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Economía

Tres de cada cuatro provincias tienen un sueldo medio que impediría subir el salario mínimo

La patronal Cepyme estima que la subida del SMI impidió la creación de 163.000 puestos de trabajo

Tres de cada cuatro provincias tienen un sueldo medio que impediría subir el salario mínimo

Yolanda Díaz, ministra de Trabajo | Europa Press

A expensas de que este miércoles se apruebe la última subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) en el último Consejo de Ministros, en uno de esos reales decretos ómnibus propios de la recta final del año -aunque también se baraja que su aprobación quede relegada para los primeros días de 2024-, la vicepresidenta tercera del Gobierno y responsable de Trabajo, Yolanda Díaz, maneja desde hace tiempo una subida del Salario Mínimo Interprofesional de alrededor del 4%.

Este incremento rondaría prácticamente el 60% del salario promedio neto de jornada completa, en un país en el que el 76% de las provincias españolas ya cuenta con un SMI que está por encima del que defiende el Ejecutivo progresista -el 60% del salario medio- y en el que, paradójicamente, nuestra economía ha ido perdiendo fuerza en productividad, frente al resto de países avanzados que la han ido ganando con un repunte del 4,6% .

De hecho, entre 2018 y 2023, esta importante variable ha caído entre las pymes españolas -un 3,8%-, al tiempo que los costes laborales han experimentando un crecimiento del 12%, mientras que los costes totales que soportan éstas se han incrementado un 19,3% en los dos últimos años, viendo cómo las ventas sufren una desaceleración, «lo que deteriora la situación de las empresas». Así lo explican a THE OBJECTIVE fuentes empresariales en un informe de Cepyme, relativo a los Salarios y Repercusión del SMI en la Pyme española.

Condiciones de un panorama que parecen haber hecho mella en la negociación entre las partes, al menos del lado de Moncloa, que, al cierre de esta edición no ha despejado aún si será capaz, como piden las empresas, de bonificar las cuotas de la Seguridad Social un 20%, y si en contra de lo que postula la vicepresidenta cuarta, María Jesús Montero, admite que la revalorización del SMI se revalorice al 3% y llegue también a los contratos públicos, como recientemente ha pedido el presidente de CEOE, Antonio Garamendi.

Subida del SMI versus caída de la productividad

En este contexto, ante el previsible hecho de que el SMI pasará de los 1.080 euros en 14 pagas actuales a 1.123 euros, e incluso a 1.135 euros en 2024, lo cierto es que -señalan fuentes consultadas- el crecimiento del SMI no va acompasado con la productividad de las pymes. Solo hay que ver que, según datos de Eurostat, OCDE y el INE, la productividad se sitúa en estos momentos en el mismo nivel que en 2015 y un 9,6% más baja que en 2009.

Un desacople que también queda de manifiesto cuando en ese mismo periodo, en el que el conjunto de la economía española ha registrado la caída de productividad mencionada, el SMI ha ido subiendo un 46,8%. Un incremento que está incluso por encima de la evolución de los precios, matizan estas fuentes; concretamente, «un 30% por encima de la inflación».

Con datos oficiales, tan solo hay 14 provincias en España que tienen un salario mínimo situado por debajo de este umbral. Por el contrario, hay 11 provincias en las que la relación entre el salario mínimo y el promedio, en términos netos, es mayor al 70%. Y esta razón, señala el informe de Cepyme, «influye en la negociación colectiva, perdiendo independencia y poder de adaptación».

El presidente del Gobierno y la vicepresidenta segunda charlando en una de las dependencias del Congreso.

Este ranking que sitúa a España entre los países donde más aumentó el Salario Mínimo Interprofesional entre los años 2018 y 2023, también sostiene que éste es el segundo país de la UE -por detrás de Francia y por delante de Alemania- en el que el coste total del SMI, incluyendo las cotizaciones, es más alto en relación a la productividad, una evolución que podría afectar para el avance y la competitividad de la economía española.

Una consulta que olvida la productividad

En un principio, según el Estatuto de los Trabajadores, en su artículo 27.1, es el Gobierno quien fija, previa consulta con las organizaciones sindicales y las asociaciones empresariales más representativas, el SMI. Lo hace teniendo en cuenta el índice de precios al consumo, la productividad media nacional, el incremento de la participación del trabajo en la renta nacional y la coyuntura económica general. Ya lo ha hecho en este caso, si bien quedó pendiente conocer la opinión de otros ministerios acerca de la bonificación de las cuotas a la Seguridad Social y la indexación del SMI a los contratos públicos.

Sin embargo, según indica el informe realizado por el economista Diego Barceló Larrán, «el SMI ha crecido mucho más que la inflación, y eso pese a que la productividad ha menguado, al tiempo que España atraviesa una difícil coyuntura económica. Además, con altas tasas de inflación y crecientes costes financieros y tributarios. El país también presenta la mayor tasa de paro de la UE».

En cuanto al empleo, el informe de la patronal que preside Gerardo Cuerva estima que la subida del SMI en los últimos años ha impedido la creación de unos 163.000 puestos de trabajo. Una subida que habría impactado con mayor fuerza en el empleo de las tareas elementales.

El impacto del SMI

La estadística del INE indica que hasta 2018, los ocupados en tareas elementales y no elementales crecían a la par: cerca del 13% en los cinco años previos. Desde entonces, cuando comenzó a subir fuertemente el SMI, los ocupados en tareas elementales crecieron una tercera parte que el resto de los ocupados (3,2% y 9,7% respectivamente, entre los terceros trimestres de 2018 y 2023).

Y todo ello sin añadir además el impacto que el SMI tiene sobre el tamaño de la empresa. Algo que se sustancia en el último informe de Cepyme, que con los datos del INE y los de la Comisión Asesora del SMI, señala que «la pequeña empresa -el 99% de las empresas de España- es la más perjudicada por las continuas alzas del salario mínimo, ya que, al pagar los salarios más bajos por su productividad menor, sufren a la vez mayor carga». Así, determinan: «Un mismo salario mínimo es más costoso para las empresas pequeñas que para las medianas y para las grandes».

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