El Ibex saca tajada de la debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez
El triunfo de Repsol en el impuesto energético da alas a Iberdrola y a las empresas que buscan una moratoria nuclear

Josu Jon Imaz, CEO de Repsol; Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola; y Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell | ILUSTRACIÓN: Alejandra Svriz
22 de enero de 2025.- El Congreso tumbaba definitivamente la prórroga del impuesto extraordinario a las energéticas del Ibex con una holgada mayoría de 183 votos. Por primera vez en la legislatura, Partido Popular (PP), Vox, Junts, PNV y UPN se unieron para rechazar una medida acordada por el Gobierno del PSOE y Sumar con ERC, Bildu, Podemos y BNG. Es quizás la única votación hasta la fecha en la que han quedado reflejados los dos bloques ideológicos del Parlamento: la derecha por un lado y la izquierda por otro, sin condicionantes nacionalistas. Una votación que se celebró en los despachos de las principales empresas del sector que llevaban meses pidiendo a los grupos políticos el rechazo a un gravamen que siempre consideraron injusto.
La lucha la lideró Repsol y su consejero delegado, Josu Jon Imaz, pero todos remaron en la misma dirección. Es verdad que se produjeron algunas diferencias con Iberdrola -respecto del destino de las inversiones verdes- que amenazaron por romper la unidad, pero finalmente se consiguió el objetivo después de unas duras negociaciones que se mantuvieron por más de cuatro meses. Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP y Moeve (Cepsa) lograron quizás el primer triunfo de la gran empresa frente a la maquinaria política, recaudatoria y retórica del Gobierno. Y lo hicieron de la mano de los políticos, incluso de los que conformaron el bloque de la investidura, mal llamado por Pedro Sánchez «mayoría de progreso».
Lo hicieron además por una doble vía: con declaraciones públicas, pero también con movimientos a todos los niveles que terminaron por convencer a un PP con dudas por sus tentaciones progresistas; a un PNV con miedo a perder el apoyo del PSOE en País Vasco; y a un Junts que intenta recuperar terreno entre el electorado catalán más conservador frente al desplome de las últimas elecciones autonómicas, ganadas por el PSC. Fue un trabajo conjunto que demostró que si el Ibex se mueve coordinadamente puede conseguir sus objetivos.
La rebelión de Repsol
Después de un par de años de enfrentamientos y demonización de la gran empresa se abonaba el terreno para alianzas puntuales en el futuro. Unos años que desde la empresa se consideran como los más duros para su actividad, en los que el intervencionismo y, en especial, los ataques al aparato productivo han sido constantes. Nadie olvida el señalamiento de Sánchez nada más estallar la guerra de Ucrania a comienzos de 2022, cuando se les acusó de enriquecerse con la crisis de los precios de la energía o con la subida de los tipos de interés. No se olvida tampoco el hostigamiento que se hizo contra Ferrovial por cambiar su sede social a Países Bajos o las constantes amenazas de los ministros de Podemos, y luego de Sumar, de subir impuestos a todos los sectores y a todo lo que oliera a gran fortuna.
Las grandes empresas del Ibex son conscientes de que este pequeño triunfo no hubiera sido posible sin la debilidad parlamentaria del Gobierno. Las recientes votaciones han demostrado que no se puede dar nada por garantizado y que Junts votará siempre según sus propio intereses, aunque éstos puedan contradecir su propia ideología. Los recientes bandazos en la aprobación del aumento del gasto en Defensa y la lucha con sus socios de Sumar abren la puerta a que el Ejecutivo pueda perder cualquier proyecto de ley que vaya al Congreso, con cualquier objetivo y de cualquier ámbito, en especial en el sector económico.
20 de marzo de 2025.- Solo en este contexto se entienden las recientes declaraciones de grandes empresas del Ibex, que esta semana -después de muchos meses- han vuelto a interpelar directamente al Gobierno. El primero fue Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, que tiempo atrás fue uno de los empresarios más beligerantes defendiendo la posición de la gran empresa contra Pedro Sánchez, pero que en los últimos meses había tenido un papel más discreto, en especial en el impuesto extraordinario de las energéticas. Sin embargo, esta semana levantó la voz para pedir la prórroga del cierre de las centrales nucleares. Galán envió el mensaje a través del Financial Times alertando de una subida de los precios energéticos de más de un 25% si España repetía el «gran error» cometido por Alemania de cerrar sus plantas de energía nuclear.
La prórroga nuclear del Ibex
Hace un mes, el Foro Nuclear presentó un manifiesto firmado por 32 empresas entre las que se encontraban OHLA, Siemens Energy, Westinghouse y GE Vernova para pedir que modifique el acuerdo de 2019 entre Iberdrola, Naturgy y Endesa y el Ejecutivo y que se alargue la vida de las centrales. El sector quiere aprovechar el giro de la Comisión Europea para convivir con las nucleares al menos hasta que esté a pleno rendimiento el sector de las renovables, aunque España de momento da largas. La ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, dijo que estaban dispuestos a sentarse a conversar, pero advirtió que todavía nadie había pedido formalmente una prórroga en los cierres.
