THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

El dilema vital del negocio del siglo

Tras décadas de aumento del valor de las franquicias, el fútbol americano se enfrenta a un gran cambio generacional

El dilema vital del negocio del siglo

Un partido de la liga americana de la NFL, sobre estas líneas | .

Al final, el ingrediente que le faltaba a los alquimistas tenía forma apepinada. El balón del fútbol americano, expresamente no redondo para que su bote esquive la regularidad y propicie la emoción, simboliza el epítome del sueño americano: un inopinado pelotazo económico teñido de épica. Aunque hasta los sueños más afilados tienen sus límites. El final de la fase regular de esta temporada ha traído rumores de fin de ciclo.

Pero empecemos por el opulento presente. Este análisis de Statista muestra la milagrosa evolución del valor medio de las franquicias de la NFL desde principios de este siglo: desde los 423 millones de dólares de 2000 a los… ¡5.108 millones de 2023! Sí, efectivamente, una rentabilidad del demasiado hasta para calcularlo. Aproximadamente. 

La última lista Forbes al respecto, quizá la más canónica, sitúa en la cima a los Dallas Cowboys. Aunque no ganan el título, la famosa Super Bowl, desde 1995, la pasión desmedida de los prósperos texanos por este deporte ha disparado su cotización hasta los 9.000 millones de dólares. Le siguen, con solo 7.000 millones, los New England Patriots. Y aquí tenemos que empezar a hablar del pasado, del que (todavía) viven los muchachos de Massachusetts (un sitio, en principio, más de estudiar en Harvard que de aporrearse sobre la hierba).

En 2002, un chaval llamado Tom Brady los llevó a ganar la primera Super Bowl de su historia. Llegarían cinco más hasta 2019. Entonces Tom Brady se fue. Y, desde que Tom Brady no está, los Patriots solo han pasado una vez, en 2021, a la fase de playoffs… para caer a las primera de cambio. Este año ha confirmado la tendencia: 13 derrotas y cuatro raquíticas victorias (solo una en casa, para más inri) los han dejado no ya fuera del playoff, sino a la cola de las franquicias on fire. La cuestión ha pasado de castaño oscuro.

Entonces llegó la decisión. Cuando Brady se fue, siguió estando Bill Belichick, el entrenador del equipo desde 1999. El arquitecto. Segundo entrenador con más victorias en la historia de la NFL, los muchachos de Massachusetts besaban el suelo que pisaba… Hasta que Robert Kraft ha dicho basta. 

R

Robert Kraft es el dueño de los Patriots. Un clásico del American dream, incluida una infancia de repartidor de periódicos, escaqueo de los planes de su padre para convertirlo en rabino, beca en universidad de élite y, por supuesto, final feliz en forma de creación de conglomerado financiero híper multimillonario con su nombre. El epílogo lógico de este tipo de historias consiste en comprarte un equipo de alguna de las grandes ligas profesionales. Algo así como las perdices posmodernas del cuento. Robert se compró el de fútbol americano de su tierra. Nació a 20 millas del estadio de los Patriots y era abonado desde 1971, cuando él tenía 30 años.

Compró un estadio

Primero, en 1988, les compró un estadio. Seis años después, harto de verlos perder, se hizo con todo el club. En 1998 montó un nuevo estadio, uno de los mejores de la NFL. Luego llegaron Belichick y Brady. Y el estadio empezó a llenarse.  Hasta que Brady, como todo en esta vida, se terminó. Ya alrededor de los 80 años, Kraft, que sigue siendo el propietario de la franquicia aunque la presidencia la ocupe su hijo Jonathan, se mantuvo aferrado a la otra mitad de la ecuación del viejo éxito: el entrenador Belichick.

Y a injusticia. The New York Times le dedicó el jueves un artículo titulado “Cómo Belichick ayudó a los Patriots a pasar de hazmerreír a potencia económica”. Pero el paso del tiempo no atiende ni a los datos ni a los sentimientos. Hace unos días se anunció la destitución de Belichick, que acaba de doblar el cabo de Hornos de los 70 años. Un par de años más tiene un viejo rival suyo, Pete Caroll, que acaba de ser destituido como entrenador de los Seattle Seahawks tras 14 años al frente del equipo. Todo suena a cambio de era.

El equipo de moda estos días quizá sea el Kansas City Chiefs de las superestrellas Patrick Mahomes (cobra más de 50 millones de dólares al año) y Travis Kelce (solo cobra 14 millones, pero es el novio de Taylor Swift). Sin embargo, en boca de los expertos más visionarios está Green Bay Packers. El equipo del estado de Wisconsin (lejos de la avidez petrolera de Texas o la tradición elitista de Massachusetts o… de cualquier sitio) vieron la luz en 2010 cuando el fenómeno Aaron Rodgers los lideró hasta ganar la Super Bowl. Desde entonces sufrieron algo así como una adicción. 

Llegó el desastre

No terminaban de ganar nada, pero hacían muy buenas temporadas… hasta que en 2022 llegó el desastre. Ni siquiera se clasificaron para los playoffs y, a sus 39 años, Rodgers se fue a probar fortuna a la Gran Manzana con los New York Jets. Debutó el pasado 11 de septiembre (que, también, a quién se le ocurre) y se rompió el tendón de Aquiles.

Mientras, los Packers decidieron desguazar el equipo y apostar a lo grande: este año son el equipo más joven de la NFL. Nadie daba un duro por ellos, pero han pasado a playoffs. Por los pelos, con solo nueve victorias y ocho derrotas, pero han pasado. Han jugado en la madrugada de ayer a hoy. Lo hacían contra (nada menos que) los millonarios Dallas Cowboys. En la previa, el Sports Illustrated parecía estar preparándoles la foto más ansiado por el público americano: la del David hecho a sí mismo que vence a Goliat a base de joven osadía. Cuál aquel adolescente Robert Kraft repartiendo periódicos a las afueras de Boston.    

Probablemente los Packers hayan perdido. Da igual: en cualquier caso, ya se han ganado el corazón de los americanos. La Fox, por ejemplo, subraya que el reemplazo de Rodgers como quarterback ha conseguido la proeza en su primer año como titular en el equipo (y después de tres como suplente del Mito). Se llama Jordan Love. Sí, tal cual… Sus padres eran, los dos, policías. Su padre se suicidó cuando él tenía 14 años.

No sabemos si la NFL continuará demostrando su eficacia como inversión. Como creadora de historias, desde luego, sigue en plena forma. Aunque quizás ambas cosas vayan unidas. Quién sabe.

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