Ocho regiones y 29 provincias cuentan ya con menos de dos afiliados por cada pensionista
Orense, Lugo, León, Palencia, Zamora o Jaén apenas tienen un trabajador para pagar una pensión
La factura de las pensiones continúa creciendo mientras los problemas del sistema de reparto siguen enquistados y hacen complicado el pago de prestaciones. A la espera del desembarco de los boomers y con un gasto en julio para el abono de las nóminas de 388 millones diarios, no hay trabajadores para sustentar la paga de 9,1 millones de pensionistas.
Los datos analizados por THE OBJECTIVE, a partir de las estadísticas que facilita del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, muestran que ya hay 29 provincias que cuentan con menos de dos trabajadores por beneficiario de una pensión. La media nacional se sitúa en 2,17 cotizantes por pensionista. Con ratios por debajo de 2, los expertos consideran que el sistema de reparto resulta difícil de sostener.
La solidaridad entre regiones e intergeneracional, la columna vertebral del sistema de pensiones de reparto, hace que los jubilados que residen en las provincias más envejecidas y/o situadas en la España vacía puedan recibir su pensión a final de mes. Lugo, Orense, Zamora, León o Asturias, entre otras, ya cuentan con apenas un trabajador por pensionista. Otras, como Baleares -3,4-, y Madrid -3-, afrontan el mantenimiento de prestaciones. Estos últimos territorios permiten mantener el frágil equilibrio actual entre cotizantes y beneficiarios. El principio de reparto implica que las cotizaciones de los trabajadores en activo financien las prestaciones existentes en ese momento.
Debilidad del sistema de pensiones
El envejecimiento de la población provocará una drástica caída de los activos laborales en los próximos años y un aumento exponencial de los beneficiarios de una pensión. Entre, las soluciones están el retraso de la edad de jubilación, reactivar el mercado de trabajo y la entrada masiva de inmigración -todo en paralelo-. Desde el 2007, año en el que se alcanzó el máximo de 2,71 afiliados por pensionista, la proporción ha ido disminuyendo. Los datos constatan que nos situaremos en los mínimos de 1996 -2,06 afiliados por pensionista- en el corto plazo.
Las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística muestran que en 2052 el grupo de población de más de 64 años se habrá incrementado en más de siete millones de personas. Mientras, el grupo comprendido entre 16 y 64 años habrá perdido casi 10 millones. El grupo más joven (de 0 a 15 años) se habrá reducido en casi dos millones de individuos.
Situación crítica
Las estadísticas muestra que el problema es especialmente grave en Galicia, Asturias, Extremadura y Castilla y León. Estas regiones tienen en todas las provincias menos de dos afiliados por perceptor de pensión. En esta situación crítica se encuentran también Aragón y Andalucía. Entre las provincias más castigadas por el envejecimiento están Orense y Lugo y varias castellanoleonesas -Palencia, Ávila, León y Soria-.
El caso de Orense es especialmente grave, ya que cuenta con 103.000 cotizantes y 94.000 pensionistas. La provincia gallega anticipa el peor escenario y anticipa el futuro a nivel nacional sino se imponen medidas drásticas. Además, será necesaria una intensa recuperación económica, trabajar durante más años y abrir la puerta a una entrada masiva de inmigrantes.
De los 304.000 orensanos que recogía el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2022, 97.000, casi un tercio, tenían más de 65 años. En la provincia gallega hay 387 personas con más de 100 años y una de la que mayor porcentaje de centenarios hay por cada 100.000 habitantes. La situación de laboral de Orense tampoco es nada esperanzadora, con tasas de actividad muy bajas y tasas de paro por encima de la media nacionales.
España vacía… y minera
Situaciones similares, en cuanto estructura poblacional, se dan en otros territorios de la España vacía, como Soria, Zamora, Salamanca y Lugo. En otras provincias como León y Asturias, el impacto de la minería, con retiros muy anticipados y pensiones cuantiosas, provoca también un efecto negativo en la ratio jubilados-cotizantes y la nómina de las pensiones.
La situación es muy distinta en territorios con un porcentaje elevado de jóvenes y con un alto volumen de trabajadores en el sector de la hostelería y el turismo. Estos finalmente no se jubilan en la comunidad en la que trabajan durante años. También en provincias limítrofes a grandes núcleos urbanos. Es el caso Guadalajara o Toledo.
En cinco provincias costeras -Alicante, Almería, Málaga, Murcia o Gerona- y en Canarias y Baleares el número de cotizantes frente a jubilados es muy elevado. Lo mismo sucede en Albacete, Navarra, Madrid y Barcelona. En el caso de Murcia, la positiva situación se debe a un amplio porcentaje de jovenes, lo mismo que sucede en Madrid, con una amplia oferta de empleo. Además, un buen número de trabajadores proceden de fuera y terminan cobrando sus jubilaciones en sus lugares de origen.
Guadalajara, pese a ser un ejemplo habitual de la España vacía y envejecida, con pueblos que en muchos casos no llegan a 70 habitantes empadronados, el desarrollo económico de determinadas áreas está propiciado por su cercanía a Madrid. Muchas de esas localidades se han convertido en ciudades dormitorio para jóvenes han conseguido frenar el efecto envejecimiento y propiciado que sea una de las provincias más sostenibles.