El cultivo de arroz se moderniza: agricultores de Valencia se forman para trabajar con drones
El objetivo es aprender a aplicar productos fitosanitarios con esta herramienta en lugar de tractores o avionetas
El cultivo de arroz en la Comunidad Valenciana se está modernizando. Los drones ya se ven como una herramienta útil y con un precio razonable para sustituir a tractores o incluso a avionetas en algunos casos. Por eso, la organización agraria Unió Llauradora ha realizado un curso de formación para pilotar drones que sirven para aplicar productos fitosanitarios.
Entre noviembre y diciembre, en la localidad de Sueca, agricultores de la zona se han formado durante 90 horas para poder pilotar un dron de estas características que les permita aplicar productos fitosanitarios de una forma más eficiente.
Un curso que la organización se ha tomado como una prueba para ver cómo se podía compatibilizar esta formación con el trabajo diario de los agricultores, tanto la parte teórica como las prácticas, realizadas en la zona de La Alcudia, según explica a THE OBJECTIVE Fernando Durà, miembro de la comisión ejecutiva de la Unió Llauradora y coordinador del curso.
En total, 15 agricultores que ya habían hecho el curso de piloto de drones en julio participaron en esta formación para la aplicación de productos fitosanitarios con esta herramienta, cuyo uso supone un ahorro económico frente al tractor, además de un gran ahorro de agua.
«El sector arrocero de la Unió, siempre comprometido con la innovación y la sostenibilidad, ha dado un paso adelante al anticiparse a las normativas y adoptar tecnologías de Smart Farming de última generación», afirma la organización agraria en un comunicado.
Ventajas frente a las herramientas tradicionales
Los drones de este tipo se plantean como una alternativa a los tractores, pero también a otro tipo de herramientas utilizadas en el cultivo de arroz de la zona de La Albufera, donde por las características geográficas no se puede entrar por tierra, por lo que los productos se aplican habitualmente desde una avioneta.
Habitualmente, explica Durà, se piden autorizaciones especiales para utilizar avionetas o helicópteros para aplicar tratamientos contra algunos hongos, especialmente durante los meses de verano. Ahora, hay agricultores que prevén sustituir este procedimiento por uno realizado con drones debido a la mayor eficacia que proporciona este aparato.
«La avioneta tiene alrededor de un 50% de deriva, cuando haces un tratamiento no cae todo encima del árbol«, explica Durà, algo que no ocurre con los drones, cuya deriva es inferior al 10%.
Además, el dron supone un gran ahorro de agua respecto al tractor o la avioneta, puesto que los productos fitosanitarios van más concentrados. «El consumo de agua es mucho menor. El líquido va mucho más concentrado con el dron».
A las ventajas prácticas se suma que la inversión para adquirir un dron es mucho menor que la que supone comprar un tractor con las características necesarias para trabajar en un arrozal. Así, un dron de este tipo puede costar unos 10.000 euros, aproximadamente, señala Durà, mientras que la inversión necesaria para un tractor puede llegar a los 100.000 euros, asegura.
Además, las reparaciones de un tractor suelen ser bastante costosas, añade Durà, mientras que los problemas que puede dar un dron suponen un coste mucho menor.
Por eso, el sector del arroz ha decidido comenzar a prepararse para este cambio tecnológico. «Viendo que en el resto del mundo, quitando Europa, es algo muy normalizado lo del uso de drones para tratamientos fitosanitarios en el sector del arroz, dijimos vamos a adelantarnos, empezamos a formarnos ya y así, cuando llegue la hora de que esto se normalice, aquí ya están perfectamente capacitados para poder hacerlo», cuenta Durà.
Los límites legales para usar drones
La desventaja que pueden tener los drones frente a la maquinaria tradicional es quizá la burocracia y la «lenta tramitación administrativa» para obtener los permisos necesarios para utilizarlos.
Además, hay ciertas limitaciones geográficas, que establecen que no se pueden usar cerca de aeropuertos, por ejemplo, o de edificios militares o de muchos parques naturales. «A nosotros, en la fecha en que pedimos hacer esos tratamientos nos dan una autorización excepcional», explica Durà, en referencia a los campos de arroz de La Albufera, situados en un entorno protegido.
Actualmente, el dron más grande que pueden utilizar es el que permite hasta 25 kilos de carga. Los hay con más capacidad, pero requieren una autorización especial de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), por lo que los agricultores valencianos se están decantando por aquellos cuyos permisos son más rápidos de obtener. «Tardan de ocho meses a un año en darle el permiso para volar ese tipo de dron, por eso hemos pensado empezar con uno más pequeño y, si todo va bien y dentro de un par de años agilizan esos trámites, poder ir ya a drones de 50 o 60 kilos, que son los que están sacando en otras partes del mundo», explica Durà.
Desde la Unió Llauradora remarcan que los productores de arroz de la organización «destacan por su capacidad para superar los obstáculos burocráticos y abrazar la innovación», pues «a pesar de la lenta tramitación administrativa, los agricultores han implementado tecnologías como el Agras T-30 (un dron de 30 kilos de capacidad), todo ello pese a que las autorizaciones requeridas suelen tardar casi un año».