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El 81% de los bebés tiene presencia en la red antes de cumplir los seis meses

El 23% de los niños está en Internet incluso antes de nacer porque sus padres publican imágenes de las ecografías

El 81% de los bebés tiene presencia en la red antes de cumplir los seis meses

El 23% de los niños está en Internet incluso antes de nacer porque sus padres publican imágenes de las ecografías. El porcentaje se dispara rápidamente: hasta el 81% de los bebés tiene presencia digital antes de cumplir los seis meses, según una encuesta elaborada por la firma de seguridad informática AVG en 10 países, entre ellos España. La cifra sigue aumentando en los primeros años de la infancia.

El control sobre el uso de cualquier contenido subido a una web, un blog o a redes sociales se pierde una vez publicado. Y cualquier contenido incluye textos, comentarios u opiniones y, por supuesto, fotografías y vídeos. En el caso concreto del material gráfico, los expertos advierten de un fenómeno que ya se conoce como oversharing sharenting y que hace referencia a la sobreexposición por parte de los padres de los menores especialmente en las redes sociales Instagram y Facebook.

En Reino Unido, por ejemplo, según un estudio publicado por la compañía Nominet, los padres publican en redes sociales cada año alrededor de 200 fotografías de sus hijos menores de cinco años. Esto significa que antes de cumplir los cinco, circularán 1.000 imágenes de cada uno de estos pequeños. El repertorio es variado: bebés que duermen plácidamente, chapotean en el baño, estrenan orinal, juegan alegres en el parque o muestran un sin fin de vivencias encantadoras para los padres, pero peligrosas para los menores por varios motivos.

Silvia Martínez, directora del máster universitario de Social Media: Gestión y Estrategia de la Universitat Oberta de Catalunya, también lo advierte: «Se presupone que los padres son los principales interesados en garantizar y proteger la imagen de sus hijos y que buscarán su bienestar por encima de todo. Sin embargo, cuando los padres comparten fotografías de sus hijos en las redes sociales, especialmente si son menores, pueden no ser conscientes de los riesgos que ello conlleva».

Cuando lo privado se hace público

«En muchas ocasiones, los padres creen que la exposición que hacen de esas imágenes quedará limitada al círculo de sus conocidos directos, pero su alcance puede ser mucho más amplio», apunta Silvia Martínez, también miembro del Grupo de Investigación en Aprendizajes, Medios y Entretenimiento (GAME).

La experta explica cómo se difunde: «En primer lugar, la mayoría mantiene un perfil público en las redes, con lo que esa imagen podría ser vista por cualquier usuario. Por otro lado, aunque los padres hayan limitado la exposición de su perfil haciéndolo privado, en ocasiones los propios conocidos o familiares comparten esas imágenes que les han llegado por las redes (incluso sin disponer de una autorización para hacerlo), con lo que amplían ese alcance que puede llegar a tener la fotografía».

Además, al publicar contenido en las redes, los padres ceden ciertos derechos sobre su uso. Por ejemplo, en las condiciones de servicio de Facebook se especifica: «Si compartes una foto en Facebook, nos das permiso para almacenarla, copiarla y compartirla con otros (de conformidad con tu configuración). […] Puedes eliminar el contenido o tu cuenta en cualquier momento para dar por finalizada esta licencia. En cualquier caso, el contenido que elimines puede seguir siendo visible si lo has compartido con otras personas y estas no lo han borrado».

Otro de los riesgos de publicar fotografías de menores es que pueden utilizarse como material pornográfico a escala mundial por medio, por ejemplo, de la extracción de la imagen de sus genitales cuando se muestran desnudos. También pueden convertir a los niños en posibles víctimas de la pornografía infantil mediante la sustitución, con aplicaciones y tratamiento informático.

Usurpación de identidad

El 4 de diciembre de 2018 se publicó una noticia en Wall Street Journal que alertó de otro de los peligros de la sobreexposición de los hijos o sharenting: la usurpación de identidad. «Me gustaría dar la bienvenida al mundo a mi hijo. Mamá y el tío Maddox te quieren mucho, Artie», decía la presentación en sociedad de Arthur Lance Maddox Parker, acompañada de la foto de un recién nacido dormido plácidamente. Pero resultó que Arthur no era Arthur.

Emory Keller-Kurysh, una mujer de 33 años de Canadá, era la madre real del bebé (que, por cierto, era una niña). Había hecho la foto dos años antes con su móvil en la habitación del hospital después de dar a luz y la había publicado en su perfil público de Instagram. Afortunadamente, a esta madre le llegó la prueba de que la imagen de su hija circulaba como si fuera el bebé de otra mujer y alertó a Facebook, propietaria de Instagram.

La compañía cerró la cuenta de la madre que había robado la identidad de la menor porque violaba los términos de servicio de la red social. Por su parte, la madre real cambió su perfil a privado para que solo las personas que ella aprobara pudieran ver las fotos de la niña.

Peligro de localización

Ante casos como este, la experta en comunicación digital y redes sociales de la UOC advierte lo siguiente: «Compartir contenidos y narrar cada avance y logro que los hijos consiguen, comentar sus gustos y preferencias, indicar los sitios que visitan o mostrar espacios tan privados como sus habitaciones pueden, además, desencadenar peligros mayores. Todos estos datos ofrecen mucha información a terceros que pueden aprovecharla para intentar alcanzar fines delictivos o incluso atentar contra la integridad de esos hijos».

Al difundir la infancia de los hijos estamos imprimiendo sus primeras huellas digitales. Silvia Martínez lo explica: «Al publicar esas fotografías, se contribuye a crear una identidad con la que el interesado, en este caso el hijo o la hija, puede no sentirse representado o cómodo, y terminar incluso sintiéndose avergonzado por ciertas situaciones o información muy personal que puede llegarse a mostrar en esas imágenes».

El estudio Not at the dinner table: parents and children’s perspectives on family technology rules, elaborado por las universidades de San Francisco y Michigan, aporta datos sobre este punto: «El 56% de los padres comparte información potencialmente vergonzosa de sus hijos, el 51% da datos con los que puede localizárseles y un 27% cuelga fotos directamente inapropiadas».

¿Las consecuencias? Aumenta el riesgo de que se conviertan en blanco de burlas y sufrir acoso o ciberacoso, o que las imágenes sean mal utilizadas por otros con el consiguiente impacto en la autoestima, reputación y relaciones sociales. La experta apuesta por pedir permiso siempre a los niños, incluso cuando son menores de edad para que puedan tener control sobre su huella digital.

¿Qué dice la ley en España?

La legislación avanza en materia de protección del llamado derecho al olvido. Así, la Ley orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales incluye una mención específica al ejercicio de ese derecho cuando terceros hayan subido información respecto a menores en redes sociales.

El apartado 3 del artículo 94 sobre el derecho al olvido en servicios de redes sociales y servicios equivalentes recoge lo siguiente: «En caso de que el derecho se ejercitase por un afectado respecto de datos que hubiesen sido facilitados al servicio, por él o por terceros, durante su minoría de edad, el prestador deberá proceder sin dilación a su supresión por su simple solicitud».

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