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La asesora jurídica Mireia responde: quién paga las reparaciones en una casa alquilada

Tanto si eres propietario como si eres inquilino, si tienes dudas sobre el mantenimiento del hogar, este artículo te interesa

La asesora jurídica Mireia responde: quién paga las reparaciones en una casa alquilada

La asesora jurídica Mireia | TikTok

Cuando se produce una avería en una vivienda alquilada, surge una duda habitual: ¿quién debe pagar la reparación, el inquilino o el propietario? La abogada Mireia, socia en LegalConsult abogados, recuerda que la clave está en diferenciar entre reparaciones necesarias para la habitabilidad y pequeñas reparaciones derivadas del uso ordinario de la vivienda. La Ley de Arrendamientos Urbanos establece que el propietario está obligado a mantener el inmueble en condiciones adecuadas para vivir. Por su parte, el inquilino debe hacerse cargo de las pequeñas reparaciones provocadas por el desgaste diario. Esta división es la que marca la frontera entre unas responsabilidades y otras.

Cisternas, bombillas y otros arreglos menores

La rotura de una cisterna por uso habitual se considera una pequeña reparación, lo que significa que corresponde al inquilino asumir el coste. Lo mismo ocurre con una bombilla fundida, un clásico de la convivencia en cualquier hogar, ya que se entiende como un elemento de mantenimiento básico y frecuente. Mireia señala que estos arreglos menores no solo son previsibles, sino que forman parte del deterioro natural de los elementos de una casa habitada. Por ello no puede exigirse al propietario su sustitución, salvo que la avería tenga un origen que exceda el uso normal.

El termo deja de funcionar: ¿qué ocurre?

El calentador de agua es uno de los elementos esenciales para que la vivienda sea habitable. Si el termo deja de funcionar por antigüedad o deterioro general y es necesario cambiarlo completamente, la responsabilidad es del propietario. No disponer de agua caliente compromete directamente la habitabilidad del inmueble. No obstante, si el fallo está localizado en una pieza menor, el asunto cambia. Si la intervención es pequeña y entra dentro del mantenimiento ordinario, el gasto recaería sobre el inquilino. La frontera radica en el alcance de la avería y en su importancia para la vida diaria dentro de la vivienda.

Humedades en las paredes, un clásico del conflicto

Las humedades suelen ser uno de los problemas más habituales en los alquileres y también una de las fuentes de conflicto más recurrentes. Si estas se deben a un defecto estructural, filtraciones en tuberías, problemas en fachada o fallos de impermeabilización, el responsable es el propietario. Se consideran daños que afectan al estado general del inmueble y, por tanto, a la habitabilidad mínima del mismo. Sin embargo, también puede ocurrir que las humedades se produzcan por un mal uso del espacio por parte del inquilino. Por ejemplo, por falta de ventilación constante o acumulación de condensación. En esos casos, el arrendatario tendría que asumir la reparación o el saneamiento de la zona, por ser un daño causado por una incorrecta utilización del inmueble.

Casa alquilada

Comunicación y prevención para evitar problemas

Cuando se detecta una avería grave, el inquilino debe notificarla de inmediato al propietario para que este pueda actuar con rapidez. Si el propietario no responde y se trata de una reparación urgente, el arrendatario podría efectuarla y reclamar posteriormente el importe, aunque lo ideal es evitar llegar a ese punto. Asimismo, Mireia recomienda detallar por escrito qué tipo de reparaciones corresponden a cada parte en el contrato de arrendamiento. Es una manera de prevenir conflictos, especialmente en viviendas con rentas en torno a los 650 euros mensuales, donde propietarios e inquilinos buscan un equilibrio económico ajustado.

La interpretación es clara: todas las intervenciones necesarias para que el inmueble sea habitable deben correr a cargo del propietario, mientras que las pequeñas reparaciones motivadas por el uso ordinario son responsabilidad del inquilino. Esa es la regla de oro que, según la abogada Mireia, conviene recordar para evitar discusiones y para que la convivencia contractual fluya con normalidad.

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