La sensación que hay en el sector, y en especial en el entorno del Ibex, es que esta batalla se puede ganar. Ya no solo por el cambio de Europa –donde la ministra que firmó el pacto de 2019, Teresa Ribera, es ahora una comisaria que ha declarado públicamente que es aceptable retrasar el cierre de las nucleares en todo el continente– sino precisamente por esa debilidad parlamentaria que llevó a que un bloque de partidos nacionalistas e independentistas se sumara al PP y Vox para rechazar el impuesto extraordinario a las energéticas. Para ello, ya se están moviendo y se mantienen contactos con todas las formaciones si es que se produce algún tipo de negociación política al respecto. La batalla se va a dar, algo impensable hace un año.
El sector energético no es el único que se atreve a rebelarse. El bancario -gran perdedor de la prórroga de la tasa extraordinaria- también se ha empoderado. El presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, interpeló de manera directa a Sánchez esta semana indicando que «el Gobierno tiene que ser claro sobre sus intenciones de si va a haber fusión o no» con el BBVA. Unas palabras que sorprendieron ya que -en teoría- el Ministerio de Economía ha rechazado en todo momento la operación favoreciendo los intereses de la entidad. De hecho, en el sector se interpretó la vuelta del banco a Cataluña hace más de un mes, como el último guiño para conseguir el favor del Ejecutivo -que lleva meses tendiendo puentes con el empresariado catalán- y de la sociedad catalana.
BBVA vs Sabadell
No obstante, también es cierto que desde hace semanas que el ministro Carlos Cuerpo no se pronuncia, lo que podría explicar la interpelación directa de Oliu. En todo caso, menos sorprendente fue la respuesta del BBVA. Su presidente, Carlos Torres, defendió la operación indicando que es una apuesta por España y por sus empresas, y al mismo tiempo dejó claro que no tiene temor a las medidas que pueda tomar el Gobierno para torpedear la operación. Sea como fuere, parece que los dos bancos se sienten fuertes y no tienen miedo a enviar mensajes públicos al Ejecutivo. Algo que no había pasado durante todo este proceso. Fuentes empresariales creen que no es casual y responde a un posicionamiento de la gran empresa que considera que se abren ventanas de oportunidad que pueden favorecerlos. Todo depende de cómo jueguen sus cartas con las diferentes formaciones políticas que ahora mismo están enfrentadas con la coalición del Gobierno.
Hace dos meses, esta Opa Hostil advirtió de los esfuerzos del Gobierno de Pedro Sánchez por construir una nueva base de apoyos en la gran empresa, partiendo de alianzas por la vía catalana y vasca. Un proceso que no ha parado y que le ha permitido establecer un núcleo fuerte en torno a estas dos autonomías y con avances concretos como la toma de control de Telefónica, la entrada de Sidenor en Talgo o la de Escribano en Indra. Pero también es verdad que el plan no ha sido exitoso con compañías con sede en Madrid, las que recelan de una resurrección de la economía catalana y de mayores privilegios para el País Vasco. En Cataluña, como no podía ser de otra manera, hay gran satisfacción con los movimientos pro-empresa de Salvador Illa -y por extensión de Sánchez- pero esto no se está reflejando en el grueso del Ibex que, por el contrario, cree que puede hacer valer sus intereses de la mano de grupos parlamentarios rebeldes para conseguir mayorías a favor de las grandes corporaciones.
El Ibex y la CEOE
Lo que sí tienen claro las empresas del Ibex es que deben pasar al ataque y afrontar las negociaciones de trinchera con sus propios equipos, incluso involucrando directamente a su cúpula directiva. Desde que Sánchez lanzó sus primeros órdagos contra la empresa, a partir de su radicalización tras la pandemia, las grandes compañías habían fiado la defensa de sus intereses a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), a su presidente Antonio Garamendi y a sus patronales sectoriales. Pero ahora todos coinciden en la incapacidad de estas entidades para abordar esta tarea.
Ha pasado en el caso de las sucesivas subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) y la avalancha de batallas que han perdido en el marco del Diálogo Social, donde los empresarios han sido atrapados por la pinza del Gobierno y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, con los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT). De hecho, nadie confía en que Garamendi pueda salir victorioso en la disputa por la reducción de la jornada laboral, pero sí creen que la mejor vía para doblar la mano al Ejecutivo es buscar el apoyo parlamentario para que rechacen la propuesta del Ministerio de Trabajo. Esto implica que incluso puedan pasar de la defensa de sus intereses particulares a la de los grandes temas macroeconómicos. Pero todavía es pronto. De momento, se centrarán en sus propias batallas… Y ya se verá. El Ibex también asume que la legislatura será larga y una debilidad permanente de Sánchez puede serles muy favorable.