THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Ver pobres desde el Falcon

«Sánchez dijo que en España existen 2,6 millones de niños pobres. Eso significa uno de cada cuatro entre la población menor de 18 años»

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Ver pobres desde el Falcon

Pedro Sánchez en el Falcon en imagen de archivo. | Moncloa

Sánchez ha declarado que ve pobres, como muertos veía el niño del Sexto sentido. El presidente y el actor usan el mismo tono, y ambos esperan tener a alguien, digamos, receptivo, para contarlo. La diferencia es que el presidente tiene mejor vista: los ve desde el Falcon, a 15.000 metros de altitud y a 1.000 kilómetros a la hora. Es para estar orgulloso del oftalmólogo. 

El inquilino de la Moncloa no pasea por las calles de Madrid desde que visitó a Ayuso en la Puerta del Sol en septiembre de 2020. Desde aquella pitada que recibió no ha vuelto a pisar suelo capitalino. Esto no impide que el presidente diga que se ven muchos pobres por las calles de la ciudad. A estas alturas sabemos que media un abismo entre la verdad y las palabras de Sánchez

El caso es soltar la soflama socialista, decir que lo importante de esta democracia es luchar contra la desigualdad material. Porque todo el mundo sabe que la libertad y su ejercicio son secundarias frente a la riqueza a cascoporro que han creado siempre las fórmulas socialistas. La izquierda vive, como señaló Thatcher, para repartir lo que generan otros hasta que se agota. Y por el camino van imponiendo su ingeniería social, su moral y su idea de progreso. 

No faltó la mentira, claro. Sánchez dijo que en España existen 2,6 millones de niños pobres. Eso significa uno de cada cuatro entre la población menor de 18 años. No solo eso, sino que esa cifra corresponde a personas en riesgo de pobreza, lo que es muy diferente; es decir, que viven en hogares con una renta inferior al 60% de la mediana de la renta de su territorio. 

Tras el lamento, Sánchez no dijo nada, ni hubo un anuncio de solución alguna. Podría haber estado bien el proponer la reducción de los impuestos al consumo porque afectan más a las rentas bajas; por ejemplo, a los test de antígenos, que cuestan de cinco a siete veces más que en los países vecinos. Es lo que tiene ver la realidad desde 15.000 metros de altura, que te pierdes los detalles. 

Lo mismo ocurrió cuando hubo una inundación en Murcia. No se bajó del Falcon, y eso le bastó para fingir empatía con los damnificados. Eran los días en los que Sánchez quiso fraguarse una imagen de Kennedy en chandal, de Obama del Magariños. Se calzó unas gafas de sol, adoptó un gesto hierático, y se dejó adorar por la turba.

El caso me recuerda al que recogen las crónicas sobre el primer dictador norcoreano. Kim Il-sung visitaba las escuelas. Bajaba de su lujoso coche oficial y se paraba un instante. Solo se detenía el tiempo suficiente para ver la genuflexión cervical de sus súbditos colocados en dos filas, y que vivían en ese instante el momento más importante de sus colectivistas vidas. No era para menos. Recibían al gran «sol del mundo, cerebro supremo de la nación».

Los niños lloraban de alegría. Habían sido seleccionados por aquel cuyo amor era suficiente para curar a los enfermos. Aguardaban en pie. Nerviosos y sonrientes. El Venerable Amo entraba en el aula, engalanada con las imágenes del santoral norcoreano, y se producía un silencio atronador. Uno de los bendecidos siervos acercaba entonces al dictador una bolsa. ¿Qué habría dentro? Maná, sin duda. Kim sacaba unos caramelos, y los niños, trémulos de emoción, recitaban lo que habían aprendido: «¡Gracias, Gran Padre Líder!». 

Sánchez solo asiste a actos públicos de coreografía norcoreana. No le veremos paseando por ninguna calle de Madrid, Andalucía, Castilla y León, o cualquier sitio donde no haya un diligente siervo que le procure las dos filas de batientes feligreses. Como tampoco lo vamos a oír en una entrevista que no esté amañada. 

Esto no ocurre porque sí, ni debido a que las derechas estén sobreexcitadas, es que cae mal y no hay nada bueno que decir de su actuación gubernamental. Es un sentir general tan firme que el antisanchismo va a estar presente en todas las convocatorias electorales próximas, incluso después de que pierda las generales. Es bueno que se vaya acostumbrando, porque los afectos, como los votos o los pobres, no se pueden contar desde el Falcon.

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