La sintonía de Trump y Peña Nieto

Donald Trump, candidato republicano a perder las elecciones presidenciales de su país, y Enrique Peña Nieto, presidente de Méjico, se reunieron la pasada semana con tres puntos anotados en la agenda. El comercio, la inmigración y el tráfico de drogas. Tres asuntos en los que están en perfecta sintonía, si ésta se escribe en clave de ideología desafinada.

En el intercambio, una persona entrega un bien a otra, a cambio de que ésta le entregue otro. No es un ritual, sino que las dos personas lo hacen porque creen que ganan, cada uno de ellos. El comercio es el organismo formado por cada una de esas células que llamamos intercambios, por lo que, aunque siempre hay quien piense a posteriori que se ha equivocado, el resultado es beneficioso para la gran mayoría. Y puesto que esto se basa en valoraciones que son subjetivas, no tiene sentido decir, como Trump, que beneficia más a una parte que a otra.

El capitalismo reduce las diferencias de riqueza de dos modos: llevando el capital donde el trabajo es barato, pero hay oportunidades de beneficio, y haciendo que sean los trabajadores quienes vayan allí donde hay capital. En ambos casos, y como ocurre con el comercio, el beneficio es para las dos partes. ¿Por qué, si no, cruzan la frontera tantos mejicanos para trabajar en los EE.UU? Y ¿Por qué hay tantos empresarios ávidos por recibirlos?

Hay consumos dañinos o arriesgados, como es el caso de las drogas. Prohibirlo, o hacerlo con su producción y distribución, es una quimera. Todo el que quiere consumir, lo hace. Incluso los súbditos del gordito Kin Jon-un se mueren por la metanfetamina. Convertir ese comercio en ilegal es un método perfecto para fomentar el crimen; también el del Estado.

Peña Nieto y Trump coinciden en entenderlo todo exactamente al revés.