Venganzas, celos y envidias
«Cortar las alas de Ayuso es una de las peores decisiones que podría tomar Génova»
La política es como la vida misma, con sus tensiones, problemas personales, celos y venganzas hacia compañeros con los que se han cruzado episodios no resueltos. Estos días son especialmente difíciles por la peripecia madrileña que enfrenta a Sol con Génova –cada vez se asienta más el uso de identificar partidos e instituciones con sus direcciones- y por los problemas que se viven en Moncloa, donde la cosa no acaba de arreglarse entre la vicepresidenta primera y la vicepresidenta segunda, y las consecuencias de ese enfrentamiento.
Pedro Sánchez se ha deshecho de todo aquel que se movía cerca de Susana Díaz, pero el congreso socialista de Andalucía, que debía ser la apoteosis de Juan Espadas al ser elegido secretario general, no ha sido tan entusiasta como se preveía. A Espadas no se le ve cómodo en su nuevo papel, que tuvo que aceptar aunque habría preferido ejercer solo de alcalde de Sevilla, que es lo que verdaderamente le apasiona. Pero Sánchez entendió que solo Espadas podía ganar a su ex adversaria y el alcalde no tuvo otra que aceptar el reto.
Sánchez, que ha hecho dos sangrías en el Psoe, la primera cuando fue elegido sustituto de Zapatero, y la segunda cuando fue sustituto de sí mismo después de ser expulsado de mala manera, se ha visto obligado a echar mano de algunos de aquellos a los que había defenestrado porque no le mostraron amor incondicional. Han pasado de ser llamados traidores a formar parte del equipo más potente de Moncloa. No era para menos: personajes como Óscar López o Antonio Hernando no hay muchos en el Psoe, y finalmente Sánchez ha comprendido que es mejor contar con los buenos aunque no siempre le hayan hecho la ola al tomar decisiones que les parecían equivocadas. Hoy, un Sánchez que teme que se cumplan los augurios de las encuestas, pésimos, ha decidido olvidar las venganzas y llamar a su vera a los que pueden cambiar la imagen del gobierno actual, que no es para tirar cohetes.
Que tome buena nota Pablo Casado, con un problemón importante en el partido. En todo el partido, porque la que tiene armada con Isabel Ayuso afecta al PP de toda España. Teodoro García Egea se había metido ya en muchos charcos, y aunque probablemente tan faltos de razón están Egea y Ayuso por igual, como cargados de razón también por igual, ante la opinión pública y gran parte de la militancia ella pisa más fuerte.
Ayuso lucha por lo que considera lógico, presidir el partido de Madrid como hacen los presidentes de gobierno regionales, y Egea está empeñado en que ella acate las decisiones de la dirección nacional. Prioriza la autoridad de Génova a cualquier otra consideración, aunque el follón que se ha armado es letal para Casado. Si Ayuso pierde las elecciones madrileñas cuando toquen, en el 2023, será unánime el comentario de que Casado la ha perjudicado, y en las generales que se celebrarán a continuación el presidente del PP lo tendrá crudo. Y si gana las elecciones madrileñas Ayuso arrasando nuevamente, Casado habrá quedado tan tocado que su futuro se presentará más bien negro.
Estas cosas pasan, primero, por no medir bien los pasos que dar. Y segundo, por anteponer los celos personales, las envidias ante los triunfos del otro, y las malas relaciones, a cualquier otra consideración. El éxito de Ayuso el 4 de mayo salvó a Casado de una situación muy difícil, puso al PP nuevamente en el mapa. Intentar cortarle las alas desde Génova, es una de las peores decisiones que se podían tomar en la dirección del PP. No es un problema de aceptar o no la autoridad del jefe, sino de algo tan simple como hablar sensatamente sobre lo que se debe hacer. Como adultos, no como advenedizos que se pelean por ver quién manda en quién, o quien decide qué.