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Opa hostil

Unidad Editorial-Vocento: la boda que quita el sueño a Moncloa

El Paseo de la Castellana de Madrid es el escenario en el que se cocina una integración buscada desde hace una década

Unidad Editorial-Vocento: la boda que quita el sueño a Moncloa

Borja Prado (Peninsula), Francisco García Paramés (Cobas) y Jaime Castellanos (Lazard). | Ilustración: Alejandra Svriz

Hace exactamente diez años se daba carpetazo definitivo a las negociaciones para fusionar Unidad Editorial y el grupo Vocento. La integración soñada por la City madrileña estuvo sobre la mesa más de tres meses, pero encalló por las duras líneas rojas de deuda y capital que marcó el por entonces presidente del editor de ABC, Rodrigo Echenique, un ex Santander que contaba con el apoyo de Emilio Botín para liderar un gran conglomerado de medios conservador que hiciese frente a la todopoderosa Prisa.

Una década de por medio y pocas cosas han cambiado en el mundo de los medios de comunicación. Las urgencias económicas de los dos grupos son las mismas, Prisa sigue siendo el enemigo a batir -ahora más reforzado gracias a su alianza con Pedro Sánchez y el Gobierno- y los inversores que en su momento instigaron la integración mantienen su sueño: crear un gran grupo de centroderecha que influya en gobiernos, central, autonómicos y locales, y que se constituya en la verdadera alma del mundo empresarial español.

Un caramelo que difícilmente se podría rechazar, pero que tiene altas probabilidades de estar envenenado. El Mundo, Expansión y Marca unidos a ABC y su red de diarios regionales, líderes en casi todos los territorios, además de dos licencias de televisión de TDT y una red de cadena de radios (la extinta Punto Radio) actualmente alquiladas a la Cadena COPE, parecen imbatibles. En el papel es imposible que pueda resultar mal, pero en la práctica unir dos grupos de medios -que llevan años arrastrando el lastre de estructuras mastodónticas- es altamente peligroso y entraña elevadas dosis de incertidumbre.

Unidad Editorial y Borja Prado

Pero a Jaime Castellanos y a Borja Prado les gusta la marcha. Saben trabajar desde las sombras y lo hacen con discreción. Castellanos fue uno de los impulsores de la integración de 2014 en su condición de dueño del 4% de Vocento (donde entró tras venderle por 1.000 millones el Grupo Recoletos a la propia RCS) y Prado lo vivió desde la otra acera como responsable en España de Mediobanca, por entonces dueño del 6,25% de RCS, matriz de Unidad Editorial.

Y ahora están convencidos de que esta vez sí que puede dar resultado, y para ello llevan varios meses trabajando en el proyecto, recluidos en despachos que circundan el madrileño Paseo de la Castellana. Consideran que los astros se han alineado en los últimos meses para que sea posible lograr la integración que hace una década se les negó. Y también creen que el negocio de prensa, bien gestionado, esta vez sí que puede ser rentable.

Prado abandonó la presidencia de Mediaset a finales de 2023 tras un año de disputas con el consejero delegado Alejandro Salem, representante de MFE en España. Se le prometió mando en plaza, un estatus de representante político de la compañía y supervisar de la línea editorial, algo que finalmente la familia Berlusconi no cumplió, cansada de ver como el empresario español intentaba tejer alianzas a espaldas de la compañía -intentó acercarse a Prisa- y les enemistaba con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Paramés y Vocento

En este punto, prominentes hombres de negocios de Madrid ya le colocaban en las quinielas para intentar comprar Unidad Editorial a Urbano Cairo, pero el plan todavía no estaba armado. Pero ya estaba embarcado en el proyecto de fusionar a las dos compañías junto con Jaime Castellanos, con quien se le ha relacionado desde la fallida compra de Prisa en el año 2020, cuando Blas Herrero recibió el rechazo unánime del consejo de administración.

