Un estudio prueba que las subidas del salario mínimo han impedido crear 321.000 empleos
El impacto ha sido mayor en las profesiones de los trabajadores más vulnerables: jóvenes, mujeres y agricultores
El efecto del salario mínimo interprofesional sobre la creación de empleo sigue siendo uno de los temas laborales que más polémica suscita. A una semana de la aprobación en el Consejo de Ministros de la última actualización de un 5% de subida, y con el Gobierno defendiendo las bondades del incremento, la consultora Freemarket ha analizado en un estudio, con diferentes técnicas de aproximación y estimaciones, qué hubiera ocurrido en ausencia del alza del SMI.
La conclusión no es otra que el efecto negativo que ha tenido. No tanto en el empleo que ha destruido como en el que no ha dejado crear desde 2018 hasta ahora. Ello se debe a una subida que, según este estudio, ha acabado perjudicando fundamentalmente a los trabajadores más vulnerables, entre los que se encuentran las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del campo.
Así, y por sectores, el problema concierne a la agricultura, el comercio minorista, la limpieza, la hostelería y el servicio doméstico, que son aquellos en los cuales un número muy importante de sus integrantes reciben por su trabajo el SMI.
Según este análisis, la subida se podría haber llevado por delante hasta 320.000 puestos de trabajo. Para realizar el estudio, los autores han tenido en cuenta como elemento esencial la emergencia de la figura contractual de los fijos discontinuos, una clasificación de trabajadores que, cuando están parados, no se computan como tales.
Caída de los vulnerables
El estudio de Freemarket, consultora que preside el economista Lorenzo Bernaldo de Quirós, ha planteado un sencillo ejercicio para calcular cómo habría evolucionado el empleo en esas ramas productivas, las más afectadas por las subidas del SMI. Y lo ha hecho partiendo de la base de la heterogeneidad entre comunidades autónomas, diferenciando aquellas donde el SMI se separa más del salario medio de otras donde apenas hay diferencia, e incluso el SMI rebasa el sueldo medio. El análisis se pregunta qué hubiese sucedido si el número de ocupados en estas últimas hubiese crecido al mismo ritmo en el que lo ha hecho en el conjunto de la economía nacional. El cotejo de la evolución estadística aparece en el cuadro inferior.
Con datos de la EPA, de la lectura de esta tabla se extrae que el total de ocupados ha crecido entre 2018 y 2022 un 6,3%. Sin embargo, no ha sucedido en el resto de las actividades productivas que se exponen en ella. Es decir, en las bolsas de ocupados en las que tradicionalmente se concentran los trabajadores que perciben el SMI, que han crecido en mucho menor porcentaje.
Esto se puede apreciar en el total de los ocupados en la agricultura, que han descendido hasta un 4,7% y han pasado de suponer un 5% del empleo total a ser solo el 4,5%.
En el caso de los ocupados en la hostelería, éstos han descendido un 3,9% y han pasado de suponer un 10,5% del total de ocupados a ser solo el 9,5%. Además, los empleadores y, por tanto, los trabajadores del servicio doméstico también han descendido un 14%, y han pasado de suponer un 3,9% del total de ocupados a ser solo el 3,1%. Finalmente, en cuanto a los ocupados en el comercio minorista, su porcentaje ha descendido un 4,5%, y han pasado de suponer un 13,9% del total de ocupados a ser solo el 12,5%.
321.987 puestos de trabajo
El gráfico recoge la estadística de las tablas del trabajo de Fremarket, centrado en las consecuencias de las subidas del SMI. Su descripción en este caso revela el contraste de la evolución del número de ocupados total y la del grupo de ocupados que tienen una mayor concentración de SMI.
También se puede apreciar el cambio de tendencia en estos sectores. Especialmente en el año 2018, y en menor medida, en 2019, aportaban un mayor crecimiento de la ocupación, mientras que ahora su crecimiento es muchísimo menor que la media del país.
Todos los grupos de menor crecimiento y con concentración de personas que reciben el SMI suman 5.110.900 ocupados. Si ceteris paribus (en igualdad de condiciones) –sostiene Freemarket Corporative— el empleo de toda esta población hubiese crecido al mismo porcentaje de lo que lo ha hecho la media, en 2022 la cifra de la suma de todos estos ocupados sería 5.432.887. «Podríamos decir que hasta 2022 se han dejado de crear 321.987 puestos de trabajo», explica Bernaldo de Quirós a THE OBJECTIVE.
Es decir –apunta–, «si en las bolsas de ocupados con SMI se hubiese creado el mismo empleo que se ha creado como media, en España habría habido al final de 2022 320.000 empleos de más».
El freno de las rigideces del mercado
En opinión de Bernaldo de Quirós, también académico del Cato Institute, de la evaluación y análisis de estos datos puede argüirse que lo que se ha producido es una reasignación del factor trabajo desde los sectores con un mayor número de trabajadores que perciben el SMI hacia los que han crecido más. Sin embargo –apunta–, «esta hipótesis no es sostenible por dos razones básicas: primero, porque no es realista pensar que con los niveles de productividad de la economía nacional los sectores más dinámicos hayan aumentado su demanda de mano de obra menos productiva que la media . Y segundo, por las enormes rigideces existentes en el mercado laboral español, que frenan de manera significativa la reasignación del factor trabajo».
En conclusión, con el índice de paro más alto de la UE, siendo nuestra tasa de productividad la segunda más baja de los países de nuestro entorno, «las sucesivas alzas del SMI que se han producido en España desde 2018 no han tenido impacto positivo alguno sobre el empleo. Más bien al contrario –colige–, ya se han traducido en una severa reducción del número de puestos de trabajo que se hubiesen creado en ausencia de ellas».
Esta es una teoría de impacto negativo que refrenda Cepyme en su último estudio recogido por este diario, según el cual, España es el segundo país de la UE –por detrás de Francia y por delante de Alemania– en el que el coste total del SMI, incluyendo las cotizaciones, es más alto en relación a la productividad, una evolución que podría afectar para el avance y la competitividad de la economía española.
Débil formación, contratos cortos y discontinuos
El perfil de este mercado laboral ha sido recogido recientemente en el diario francés Le Monde por los corresponsales Marie Charrel, Allan Kaval, Sandrine Morel y Marina Rafenberg.
En Italia, Grecia, España y Portugal, señalan, «el desempleo disminuye porque aceptamos salarios de miseria y contratos de duración determinada». Los periodistas del rotativo galo se hacen eco de algunas peculiaridades de los trabajadores del sur de Europa, destacando la débil formación de los empleados –en el caso de España, más del 30% de los mayores de 25 años no tiene el bachillerato, frente al 20% de la media europea–; la corta duración de los contratos y la modalidad de fijos discontinuos, además de la desigualdad entre hombres y mujeres y los salarios de miseria. «El SMI de 1.134 euros mensuales en 14 pagas hace imposible alquilar un apartamento, por lo que vivo aún con mis padres», confiesa a Le Monde una mujer española.