THE OBJECTIVE
Juan Miguel Rueda Fernandez

De la Goyesca a la Maestranza, pasando por Graná

Esta vez suena distinto según rumorean los asiduos a la plaza. Han traído un torero nuevo, lo lleva en la sangre y se le nota. Podría ser perfectamente descendiente de José Tomás o del mismísimo Manolete, adiciona otro. Máxima expectación en la plaza, como se diría en términos espirituales

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De la Goyesca a la Maestranza, pasando por Graná

Esta vez suena distinto según rumorean los asiduos a la plaza. Han traído un torero nuevo, lo lleva en la sangre y se le nota. Podría ser perfectamente descendiente de José Tomás o del mismísimo Manolete, adiciona otro. Máxima expectación en la plaza, como se diría en términos espirituales

De las 17, esta es la más difícil, siempre se repite el mismo final: el torero para la enfermería, y el toro rojizo con un clavel en la boca siempre sale airoso del combate.

Esta vez suena distinto según rumorean los asiduos a la plaza. Han traído un torero nuevo, lo lleva en la sangre y se le nota. Podría ser perfectamente descendiente de José Tomás o del mismísimo Manolete, adiciona otro. Máxima expectación en la plaza, como se diría en términos espirituales, «aquí no cabe un alma». Las gradas llenas, los tendidos a rebosar y hasta el palco del príncipe ocupado.

¿El toro? El de siempre, seguro, experimentado, 33 años toreando en la misma plaza. Se conoce hasta el último rincón del ruedo.

¿El torero? Algunos dicen que viene de Madrid, otros de Barcelona y hasta alguno arguya que es un «indignado». Porta un traje de luces raro, mitad azul, mitad de naranja y hasta trazas de morado. Lento, elegante y bravo. Se palpa en el ambiente que quiere hacer disfrutar a sus votantes de un quejío parsimonioso. Este torero quiere salir por la puerta grande, de eso no cabe duda.

Primera capotada y el torero lee en los ojos del animal que no transmite. Va a ser fácil darle puyazos en el morrillo, piensa para sus adentros. ¡Música para el maestro! – gritan desde el tendido. ¡Vamos maestro! – Le espeta un señor mayor desde la grada. El toro con torpeza intenta embestir al joven torero, mientras que Susana intenta la investidura corriendo la misma suerte.

Llega el momento del tercio de la muerte. Demostrada la maestría, el joven se pone de estatua frente al animal. Pies juntos, ni se inmuta.

«No sabemos si será la estocada perfecta la que cerrará el espectáculo o necesitará del toque de gracia, pero esperemos Susanita que nos cambies de toro pronto, porque si algo tenemos claro, es que con este joven diestro hemos disfrutado.»

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