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Cristina Casabón

Casado y Ayuso: un matrimonio a la italiana

«’Verso suelto’ seguramente sea una manera de describir a los que tienen liderazgo natural y por lo tanto voz propia, personalidad. En inglés lo denominan ‘special cookie’»

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Casado y Ayuso: un matrimonio a la italiana

Eduardo Parra | Europa Press

La batalla interna entre el dúo popular es como un matrimonio a la italiana. Están sumidos en una trama política que recuerda al clásico del cine italiano con dos mitos absolutos, Marcello Mastroianni, haciendo de Domenico y Sophia Loren haciendo de Filomena. Ella quiere llevar otra vida más decente, casarse y ser respetada, pero él es un Don Juan algo torpe. Todo son atajos y sorpresas, excusas, le juega malas pasadas. Son una pareja de revista, una pareja ganadora, pero Marcelo no se da cuenta. Ay Marcello, Marcello…

Nuestro drama político está cada vez más embarrado, y aparecen personajes secundarios que pueden tener un papel principal. Hay quien dice que en realidad la relación personal entre Casado  y Ayuso no es tan mala, y son sus colaboradores los que les llevan por este camino de la ruptura en lugar de apostar por la fórmula ganadora. «Se le está poniendo cara de Cayetana Álvarez de Toledo», decía un titular entrecomillado de El País, y me imagino a Pepa Bueno y a los socialistas descorchando el champán y escribiendo aquello de los «versos sueltos». Alguien está asesorando mal a Marcello.

«Verso suelto» seguramente sea una manera de describir a los que tienen liderazgo natural y por lo tanto voz propia, personalidad. En inglés lo denominan special cookie. En el caso de Ayuso, su liderazgo también deriva de la legitimidad que le concedieron las urnas el 4M. La autoridad es el poder combinado con el derecho legítimo de utilizar ese poder. Ahora mismo Ayuso es la presidenta de la Comunidad más rica de España, aprueba leyes y hace políticas visibles. En este partido nadie asume esta realidad, porque van demasiado apresurados, demasiado ocupados con otras cosas. El de Ayuso es un poder tangible, real. Ella lo sabe, y reclama lo que es suyo. Claro, esta verdad puede resultar desagradable, pero es más desagradable perder unas elecciones generales. Así que mejor que vayan aprendiendo a manifestar un poco de emoción, y admiración.

Hay una escena en la que Filomena, tras hacerse pasar por una enferma al borde de la muerte, pide que traigan a un sacerdote. Llega Domenico muy triste, y preparado para rezar por su alma, se arrodilla ante la cama. El cura entonces les casa de forma súbita y repentina. Domenico, un poco confundido, sale de la habitación y habla con su amante por teléfono. «Ha pasado algo terrible», dice. «La pobrecita se está muriendo». Y de repente Filomena contesta, resucitada, a sus espaldas: «La pobrecita ya no se está muriendo, la virgen me ha concedido su gracia, somos marido y mujer». Si, pescado en flagrante delito. Y atrapado en sus redes, porque ya dijimos que Domenico es un poco torpe y no conoce a las mujeres de armas tomar.

Ayuso es una mujer de armas tomar y ha sido muy importante, tanto que ahora la suerte de Ayuso puede ser la suerte de Casado. Los resultados de las elecciones de Madrid han permitido a los populares adelantar al PSOE de Sánchez en los pronósticos creando el marco mental de una alternativa de liderazgo. Una alternativa que representa una mentalidad liberal, progresista, propia de sociedades que ven el interés propio racional como algo positivo y consideran que la competitividad no es necesariamente negativa y hay que contar con los mejores. El PP, si aspira a crear una sociedad mejor de una forma inteligente ha de empezar por premiar a los mejores.

La pasta de la que están hechos los líderes políticos, la dinámica interna del partido, todo esto es importante porque conformará la identidad del PP de Casado y Ayuso. Contra lo que se suele decir, hay una derecha que es despierta, flexible, innovadora, creativa, competitiva, emprendedora. Nuestra sociedad va por delante de la política socialista y sus ridículas categorías, por eso se necesita que la política empiece a reflejar lo que hay en la calle, y no se convierta en una especie de baile de la zancadilla. Solo falta que Casado se rinda ante esta evidencia: Son, a pesar de todo, como un matrimonio a la italiana, son como un isomorfismo y será mejor para Casado tenerla de su lado.

«Yo tengo muy claro que mi sitio es Madrid», dijo Ayuso, y la Moncloa no está precisamente en Serbia.

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