THE OBJECTIVE
Miguel Carballo

Yago Lamela o el martirio del éxito

El mejor atleta asturiano de la Historia, saltó tan alto que no pudo, no supo, gestionar una caída inesperada y precoz, del todo despiadada, originada toda ella a partir de contratiempos cotidianos en un deportista como son las lesiones.

Opinión
Comentarios
Yago Lamela o el martirio del éxito

El mejor atleta asturiano de la Historia, saltó tan alto que no pudo, no supo, gestionar una caída inesperada y precoz, del todo despiadada, originada toda ella a partir de contratiempos cotidianos en un deportista como son las lesiones.

Hay veces que el éxito acaba por convertirse en un martirio. El de Yago Lamela, fallecido a los 36 años, fue tan extraordinario que, por impactante y efímero, le dejó para siempre vacío, con la frustración lógica de quien quiere seguir en la élite y no puede, de quien se sabe preparado para marcar una época y se ve obligado a frenar en seco. El atleta asturiano, el mejor atleta asturiano de la Historia, saltó tan alto que no pudo, no supo, gestionar una caída inesperada y precoz, del todo despiadada, originada toda ella a partir de contratiempos cotidianos en un deportista como son las lesiones. Su dolencia en el tendón de Aquiles en 2004, después de ascender al infinito con dos saltos estratosféricos (8,56), le acabó por anestesiar el alma, incapaz de comprender nada, luchador incansable, inmerso poco después en un proceso de depresión.

Yago tocó la gloria con 22 años y nadie dudó de que ese chaval risueño que de niño sorprendió a su padre con un salto en la playa de Xagó (Asturias) iba a convertirse en el mejor saltador de longitud de la historia del atletismo español. Su marca de 8,56 sigue siendo, de hecho, el tercer récord europeo al aire libre y el segundo bajo techo.

Tipo sincero y tímido, bonachón y espontáneo en las distancias cortas, intentó rumiar su prematuro abandono del atletismo diseñando una nueva vida. Se volcó en sus estudios de informática, se apuntó a inglés, al gimnasio, viajó a Estados Unidos para iniciar otra etapa y se refugió en la música electrónica, otra de sus grandes pasiones. Él, sin embargo, siempre se imaginaba en la pista. Era un erre que erre insoportable. En 2011, tuvo que ser ingresado en el hospital con un cuadro de depresión.

Salió de ella con la ayuda de los suyos, que últimamente le veían más centrado que nunca, con más ganas de avanzar y retomar las riendas de su vida. Su intención era aproximarse a su deporte pero desde la barrera, ayudar a atletas como él, contarles su experiencia, convertirse en entrenador. No pudo. Su vida, como su éxito, se acabó demasiado rápido con la misma crueldad.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D