasado, su patrimonio neto se eleva a los 220 millones de dólares. En junio de 2020, gracias a su enésima victoria en Roland Garros, los ingresos de su carrera, incluidos los patrocinios, superaron oficialmente los 500 millones de dólares. 

Un paper del Master of Science in International Business de la Barcelona School of Management y la ESCI pone la expansión internacional de la academia que lleva su nombre como caso de éxito. Se trata de la piedra angular de su cartera de inversiones, pero esta también dispone de un buen surtido inmobiliario, con preferencia por el sector turístico, como buen mallorquín, pero también en viviendas de lujo en lo más selecto de  Madrid (véase el ejemplo del bloque de General Castaños 3).

El ladrillo no necesita de la fuerza de su nombre, del que sí que tiran otra de sus inversiones estrellas, la cadena de restaurantes Tatel. De hecho, algunos de sus socios no le van a la zaga en potencia de márketing: su amigo Pau Gasol, su ídolo futbolístico Cristiano Ronaldo o Enrique Iglesias (que, suponemos, pasaba por allí). ¿Aguantará el tirón de esos restaurantes la retirada del deporte profesional de un Rafael Nadal ya más cerca de la cuarentena que de la veintena? 

La misma pregunta se puede aplicar al patrocinio. La marca de automóviles Kia lleva con él desde 2004. Entonces apostó fuerte por un chaval con buena pinta y la relación sigue dando pingües beneficios a ambas partes. Pero el contrato de embajador de la marca expira en 2025…

Cuando deje de dar raquetazos en Roland Garros, Rafael Nadal seguirá siendo el mismo, pero… ¿Se acordarán los futuros Juan Carlos Cubeiro y compañía de él? 

¿Hasta qué punto se puede tomar una decisión deportiva sensata acerca de la propia salud con semejante presión? Aunque, por supuesto, todos querríamos estar en esa situación. ¿O no?

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