El campo español perderá 4,6 billones de euros por la sequía de aquí al año 2050
El Producto Interior Bruto del sector agrario y ganadero de España cayó un 8,4% en el segundo trimestre del año
La sequía que está sufriendo España podría costarle 4,6 billones de euros acumulados desde 2020 hasta 2050; lo que equivaldría al 5,8% del PIB per capita. Un deterioro económico del que el sector agrario saldría muy perjudicado, y que ya en el último Avance de la Contabilidad Nacional caía hasta un 8,4% en el segundo trimestre de 2023.
Además de las sucesivas de calor, el campo español se queja de la destrucción por parte del Gobierno de 108 presas, siguiendo las pautas de la Agenda 2030, y también del cierre del grifo al trasvase Tajo-Segura, con el consiguiente destrozo para esa zona.
Pero no solo la agricultura sería uno de los sectores económicos damnificados. De prolongarse esta sequía meteorológica, también se verían afectados, aunque en menor medida, y en este orden, la alimentación, la construcción, los bienes raíces y patrimonio y el comercio.
En una situación parecida, e incluso peor, se encontraría Italia -el mayor productor de arroz de toda Europa-, y a quien la sequía le pasaría una factura de 10 billones de euros hasta 2050, y una pérdida de PIB per cápita de hasta el 8,3%. Unos costes, los de los dos países, España e Italia, que representan el 45% de las hipotéticas pérdidas de 32,7 billones de euros que podría suponer para el conjunto de la UE.
Así lo señala estos días la agencia de calificación crediticia europea, Scope Ratings GmbH, especializada en el análisis de riesgo y calificación de instituciones financieras, corporaciones, finanzas estructuradas, project finance y finanzas públicas, que basándose en la prueba de Estrés Climático Macroeconómico (MCST) de Scope, pronostica que «las futuras sequías en el escenario desordenado de la Network for Greening the Financial System (NGFS) podrían costar unos hipotéticos 32,7 billones de euros entre 2020 y 2050, lo que representa el 3,3% del PIB total del bloque», apunta la agencia de calificación.
Mientras -indica Scope-, el 70% de las pérdidas modelizadas relacionadas con la sequía se producen en las cinco mayores economías de la UE, de manera que, los países del norte de la UE (Alemania, Francia, Países Bajos) son los menos expuestos al riesgo de sequía, pero las hipotéticas pérdidas relacionadas con la sequía en España e Italia (las mayores economías del sur de la UE) representan el 45% de la pérdida total prevista en la UE (15% España y 30% Italia) y el 64% de la pérdida prevista de las cinco grandes economías.
Además, y en plena lucha de Europa contra el cambio climático -añade el estudio de la agencia crediticia-, «estas graves consecuencias podrían suponer retos económicos adicionales y cargas financieras derivadas de los gastos públicos financiados con deuda para hacer frente a los riesgos de sequía, lo que elevaría sus ratios deuda/PIB, aumentando el coste de refinanciación a largo plazo».
*(Cabe señalar que los resultados del MCST -señala la agencia- deben interpretarse teniendo en cuenta que las simulaciones asumen que la adaptación futura a nivel país-sector imita la adaptación histórica, lo que subestimará el potencial de las estrategias de adaptación para limitar los riesgos de sequía)
La agricultura, el sector más expuesto
A nivel sectorial -explica el análisis de Scope- la agricultura es el sector con mayor exposición al riesgo de sequía en la UE, con unas pérdidas acumuladas previstas de 1,8 billones de euros, equivalentes al 9,8% de los ingresos del sector. Productos alimenticios, bebidas y tabaco y comercio al por mayor y al por menor tienen exposiciones del 6,8% y 6,7%, respectivamente. Otros sectores económicos presentan pérdidas relativas relacionadas con la sequía que oscilan entre el 4% y el 7% de la pérdida total prevista en la UE.
Entretanto, en España, los cortes de agua están siendo la tónica generalizada de muchos puntos del país, pero sobre todo de la región andaluza con duchas cerradas en las playas de Cádiz, fuertes restricciones en el suministro en algunos pueblos de la sierra de Huelva, cortes en localidades de la sierra de Baza, en Granada, como las que se dan en Benamaurel y lo que ya empieza a ser dramático, la amenaza de un importante volumen de empleo en el mundo agrario.
Este viernes, la consejera de Empleo, Empresa y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía, Rocío Blanco, advertía del grave efecto que la sequía puede tener en el mercado laboral de Andalucía. «Ahora mismo nos está quitando casi un punto de PIB, pero si no llueve este otoño podemos llegar a bajar hasta siete puntos», y ahonda señalando que «se puede llegar a destruir hasta 145.000 empleos».
La consejera ha comparado esa posible caída del 7% de la economía andaluza lastrada por la sequía con la bajada que sufrió el PIB andaluz a raíz de la pandemia de coronavirus, cuando se registró un -10%.
Los efectos sobre el empleo
Precisamente sobre este aspecto ha hecho hincapié Cepyme, la Confederación de Empresarios de la Pequeña y Mediana Empresa, presidida por Gerardo Cuerva, adviertiendo en un balance recogido por THE OBJECTIVE de la grave situación que atraviesa el sector agrario, algo «que se refleja en los datos de julio, mes en el que este sector registró el nivel más bajo del empleo en los últimos 23 años, retrocediendo a la afiliación registrada del año 2000».
En ese sentido, la Confederación llama a la responsabilidad a la hora de evaluar la situación de las empresas del sector primario, reconociendo que la sequía tiene un impacto fuerte en el sector, pero también admitiendo que no es el único factor que explica la pérdida constante de afiliación de los últimos 24 meses, ya que el incremento de costes que ha sufrido el sector en los últimos años, debido a la crisis inflacionaria y al fuerte incremento del SMI y de las cotizaciones sociales ha elevado a éstos en más del 65% en los últimos ejercicios. «Unas subidas desproporcionadas -señalan- que tienen efectos perversos en el mantenimiento y creación de empleo en algunos sectores como el agrícola».
Efectos a los que el ministro de Agricultura de España, Luis Planas, hizo alusión ya en el mes de marzo, al reconocer que «este año estamos viendo en el caso de España, una disminución superior al 30% desde el comienzo del año hidrológico de las precipitaciones. Y eso tiene consecuencias directas. Tiene consecuencias desde el punto de vista de la alimentación animal de los pastos. Tiene consecuencias también desde el punto de vista de las cosechas de invierno que no han podido completarse. Tiene también consecuencias sobre las cosechas de primavera, que no han podido en algún caso sembrarse, y -concluía- tienen también consecuencias sobre el regadío que tiene un menor rendimiento».