El 'annus horribilis' de la subgobernadora: traicionada por Calviño y víctima de Escrivá
En doce meses se ha quedado sin presidir el supervisor bancario del BCE y sin liderar el Banco de España
Margarita Delgado se ha quedado en la cuneta por segunda vez en poco menos de un año. La subgobernadora del Banco de España de los últimos ejercicios no ha logrado ascender a los dos cargos que pretendía. Ni se hizo con la presidencia del Mecanismo Único de Supervisión (MUS) del BCE en septiembre de 2023 ni ahora ha conseguido ser la máxima responsable del regulador nacional.
En el transcurso de 12 meses, sus aspiraciones se han visto truncadas, y una vez cese en sus funciones en el Banco de España, tendrá que buscar refugio en otro lugar. Y no ha sido por su competencia, sino por una traición de su ‘madrina’, la exvicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, en un primer momento, y por el golpe dado ahora por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para asaltar el caserón de Cibeles con la designación del ministro José Luis Escrivá como capitán de la institución, tras romper el consenso tradicional con el PP en la renovación de la cúpula.
Fuentes financieras destacan a THE OBJECTIVE su profesionalidad y rigor y explican que Delgado no ha alcanzado ninguno de sus objetivos en parte porque durante su mandato se ha mantenido independiente y no fue un contrapeso real dentro del organismo para limitar o suavizar las críticas que se vertían a las reformas y medidas impulsadas por el Ejecutivo, principalmente en materia económica. «O se está con Sánchez o te quedas fuera», resumen así las fuentes consultadas, que muestran su pesar por la toma de control del Banco de España. «No tenía la confianza del presidente», hacen hincapié.
De hecho, la última decisión de calado del Banco bajo su mandato ha sido elevar al BCE un informe favorable sobre la oferta pública de adquisición de acciones (opa) de BBVA sobre el Sabadell para su aprobación, una operación que el Ejecutivo rechaza, a pesar de que ha suavizado sus críticas recientemente.
Delgado cesará en su puesto el 11 de septiembre, cuando vence su mandato, y será sustituida previsiblemente por Soledad Núñez, tal y como ha avanzado este periódico, poniendo fin así a su annus horribilis. Salvo sorpresa de última hora, Moncloa tiene previsto nombrar número dos a la que fuera ex alto cargo del Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. En los últimos tres meses, la todavía subgobernadora ha tenido que asumir en funciones el cargo de máxima responsabilidad en el supervisor nacional, un hecho insólito por la salida en junio de Pablo Hernández de Cos y el aplazamiento en la designación de su sustituto.
Delgado se postuló el año pasado para presidir el MUS, el departamento del BCE que se dedica al control de las grandes entidades comunitarias, una candidatura que en un principio fue respaldada por el Gobierno. El apoyo se vino abajo una vez que Nadia Calviño inició su carrera para dejar el Ejecutivo y ponerse al frente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), un cargo que finalmente consiguió. Moncloa dejó de respaldar a Delgado con el fin de que la entonces ministra de Economía alcanzara su objetivo, algo que se consideró por parte de las personas cercanas a la aún subgobernadora como una auténtica traición.
Hay que tener en cuenta que la número dos del Banco de España llegó de la mano de Calviño a la institución y que los procesos, tanto en el MUS como en el BEI, coincidieron en el tiempo. En Europa, el reparto de cargos se realiza por cuotas de países, y España no podía hacerse con ambos, por lo que se apostó por el BEI y Calviño.
Desde que perdió la partida, Delgado ha estado en todo momento en las quinielas para ocupar el cargo de gobernadora a partir de este año. De hecho, era la preferida por los principales bancos, y en las últimas semanas era la candidata de consenso propuesta por el PP para intentar alcanzar un acuerdo con el Gobierno. Un pacto que se ha roto por la imposición de Sánchez para que Escrivá fuera gobernador, una decisión que bordea el tratado de funcionamiento de la UE, que ha puesto en alerta al BCE, que no gusta en el sector financiero y que está provocando indignación entre la plantilla del organismo.
Es la primera vez que un ministro pasa directamente del Ejecutivo al sillón de una institución cuyos estatutos estipulan su independencia y autonomía. El consenso histórico se rompió únicamente con Zapatero, cuando designó en 2006 para el cargo al que fuera entonces secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Los temores a que dicha independencia se pierda se han disparado.