MyTO

La biblioteca fascista de Putin

«La particular corriente eslavófila que inspira el pensamiento del presidente ruso está vinculada a los orígenes doctrinales de los movimientos fascistas»

Opinión

El presidente ruso, Vladimir Putin. | DPA

  • Gallego practicante pese a residir desde la tierna edad de 5 años en Barcelona, ciudad donde se licenció en Económicas. Ha sido editor de El Correo Financiero además de colaborar en distintas etapas, entre otros medios de comunicación, en COPE, ABC, Es Radio, El Mundo y Libertad Digital.

Prueba suprema de la definitiva deriva intelectual de la izquierda que se llama a sí misma transformadora, categoría que nos permite excluir de ese aturdido cajón de sastre a la siempre inofensiva socialdemocracia, es la insólita comprensión que desde ese ámbito, el de la radicalidad anticapitalista militante, está recibiendo la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin. Anuencia tácita, la de los antisistema, que no deja de resultar simplemente asombrosa cuando se conoce un poco, solo un poco, el pensamiento político profundo del dueño del Kremlin. Porque si algo salta a la vista en la cosmovisión de ese antiguo funcionario de los servicios secretos soviéticos es precisamente su anticomunismo. Un anticomunismo en extremo visceral, pero también muy racionalizado, el de Putin, que volvió a ponerse de manifiesto en el larguísimo discurso sin papeles que pronunció ante las cámaras de la televisión estatal para anunciar el reconocimiento de las dos repúblicas secesionistas proclamadas por sus partidarios en Dombás y Lugansk. 

Cuesta, sí, mucho trabajo entender que alguien deudor del legado doctrinal del marxismo-leninismo pueda mostrarse complaciente con el bando ruso en la guerra. Y es que la muy elaborada coartada histórica con la que pretende legitimar la acción militar al otro lado de la frontera asienta sus cimientos en un ataque demoledor contra los bolcheviques, a los que de modo expresó tildó en esa intervención de traidores a la patria, y, más en concreto, contra Lenin, el padre de la Revolución, a quien tiene por instigador y responsable último de la conspiración antirrusa que habría llevado a los fundadores de la URSS a implantar el llamado derecho de autodeterminación de las nacionalidades en la Constitución comunista de 1924, el germen, a su personal juicio, del proceso de desintegración territorial que sucedió a la caída del régimen en 1989. A ojos del nacionalista ruso Vladimir Putin, los internacionalistas bolcheviques creadores de la URSS, estado en cuyas iniciales no se hacía de modo deliberado mención a territorio concreto alguno, fueron la encarnación política del mismo Diablo. 

El pensador de cabecera del Kremlin, un autor cuyas obras completas se entregan a la totalidad de los altos funcionarios del Estado con la indicación expresa de que deben ser estudiadas, es un teórico fascista eslavófilo, Iván Ilyín, que combatió contra los bolcheviques

Y de ahí lo extravagante de que tanta extrema izquierda aturdida quiera persuadirse de que la Rusia actual tiene algo que ver todavía con la difunta patria del proletariado. Pretensión tanto más enternecedora cuando se acusa recibo de quienes resultan ser los autores de los tratados de filosofía política que el presidente ruso frecuenta con obsesiva devoción casi  mística. En este novísimo mundo nuestro de las redes, el ruido mediático ubicuo y las audiencias cada vez más emotivas e infantilizadas, a Putin se le tiende a presentar como un malvado de cómic, una mente siniestra y ansiosa de acumular poder y territorios sin límite por efecto de una desviada psicología patológica. Pero detrás del expansionismo militar de la Rusia postsoviética hay algo bastante más complejo que los desvaríos megalómanos de un personaje sacado de un guion de la factoría Marvel. Algo que arraiga en la secular tradición eslavófila del país y que imprime su carta de la naturaleza profunda a una de las dos almas rusas (la otra es la pro occidental). 

Léanse, sin ir más lejos, las opiniones sobre Ucrania del Nobel Alexander Solzhenitsyn, el más célebre y celebrado de todos los disidentes soviéticos, y se comprobará, no sin algún asombro, que pensaba al respecto exactamente lo mismo que Putin. Si bien la particular corriente eslavófila que inspira el pensamiento -y el proceder- del presidente ruso resulta ser la vinculada a los orígenes doctrinales de los movimientos fascistas de los años veinte y treinta en el Este. Así, el pensador de cabecera del Kremlin, un autor cuyas obras completas se entregan a la totalidad de los altos funcionarios del Estado con la indicación expresa de que deben ser estudiadas, es un teórico fascista eslavófilo, Iván Ilyín, que combatió contra los bolcheviques integrado en el Ejército Blanco. Un reaccionario en el sentido original y genuino del término, Ilyín, alguien obsesionado con que la depravación y la incurable decadencia moral de Occidente pudiera llegar a contaminar algún día a la Rusia eterna. Nuestra progresía estrábica cree que en Ucrania se combate contra la OTAN, pero el genuino enemigo a batir en esa guerra es la Modernidad.

3 comentarios
  1. Apeiron

    De acuerdo que la ideología de Putin no es comunista. Pero no olvidemos que este señor vino del KGB y ese mismo hecho ya demuestra que en Rusia siguen perviviendo muchos de los mecanismos y estructuras de gobierno de la antigua Unión soviética.
    Más allá del comunismo, la URSS fue una potencia que durante décadas le disputó a los USA la hegemonía. La ideología de Putin es la ensoñación de volver a serlo.

  2. Feliu

    Hay una forma de religión que se practica en círculos mafiosos mejicanos: «virgen santa, ayudame para que la próxima bala acierte para matar». Utilizan simbolos del cristianismo para usos que no tienen nada que ver. Probablemente a Putín le va bien todo argumento «nacional-fastiszoide», para sus propósitos primeros. En la práctica, a parte de ser un asesino «al por mayor», es un ladrón de mucho cuidado. El heredero de Ali-baba va con sus 40 oligarcas, o mas.

  3. Pasmao

    No está mal su razonamiento.

    La pregunta del millón es ¿que es la modernidad?

    ¿Es la Agenda 20-30 la modernidad? o está mas cerca de l modernidad el modelo húngaro, por ejemplo.

    Porque sobre la Agenda «dichosa» cuelga un modelo totalitario que deja a China y Rusia como modelos de liberalismo.

    No se que le dirá a FJL y otros seres de Es Radio cuando les visite y tenga que contarles que Putin no es comunista. Igual a alguno le da un jamacuco. Vaya usted con cuidado. Por lo demás no creo que en Ucrania hubiera antes de la invasión un modelo de modernidad.

    Como tampoco lo hay en Marruecos, Turquía y sobre todo en esas monarquías golfas donde se va a celebarar un mundial de futbol, premios de F1, campeonatos de golf, y el Paris Dakar por decir unos cuantos acontecimientos que desde nuestra modernidad promocionamos y jaleamos.

    La modernidad hace mucho que va a menos en nuestro lado del muro. Y la excusa es siempre el precio que hay que pagar para combatir a los que están del otro lado que no nos sean convenientes y que están en contra de la modernidad.

    ¿No nos lo deberíamos hacer mirar?

    Un saludo

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