THE OBJECTIVE
Óscar Monsalvo

Las decisiones que no tomamos

Tener una conciencia limpia -y exhibirla- es una de las mayores aficiones de los occidentales. De ahí el éxito de las redes sociales. Para conseguirlo hemos ido desarrollando herramientas de todo tipo. El condicional es una de esas herramientas, y una de las más eficaces. Este extraño tiempo verbal, que en realidad está fuera del tiempo, nos permite tener una conciencia limpísima sin mancharnos las manos.

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Las decisiones que no tomamos

Tener una conciencia limpia -y exhibirla- es una de las mayores aficiones de los occidentales. De ahí el éxito de las redes sociales. Para conseguirlo hemos ido desarrollando herramientas de todo tipo. El condicional es una de esas herramientas, y una de las más eficaces. Este extraño tiempo verbal, que en realidad está fuera del tiempo, nos permite tener una conciencia limpísima sin mancharnos las manos.

El condicional apunta al lugar en el que transcurre la acción. Nos lleva a la Situation Room de la Casa Blanca, a la Moncloa o a la cabina del Enola Gay. En ocasiones nos lleva a lugares en los que realmente no se decidía nada, pero da lo mismo, porque es un lugar imaginario y esas situaciones sólo existen en nuestra mente, donde todo es más simple. Por eso sabemos lo que habríamos hecho nosotros, que somos puros. No habríamos arrojado la bomba, no habríamos aprobado los recortes, o habríamos satisfecho las demandas de los terroristas. Habríamos puesto los principios por encima de las consecuencias, lo ideal por encima de lo real. Fiat iustitia, et pereat mundus. Nos lo podemos permitir porque en el condicional no hay mundo ni justicia. No hay contrapartidas ni consecuencias imprevistas. No hay consecuencias, de hecho, y por eso salimos limpios.

Hay otra forma de condicional, más enrevesada y también más tramposa: el arrepentimiento. Aquello que según Spinoza nos hace dos veces miserables. «Si pudiera volver atrás actuaría de manera distina», dice el arrepentido. Lo que dice no significa nada, pero altera el pasado. El primer condicional nos ofrece la posibilidad de despreciar a quienes tomaron decisiones difíciles. El segundo nos ofrece la posibilidad de ser otro, de eludir el autodesprecio.

Exhibir lo que no somos y borrar lo que fuimos. Una herramienta prodigiosa.

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