Tres meses después de la salida de Prado de Mediaset, Francisco Paramés pasó a convertirse en el primer accionista de Vocento con el 15% del capital. Por primera vez, un inversor superaba a las históricas familias vascas fundadoras del Grupo Correo, dejando en un segundo lugar a los Ybarra, que se quedaron con el 11% a través de su patrimonial Mezouna. El ‘Warren Buffett español’ maneja casi 1.900 millones de euros en activos a través de su gestora Cobas Asset Management y -como muchos empresarios- cree que puede convertir su dinero en poder a través de los grandes grupos de comunicación.

Dos semanas después, Paramés y las familias lograron forzar la renuncia de Luis Enríquez, consejero delegado de Vocento durante los últimos 13 años. El directivo vivió también la anterior fusión fallida y, conocedor como pocos del mercado de periódicos, es un convencido de que un nuevo intento de matrimonio con Unidad Editorial no podría ser rentable.

‘Síndrome Oughourlian’

Tras la salida de Enríquez, la acción de Vocento comenzó a subir de manera inexplicable al hilo de los rumores de una «gran operación corporativa», aunque finalmente no se concretó nada de manera oficial. No obstante, es un secreto a voces que Paramés quiere monetizar y rentabilizar su inversión y que uno de sus planes pasa por formar un gran conglomerado de medios que tenga peso ante el Gobierno. Y la unión de Unidad Editorial es uno de los proyectos que mejor podría colmar estas ambiciones.

El sueño de Paramés, al igual que Castellanos y Borja Prado, es influir. Ser dueños de un trasatlántico de los medios que les permita volver al primer plano mediático y político. Es el ‘síndrome Oughourlian’ que vive el presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, primero empresario de éxito e inversor avezado que ha probado las mieles del poder y de las puertas institucionales que les abre ser el primer ejecutivo del editor de El País y Cadena Ser.

Paramés es uno de los gestores con mayor patrimonio de España, Castellanos es presidente de Lazard en España y tiene una envidiable liquidez y Borja Prado es socio fundador de la firma de private equity Peninsula Capital, también con unos recursos a los que pocos tienen alcance. No buscan la fusión para ganar dinero, pero eso no significa que monten la operación para perderlo. 

Banco Santander

El triángulo Lazard, Península y Cobas (todos con oficinas que bordean el Paseo de la Castellana de Madrid) trabajan a pleno rendimiento para minimizar riesgos y buscan los inversores que se atrevan a dar el paso. El primer obstáculo que deben sortear es la reticencia de Urbano Cairo, dueño de Unidad Editorial, que no quiere vender por menos de 350 millones de euros (cifra totémica de la prensa, ya que es la misma que están valorados los activos de Oughourlian en Prisa). No es que el italiano tenga demasiado apego por sus periódicos españoles, pero considera que vender por menos es peder dinero.

En esta línea, Castellanos y Prado llevan cocinando la opción de que entren inversores españoles con el Banco Santander como principal valedor. Hay quien cree que el intento de fusión de hace una década entre Unidad Editorial y Vocento comenzó a torcerse cuando en medio de las negociaciones falleció Emilio Botín (su deceso se produjo en septiembre de 2014 y en noviembre descarriló la integración).

Es verdad que su hija, Ana, se ha decantado por preservar su inversión en Prisa, pero también es cierto que no le disgustaría tener intereses en los dos colosos mediáticos del país. Salvando este escollo -el de la financiación- la idea sería adquirir Unidad Editorial para después fusionarse con un Vocento que comienza a su vez dar pasos para una potencial integración y con Paramés totalmente volcado en la causa.

Temor en Moncloa

Mientras, en Moncloa pintan bastos. Las intenciones del ‘Eje de La Castellana’ han llegado a oídos de los asesores de Pedro Sánchez y, como es lógico, hay temor de que pueda nacer un grupo conservador con el poder de fuego de El Mundo y ABC combinados. Pedro Sánchez ha demostrado en sus seis años en el Gobierno que una de sus prioridades es el control de medios y ha hecho uso de su poder para hacerse con el control de RTVE, de Prisa y de una serie de satélites digitales.

A favor de estos planes ha jugado una evidente división entre la prensa tradicionalmente de derechas, por lo que si se produjese esta fusión asumen que el panorama mediático podría dar un vuelco. De momento observan, pero con el convencimiento de que será necesario frenar la operación si es que finalmente comienza a cuajar.

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