THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Fact-checking

Los medios crean secciones dedicadas a ello, a menudo para comprobar la veracidad de los del otro bando

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Fact-checking

Libertad de expresión es la libertad de expresión de los míos. La presunción de inocencia es la presunción de inocencia de los míos. Los míos son víctimas y héroes a la vez: sufren censura y persecución de sus ideas, el establishment está contra ellos, y a la vez son héroes de la resistencia. En una época de polarización y sectarismo, los intentos de trascender líneas divisorias son loables. Han surgido iniciativas que luchan contra las noticias falsas y los bulos, por ejemplo. Pero pronto el fact-checking se ha politizado y convertido en un arma: los medios crean secciones dedicadas a ello, a menudo para comprobar la veracidad de los del otro bando. Hay medios que revisan con minuciosidad banalidades de los otros y obvian barbaridades de los suyos.

Lo que empezó como algo bienintencionado y necesario (y que medios como Maldito Bulo hacen de manera rigurosa e inteligente) se convierte en un arma partidista. Ocurrió algo parecido con las fake news[contexto id=»381731″]. Cuando los medios comenzaron a hablar en EEUU del fenómeno de las noticias falsas, los partidarios de Trump y el propio presidente usaron el concepto para atacar a los medios generalistas. CNN, el New York Times y el Washington Post eran las verdaderas fake news. En una época de polarización y populismo, los conceptos se instrumentalizan rápidamente y pierden su significado original. Ahora hacer fact-checking es una manera de dar una pátina de credibilidad y modernidad a un periodismo de baja calidad.

A los periodistas nos encanta psicoanalizarnos. ¿Qué hemos hecho mal? ¿Por qué no hemos llegado a la gente? ¿Por qué dicen que manipulamos si nuestras intenciones son buenas, estamos en el lado bueno de la historia y nos preparamos casi siempre las entrevistas? Hay innumerables casos de partidismo, de periodistas mamporreros y otros que acaban de presidentes de la Generalitat, pero la profesión conserva una autoimagen muy positiva y tiene siempre un blindaje frente a las críticas: criticar al periodismo es degradar la democracia.

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