THE OBJECTIVE
Amando de Miguel

El terrorismo de nunca acabar

No estaría mal el intento de sustituir la ONU por una Organización de Estados Democráticos. La primera acción de la nueva entidad debería ser el estricto control del mercado internacional de armas y explosivos. Al tiempo, se debería establecer una supervisión política de las mezquitas y sus actividades conexas con el carácter subversivo.

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El terrorismo de nunca acabar

No estaría mal el intento de sustituir la ONU por una Organización de Estados Democráticos. La primera acción de la nueva entidad debería ser el estricto control del mercado internacional de armas y explosivos. Al tiempo, se debería establecer una supervisión política de las mezquitas y sus actividades conexas con el carácter subversivo.

Alguna vez los inútiles y costosos organismos internacionales (ONU, OTAN, UE) se percatarán de que nos hallamos inmersos en la III Guerra Mundial. Solo que en este caso el único que está organizado es el bando totalitario, el sedicente Califato Islamista, aunque con distintos nombres. No se esperen ejércitos regulares ni batallas en campo abierto.

Están de más las declaraciones protocolarias del estilo “no todos los islamistas son terroristas”. Claro es, pero todos los terroristas son islamistas. Hay otras formas menores de terrorismo, pero esta de la “guerra santa” es la que alcanza una dimensión mundial. Ahora les da por arremeter contra los turistas, la población civil.

La única solución pasa por un inmediato ataque conjunto de los países democráticos contra el Califato del Islam. Pero una conquista del territorio en toda regla, no bombardeos esporádicos. Son ociosas las discusiones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No estaría mal el intento de sustituir la ONU por una Organización de Estados Democráticos. La primera acción de la nueva entidad debería ser el estricto control del mercado internacional de armas y explosivos. Al tiempo, se debería establecer una supervisión política de las mezquitas y sus actividades conexas con el carácter subversivo.

Resulta un contrasentido que la política antiterrorista de los Estados democráticos resida en los correspondientes Ministerios del Interior. Debe pasar a los Ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores, coordinados de la forma que digo. Se impone cambiar radicalmente la forma de actuar de las fuerzas armadas y policiales.En el entretanto, como nada de lo dicho se va a hacer, los contribuyentes seguiremos soportando los aleatorios atentados terroristas. No van  a servir de mucho consuelo las declaraciones oficiales de que “hay que estar unidos”.

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