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Economía

Caixabank y BBVA desconfían de la llegada de la operadora saudí STC a Telefónica

El reparto de sillones en el consejo de administración será clave en el futuro de la operadora de telecomunicaciones

Caixabank y BBVA desconfían de la llegada de la operadora saudí STC a Telefónica

Mohammed Al‐Faisal, príncipe saudí y presidente de Saudi Telecom. | Alejandra Svriz

La vuelta del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, tras su visita a sus nuevos socios de Saudi Telecom (STC) en Riad, no será tranquila. El primer ejecutivo de la operadora tendrá que reunirse con los hasta ahora máximos accionistas de la compañía, BBVA y Caixabank. Según ha confirmado THE OBJECTIVE, ambos tienen muchas dudas respecto de la operación y la entrada de STC como primer accionista de la operadora de telecomunicaciones.

Más allá del malestar inicial por no haber sido informados de estos movimientos en su condición de accionistas históricos de Telefónica (Pallete y los directivos de la casa también han indicado de que conocieron la operación el mismo martes), en BBVA y Caixabank hay intranquilidad por conocer cuáles son los planes de Saudi Telecom, y desconfían del encaje de esta operación en la gobernanza de la operadora y, en especial, qué supondrá para la hoja de ruta de Pallete y de su equipo.

BBVA y Caixabank dan por descontado que la entrada de Saudi Telecom se terminará produciendo y que el Gobierno no frenará la compra del 5% restante que les convertirá en el socio mayoritario de Telefónica con un 9,9%. Este diario ya informó el jueves que Moncloa dará el plácet a la compra por considerar que es una buena oportunidad económica para Telefónica y para no perjudicar sus relaciones comerciales con Arabia Saudí ni el sentimiento inversor.

El presidente de Criteria Caixa y de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidre Fainé, durante la inauguración institucional de CaixaForum València en junio de 2022. | Agencia

‘Españolidad’ de Telefónica

Una autorización que tiene un plazo máximo de tres meses, tiempo suficiente para preparar la compañía para la llegada de sus nuevos socios saudíes. Es precisamente este periodo transitorio el que los accionistas españoles de la compañía (los que a ojos de los inversores garantizar la españolidad de Telefónica) quieren dejar atado para asegurar una futura convivencia accionarial sin contratiempos.

El nuevo escenario, tras la previsible autorización del Gobierno, dejará a Saudi Telecom on el 9,9% del capital, a BBVA con el 4,87%; a Caixa con el 3,50% (más el 2,53% de Criteria, la sociedad que agrupa sus participaciones industriales) y a BlackRock con el 4,48%. Incluso sin autorización del Ejecutivo, los saudíes serían un inversor de relevancia con un 4,9% que les deja al mismo nivel de los hasta ahora tres grandes poderes al interior del accionariado de Telefónica.

Esto supone, en todos los casos, que Saudi Telecom tenga una participación en el consejo de administración. La versión oficial de STC desde que se anunció la operación -y así se lo han dicho al Gobierno y se lo dirán personalmente a Pallete- es que no tienen interés de superar el 10% del capital en Telefónica, que su inversión es solo financiera y que tampoco quieren influir en la toma de decisiones de la operadora.

Consejo de administración

Sin embargo, esto no significa que no quieran tener una representación en el consejo acorde a su peso en el capital. Y es aquí donde Pallete tendrá que hacer el primer encaje de bolillos ante la llegada del inversor saudí, ya que deberá negociar cuántos consejeros tendrá STC en la operadora. En diciembre de 2021, Caixa y BBVA pasaron de dos a un representante en el consejo tras la salida de Ignacio Moreno, que representaba a BBVA, y Jordi Gual que hacía lo propio con la entidad catalana.

Eso sí, se quedaron con rango de vicepresidentes y consejeros dominicales Isidre Fainé, el consejero más antiguo de Telefónica, histórico presidente de Caixabank y ahora presidente de Criteria Caixa, mientras que José María Abril siguió representando a BBVA. La idea de la compañía en ese momento fue dar un mayor peso a consejeros independientes en línea con las normas de gobernanza exigidas a las cotizadas, además de ajustar la participación de sus socios a su 5% en el capital.

En esta misma lógica, si Saudi Telecom se queda solo con su actual 4,9% debería tener al menos un asiento del consejo de administración y Pallete debería dar salida a uno de los independientes, pero si sube hasta el 9,9% como finalmente podría ocurrir, parece difícil creer que se conforme solo con un sillón. ¿Aceptarían el resto de accionistas que tengan dos consejeros? O de lo contrario, ¿cómo explicar a los nuevos socios que dos compañías con la mitad de su participación tienen una vicepresidencia cada una?

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.
José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica (ILUSTRACIÓN: Alejandra Svriz).

Viaje de Pallete y Vilá

En cualquiera de los dos casos, se generaría un desequilibrio de poderes. Saudi Telecom no tiene intenciones de control, pero su presencia generará inevitablemente un desbarajuste en el consejo de administración y, si su intención es vigilar su inversión en Telefónica, la lógica indica que quieran tener una presencia fuerte en la operadora. Una situación que pasa por una buena relación también con BBVA y Caixa, los dos accionistas históricos y españoles, claves en un escenario futuro en el que un extranjero será el primer socio.

De todas maneras, la gran duda sigue siendo cuáles son las reales intenciones y cuál es el plan de negocio de Saudi Telecom en Telefónica. Una información que el propio presidente, José María Álvarez Pallete, y su CEO, Ángel Vilá, han ido a recabar a Riad y que deberán trasladar a sus históricos apoyos de la compañía. Su principal tarea a partir de ahora es unificar los intereses y abrir una nueva etapa de la mano de un nuevo núcleo accionarial. Alcanzar la paz será fundamental para la hoja de ruta que el propio Pallete quiere presentar a los inversores en noviembre.

En el caso de este plan, en el mercado existe cierta coincidencia en que debería abordar retos que llevan años intentando solucionarse, como su inestabilidad en los mercados y la incapacidad de la compañía de reflejar sus resultados económicos en su capitalización bursátil, junto con otros más operativos, como el posicionamiento de su negocio en España, el destino de su filial audiovisual, el futuro de su joint venture en el Reino Unido o su relación con los grandes gigantes tecnológicos como Google o Facebook.

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