THE OBJECTIVE
Marcela Sarmiento

Sugar Man

En el caso del joven director no hace falta querer encumbrarlo luego de su muerte. Logró hacer lo que el destino le tenía guardado: convertir a Sixto Rodriguez en un personaje de culto que irónicamente sobreviviría a quien muchos años después le volvió a dar vida.

Opinión
Comentarios
Sugar Man

En el caso del joven director no hace falta querer encumbrarlo luego de su muerte. Logró hacer lo que el destino le tenía guardado: convertir a Sixto Rodriguez en un personaje de culto que irónicamente sobreviviría a quien muchos años después le volvió a dar vida.

Siempre es triste mirar la foto de alguien que ha muerto. Conocido o perfecto desconocido nos inventamos historias que se acomoden mejor a nuestra conciencia y recreamos en segundos lo que pudo ser la vida y los últimos momentos de quien ya no está. Nuestra imaginación vuela aún más cuando las circunstancias que rodean su partida dejan infinidad de inquietudes. ¿Por qué tomó la decisión de dejarnos por siempre?

Malik Bendjellul, tenía 36 años e hizo un documental que más allá de haber sido premiado por la academia, logró tocar la fibra de varias generaciones que encontraron en su reciente obra, un apasionante y revelador relato de un músico de los 70’s llamado Sixto Rodríguez. Perdido en el tiempo fue redescubierto por el director. La búsqueda valió la pena. La música de Rodríguez fue el mejor pretexto para convertir su historia en un cuento de hadas de un hombre real. Nos  enamoró de su protagonista, pero también de su sensibilidad para contar su experiencia.

Bendjellul entró a las grandes ligas del cine gracias a Searching for Sugar Man. Dedicó cinco años a  su meticulosa investigación y posterior filmación. A partir de ahí se convirtió en un referente de los documentalistas que sueñan con encontrar personajes que sorprendan a los seguidores de biografías, en éste caso del mundo de la música. Según Simon Chinn, productor de Sugar Man y su amigo, Malik  era feliz. Un hombre lleno de energía con el que había estado reunido recientemente para trabajar en proyectos que son prometedores pero que han quedado a la deriva. Pero las apariencias suelen engañar. Detrás de esa vitalidad se supone que también había momentos de oscuridad que no pudo combatir. Todo apunta a un suicidio al que llegó por depresión y a partir de ahora su familia, novia y amigos tendrán que reconciliarse con su él a pesar de su sorprendente decisión.

No importa que tanto éxito tuviera. Tampoco sirvió de nada tener un Oscar en su currículo. A primera vista pareciera que lo logrado no hubiera sido suficiente a los 36 años. No es cierto. Seguro que significó muchísimo para él ser reconocido por su trabajo. Lo agradeció y celebró públicamente. Su documental lo hizo feliz. Para mí no hay duda. Ha sido premiado por los millones de espectadores que lo han visto hasta el momento. Logró ser tenido en cuenta por productores que aportaron dinero para permitirle seguir haciendo lo que le gustaba, cine.

Pero lo mató la depresión. Quizás él tampoco hubiera querido ese final pero en esos casos es más fuerte el deseo de desaparecer que cualquier otro pensamiento posible. Es una enfermedad dura. Solitaria. Ataca y no precisamente a los más débiles. Cuando aparece, pobre de la víctima. No importa la capacidad intelectual. Tampoco los privilegios con lo que se pueda contar. Nada de eso parece tener relevancia. El desbalance es tal que la forma de ayudarse no depende del enfermo. Entran a jugar los profesionales. Nadie mejor que una persona dedicada a estudiar y confrontar a un enfermo para darle caminos viables que le permitan seguir luchando hasta donde pueda. Existen quienes rechazan los medicamentos. Otros quienes abusan de ellos. No falta el que se refugia en la religión. También quienes le apuestan al deporte como vía de escape. Existen los que se aíslan del mundo, hay otros que incluso se enamoran, aman, ríen y aparentan tener esperanzas pero no logran aplacar la bestia que se encuentra dentro. Finalmente sucumben ante ella. Que injusto ser recordados por esa íntima y última resolución.

En el caso del joven director no hace falta querer encumbrarlo luego de su muerte. Logró hacer lo que el destino le tenía guardado: convertir a  Sixto Rodriguez en un personaje de culto que irónicamente sobreviviría a quien muchos años después le volvió a dar vida.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D