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¿Qué blindamos ahora?

«Las constituciones deben blindar libertades y valores en los que se basa la ciudadanía que compartimos, no opciones ideológicamente controvertidas»

Despierta y lee

Ilustración de Erich Gordon.

  • Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián, 21 de junio de 1947) es un filósofo y escritor español. Aficionado a las carreras de caballos y lector de Borges. Fue profesor de Filosofía. Destaca en el ámbito del ensayo y el artículo periodístico, y además, ha incursionado en la novela y el género dramático.

Cada cual tiene sus embobamientos más o menos culpables y yo reconozco sentir uno grave por la cultura francesa. Ni siquiera aquel agudo y divertido panfleto Contra los franceses de mi añorado amigo Manolo Arroyo logró despertarme de mi sueño dogmático. Todo lo que viene de Francia me parece superior y envidiable… salvo el jamón de Bayona.

¡Y mira que he tenido ocasiones de desengañarme! Me fascinó la lucidez escéptica de la prosa de Voltaire pero luego tuve que tragarme a Derrida, a Lacan y hasta a Alain Badiou (a éste ya poco, lo admito). Disculpaba las diatribas contra los franceses de Cioran porque sobre todo se refería a los parisinos, que pese a la dicha de vivir en París se las arreglan para amargarse ostentosamente la existencia.

He admirado su liberté de costumbres -¡nadie podrá curarme de las francesas!- y de expresión, aunque el caso Matzneff, junto a las inquisidoras Annie Ernaux (con talento) y Virginie Despentes (sin ninguno) me han hecho vacilar en mi entusiasmo. Y Louis Malle o Jean-Pierre Melville no son John Ford, desde luego, pero están mejor que la media europea. Incluso Macron, fíjense en mi empecinamiento, me ha gustado hasta ahora más que los demás gerifaltes de nuestra decadente Europa. Con panache y un poco de gloriola pero a fin de cuentas simpático… comparado con lo que tenemos en casa.

«Lo que cuenta no es sino flamear otra bandera contra quien no piensa lo mismo que nosotros»

Pero resulta que ese mismo Macron que se había ganado todo mi afecto sugiriendo que antes o después habría que mandar tropas de la Unión Europea a defender Ucrania contra Putin se ha empeñado en convertir el aborto (legal en Francia desde 1975) nada menos que en un derecho constitucional. Y muchos franceses y sobre todo francesas muy contentas con el disparate. Lo que cuenta no es tener acceso libre y regulado, como ahora, a una solución de último extremo que a nadie puede resultar agradable sino flamear otra bandera contra la reacción, o sea contra quien no piensa lo mismo que nosotros.

Las constituciones deben blindar libertades y valores en los que se basa la ciudadanía que compartimos, no opciones ideológicamente controvertidas que hieren la sensibilidad moral de buena parte de nuestros compatriotas. Lo ha explicado muy bien Pablo de Lora en un artículo publicado en este mismo diario (Del derecho al aborto al aborto de los derechos).

Puestos a blindar hasta el fin del mundo, ¿por qué no blindar la vasectomía para ser plenamente feministas y que no recaigan sobre ellas todos los malos tragos con que la naturaleza castiga nuestros placeres? ¿O el derecho a la prostitución y que se fastidien los remilgados abolicionistas? A todo esto cada vez hay menos niños y más señoras paseando felices su perrito. Mal, trés mal, mon cher Macron.

25 comentarios
  1. JaimeRuiz

    A lo mejor las cinco décadas transcurridas desde el atentado a Carrero Blanco quedan en la historia como el savaterismo. La hegemonía de un pensamiento laicista dispuesto a combatir el oscurantismo franquista de la época anterior. El aborto es un ejemplo típico, que las mujeres puedan decidir dentro de un plazo si «interrumpen la gestación» puede defenderlo alguien que da por sentado que no quiere que haya abortos sino educación sexual (Gómez Dávila decía que la educación sexual era la educación de las perversiones sexuales), etc. Pero ahora se encuentran con que hay gente que realmente quiere más abortos y que en cada aborto ve un avance de su tribu y hasta de su situación económica, por ejemplo si hace películas pagadas por dinero público. A los savateristas les cuesta entender que esos tiranos totalitarios son el verdadero enemigo y no los católicos ni los antiabortistas, ni siquiera los nostálgicos del franquismo. El trastorno que ocasionan promoviendo el transexualismo sólo promete sufrimiento, degradación y locura como componentes de una decadencia generalizada. El patriarcado es una presentación del capitalismo, que consiste en que lo tuyo es tuyo. Hay que superarlo para que sea mío.

  2. PresuntoImplicado

    La diferencia entre Macron, la Francia de Macron y las bestias fachas españolas, entre las que incluyo a Savater, es que aquellos son gente sensata y moderada, mientras que estos, los fachas cavernícolas españoles, son gente atrasada, marcada por la religión católica y sus estúpidos dogmas, que quieren imponer a todo el país aunque se llamen liberales y constantemente hablen de «libertad». La única libertad que entiende esa panda de cabrones es la suya propia, la de conducir borracho si les da la gana (Asnal), la de defraudar a Hacienda si así gustan (todos), la de fumar donde se les ponga porque «nadie me tiene que decir A MI…». Esta piara de hdp quiere imponernos a todos su mierda de costumbres y dogmas, porque lo consideran natural y sano, y quieren hacer lo que les dé la gana si no les gustan las normas que nos damos,

  3. Fedeguico

    Una constitución no debe blindar libertades y valores meramente compartidos, sino lo objetivamente único en que podemos y debemos estar de acuerdo, porque la alternativa es el estado de guerra permanente, latente o declarado.

    Sólo existe una constitución propiamente dicha y sólo contiene un artículo: absolutamente prohibido iniciar violencia contra ningún ser humano. Esto es más que suficiente porque consagra la vida, la propiedad y la libertad de todos, obligando a armonizar la convivencia mediante normas abstractas, generales y simétricas o en su defecto contratos libres y voluntarios.

    Como es lógico, por violencia se entiende, ni más ni menos, cualquiera de las tasadas conductas que condenan y persiguen los códigos penales universales y tradicionales.

    Cualquier otra cosa que se añada a esta ley fundamental será redundante o una insidia para engañar y confundir, una vulgar artimaña para, en vez de una radical limitación del poder político con carácter general, genuino sentido de una constitución bien entendida, simplemente limitar la capacidad ejecutiva del adversario político. O sea, exactamente una anticonstitución.

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