Llámanos Gabriel

Los asuntos se amontonan a medida que se acerca el fin de año y, aprovechando que es (o ha sido) Black Friday, en lugar de un episodio sobre un tema monográfico, vamos a dar tres por el precio de uno. Llámanos Gabriel.

España ha asistido entre perpleja y entristecida al despliegue de registros y arrestos practicados por la Guardia Civil y la Policía Nacional la pasada semana. Parece que algún miembro del actual Gobierno, que llegó al poder enarbolando la bandera de la honestidad y la limpieza, se lanzó al pillaje nada más tomar posesión del cargo.

La cadena de escándalos ha llevado a miles de votantes moderados al más absoluto desconcierto. «¿Y a quién votamos ahora?», se preguntan no sin razón. Porque si la porquería que está empezando a aflorar impresiona, el olor a putrefacción que dejó la última legislatura del Partido Popular, con su Gürtel y su Bárcenas, tampoco le va a la zaga.

¿Ha llegado el momento de que los dos grandes partidos que han gobernado España desde la Transición, ambos igualmente corruptos y ensimismados, sean relevados por alguna formación alternativa?

Bildu tiene Pamplona como una patena y parece que su única prioridad es el bienestar de la ciudadanía. También es un valor al alza Gabriel Rufián. No será este pódcast quien discuta sus méritos parlamentarios, pero ¿está capacitado para asumir la gestión de un país?

El diputado de Esquerra planteaba esta semana su solución a los problemas más acuciantes del país. Se trata de una breve intervención parlamentaria y no le falta razón cuando señala que lo que realmente preocupa a los españoles son el aumento del coste de la vida y la carestía de la vivienda. Tanto la carne como la leche, los huevos y no digamos ya los pisos han subido claramente muy por encima de los salarios. ¿Y de qué le sirve a la gente que el país vaya como un cohete si luego no llega a fin de mes? «La gente no come rankings», dice Rufián.

¿Y qué remedio propone?

Sacar la comida y la vivienda de lo que llama «el mercado especulativo». «Quien se quiera hacer rico —dice— que no lo haga ni con casas ni con comida». Incluso habla de crear distribuidoras públicas de alimentación, como en Venezuela, porque bajar el IVA un 4% solo sirve para que los oligopolios de la distribución suban un 4% sus precios.

¿Es eso lo que necesita España o mejor seguimos con los remedios ortodoxos, por más que los apliquen políticos de partidos marcados por la corrupción?

Sobre ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de THE OBJECTIVE Miguel Ors Villarejo en esta nueva entrega de El Gris Importa.