Los fichajes clave (y silenciosos) de los saudíes: los directivos
Con el aterrizaje en Telefónica, los árabes alimentan la gestión de sus clubes con neuronas como las del CEO del Benfica
Hace ya unos cuantos años, el PSG compró a los mejores jugadores del mundo a base de fichajes astronómicos. Y no ganó la Champions. Probó con algunos de los mejores entrenadores. Y no ganó la Champions. El sábado perdió en casa con el Niza. Mbappé cuenta los días para escapar al Madrid. ¿Qué otra tecla les falta por pulsar a los dueños cataríes del club? Quizá deban aprender de sus vecinos de Arabia Saudí en un asunto muy concreto.
El PSG cuenta con el que posiblemente sea el peor CEO del fútbol mundial, a la vista de sus resultados (en proporción a la inversión) y sus maneras (aquella visita al árbitro en el Bernabéu, aquel empresario secuestrado). Se llama Nasser Al-Khelaifi, y la base de su currículum consiste en jugar al tenis con su amigo el jeque Tamim bin Hamad al-Thani, a la sazón emir de Catar.
Porque juega muy bien al tenis. Tanto, que en 2002 llegó al puesto 995 de la ATP. Además, tiene un título en la Universidad de Catar, donde a lo mejor no es muy difícil aprobar si eres amigo del emir, y un posgrado en Estudios Marítimos de la Universidad del Pireo, en Grecia. Información esta que, por cierto, no aparece en su perfil de la página oficial del PSG. Por lo que sea.
Arabia Saudí se ha zambullido recientemente de lleno en la última moda de las petromonarquías del Golfo Pérsico: compra de lo mejor del deporte europeo para diversificar sus inversiones, lanzar campañas de marketing/blanqueo y, de paso, entretenerse con el producto de ocio top del mercado mundial.
Su apuesta va, sin embargo, más allá. No solo compran clubes en las mejores ligas europeas, que también (véase el caso del Newcastle: de coquetear con el descenso a clasificarse con la Champions). Han organizado una trasfusión de varios (muchos, incluso) de los mejores futbolistas de esas ligas a la suya. Ya lo contó Nacho Peña, con irónico título: «Ya está aquí la Superliga… árabe».
Andábamos por aquí con que si son galgos o podencos y, de repente, zas: Benzema, Cristiano Ronaldo, Neymar… Pero también chavales tan prometedores como Gabri Veiga o tipos en la cima de su carrera como Milinković-Savić. Todavía lo estábamos asimilando cuando saltó la noticia de Telefónica. La cosa se pone seria. Una de nuestras empresas más estratégicas, miembro conspicuo del Íbex 35.
Telefónica no es un club de fútbol. No la puede dirigir un Al-Thani, por ejemplo. Pero aquí los árabes parecen estar hilando más finos. Y el fútbol quizá sea, en este sentido, una especie de laboratorio, como una prueba beta de algo más.
Entre tanto fichaje de galáctico del balón, han pasado desapercibido los rumores sobre el de un tal Domingos Soares de Oliveira. Hace un par de semanas, el diario portugués Récord reveló que el CEO del Benfica está cerrando sus últimas tareas en el club para incorporarse al Al Ittihad, actual campeón de la liga saudí.
«El mismo fondo soberano que se hizo con la mayoría de los cuatro principales aspirantes al título este verano»
Otro medio portugués, Observador, añade que «la recomendación vino directamente del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita, el mismo fondo soberano que se hizo con la mayoría de los cuatro principales aspirantes al título este verano para darle a Al-Ittihad otro ‘músculo’ y capacidad financiera».
También se preguntan en Observador, con certera malicia, «cuál será el papel de Soares de Oliveira en la empresa que gestionará la centralización de los derechos televisivos del fútbol profesional [portugués], tras ser nombrado administrador a finales de 2021». El golpe saudí puede ser doble: incorpora talento directivo a su liga y mete mano en uno de los abrevevaderos (de momento, uno solo mediano) de la principal fuente de ingresos del fútbol europeo: los derechos televisivos.
¿Pretenden los saudíes ir deslizándose desde el fútbol a otras industrias más… hardcore? Por ejemplo… ¿las telecomunicaciones?
Pero profundicemos en el experimento futbolístico. Soares cogió hace 20 años las riendas del Benfica, un histórico que penaba por entonces la supremacía indiscutible del Oporto. Lo deja campeón de Liga. La década pasada hizo lo mismo seis veces. A lo mejor tiene algo que ver. O eso habrán pensado los petrodirigentes árabes.
En el Newcastle, su hasta ahora experimento más ambicioso con un club europeo, los saudíes pusieron el año pasado de CEO a Darren Eales, que no juega al tenis (que sepamos) con ningún emir. En cambio, estudió en las universidades de Brown (pura Ivy League americana) y Cambridge, y desde 2014 dirigió en los despachos al Atlanta United FC que ganó la liga estadounidense en 2018 y estrenó en 2017 el impresionante estadio Mercedes-Benz, decimoquinto del mundo en asistencia de público. Eales ha ganado dos veces el premio al Ejecutivo del Año de la MLS.
Al menos en esto los saudíes han preferido el estilo de los Emiratos Árabes Unidos al catarí. La principal apuesta al respecto de los emiratíes ha sido el Manchester City. Todo el mundo conoce el nombre de su líder en el campo: Pep Guardiola. No tanta gente sabe que su CEO se llama Ferrán Soriano.
Soriano es licenciado por el Esade y tiene un par de MBA, en el RPI de Nueva York y en la Université Catholique de Louvain. Entre 2003 y 2008 ejerció de vicepresidente y director general del FC Barcelona. Justo los años en los que se forjaron los mejores años de la historia del club.
El Manchester City ganó la Champions el año pasado.