La derecha fetén
«Hace falta más análisis y racionalidad: para ser de la derecha fetén-liberal-yogur natural, hay que sacarse el carnet del PSOE»
Hay una derecha pequeña, peluda y suave, diríase de algodón. Dan ganas de acariciarla, como al borreguito de Norit. ¡Es tan mona! Esa derecha sabe utilizar la pala de pescado, siempre y cuando haya pescado porque, con el litro de gasóleo a precio de perfume de autor, no sale a cuenta salir a faenar. Pero ¡shhhhh! Mejor no protestes. Eso es de populistas y podemitas. Tú eres de derechas. Un «fackin’ king», tío. Un quíe. Aunque no llegues a fin de mes, aprieta los dientes y confía. Piensa que disfrutamos de un sistema muy «garantista», con múltiples cauces de negociación. Si no te toman en serio o esperan instrucciones de sus señoritos europeos como de costumbre, quedará apelar a la magia. Encomendarse a la mano invisible del mercado (siempre incorrupta) o encenderle una velita a Milton Friedman. Todo vale, menos incordiar a la buena gente que se aprieta sus gin-tonics en terraza o cena en Nobu.
Es más, la derecha invita a Nobu. Pero a ti no, imbécil, tú ya eres de derechas. Mejor invitar a un socialdemócrata o así. ¿A un podemita? No, hombre, no. Esos enseguida se acostumbran a lo bueno. En los años 80, los Óscar Puente del momento entraban en éxtasis cuando los sentaban a cenar al lado de una marquesa. Hoy es la derecha fetén a la que se le hace el culito Calisay cuando comparte mesa y mantel con un socialista de campanillas. Sobre todo si conduce un Mercedes muy grande, digno de un saudí, y quiere vivir como un oligarca ruso en Gstaad. La manera más simple de reconocer a un gran hortera es por sus gustos de ciudadano de país emergente.
Pero volviendo a la derecha, la fetén es esa que, si fuera señorita de compañía, no solo pagaría de su bolsillo el pase al macró, sino también los cubatas. Porque no hay mejor derecha que la cornuda y apaleada. La que no entorpece el descanso de los vecinos. Esa que, cuando sea padre, comerá dos huevos (de gallina woke certificada, criada en asfalto y sociedad abierta). La que utiliza los lugares comunes de la «España a garrotazos» y del «¡qué país, Miquelarena!». La que está más perdida que la compañía bravo en la jungla vietnamita. La que todavía no ha recibido de Planeta DeAgostini el segundo fascículo de la colección «Crea tu propia escuela austríaca» y da mogollón la paliza con el colectivismo. Por supuesto, si eres de esa derecha, seguro que en tu bio de Twitter has escrito «individualista», como un boomer cualquiera hace tres o cuatro años. Y luego que arda Roma mientras tú tocas la lira. El único problema es que vas a arder con ella y no te vas a poder escapar a Zúrich. La hipoteca y tal…
¿Que el sector primario se descangalla? Tú curras en el terciario. Pisas tarima, o moqueta porque no hay que molestar a la izquierda. Con tu look de pseudohipster le recuerdas al ganadero lo mal que lo va a pasar hasta que él te recuerda que el que lo va a pasar mal eres tú. Ahora, lo importante es que no hagamos como en Francia o algunos países de «nuestro entorno», que bajan el precio del gasóleo conscientes de la importancia de su sector agrario o pesquero y sus Gobiernos se lo quitan de la encadenación de impuestos o de partidas inútiles; que haberlas, haylas. Por centenas. Aunque para la derecha fetén puede que eso sea aprovecharse del esfuerzo ajeno. Sin embargo, lo de los veinte mil millones para las charlas del gineceo es una travesura más de sus primos ideológicos. Y es que hay que ser liberales hasta las últimas consecuencias. Quizá hasta morir subsidiados por el Estado, como Ayn Rand.
La derecha fetén no hace huelga, ni siquiera sometida a la legalidad. Es un derecho arcaico. Años con el politono del maravilloso Estado de libertades que nos hemos dado, tan garantista y social, para acabar disculpándose por existir. Mejor no ejercer ningún derecho. Si todo se ha puesto por las nubes no es culpa de nadie. Señalar al responsable es de mala educación. Es populista. Vale que la «gobernanza» de Sánchez es discutible, pero ya se irá y luego disfrutaremos del mundo de la golosina. Siempre si Biden y Von der Leyen nos dejan y no hay que emigrar al continente asiático, que es donde previsiblemente se va a partir, todavía más, el bacalao económico mundial.
¿Cuántas «derechas» existen para la derecha fetén? La respuesta, amigo, está flotando en el viento. Tú cazas, te gustan a los toros y te crees muy de derechas, ¿eh, listillo? Pues hace falta más análisis y racionalidad: para ser de la derecha fetén-liberal-yogur natural, hay que sacarse el carnet del PSOE.