MyTO

Una ley sectaria y tramposa

«Que la Ley de Memoria Democrática tiene un espíritu y una letra absolutamente totalitarios lo percibe cualquiera que la lee desde la primera línea»

Opinión

Alberto Ortega (Europa Press)

  • Esperanza Aguirre y Gil de Biedma (3 de enero de 1952, Madrid) es una jurista y política española. Exministra de Educación, ex presidenta del Senado y expresidenta de la Comunidad de Madrid (2003-2012)

«La construcción de una memoria común no es un proyecto nuevo en la sociedad española. El régimen franquista impuso desde sus inicios una poderosa política de memoria que excluía, criminalizaba, estigmatizaba e invisibilizaba radicalmente a las víctimas vencidas tras el triunfo del golpe militar contra la República legalmente constituida. En el marco de este relato totalitario, y al mismo tiempo que continuaba una dura represión sobre las personas que defendían la Segunda República, se establecieron importantes medidas de reconocimiento y reparación moral y económica a las víctimas que habían combatido o se habían posicionado a favor del golpe de Estado».

Este párrafo pertenece a la larga y farragosa, además de sectaria y tramposa, exposición de motivos con la que se intenta justificar esta siniestra Ley de Memoria Democrática. Sin embargo, si se lee despacio este texto y sin entrar a analizar la contundencia de las afirmaciones que contiene, en sus líneas encontramos que está contenida la crítica más feroz y profunda a la Ley que intenta justificar.

Aunque se entiende sin demasiadas explicaciones, merece la pena comentarlo con algún detalle. Empieza diciendo que el régimen franquista ya impuso a los españoles una determinada memoria, con la que intentaba justificarse a sí mismo; una memoria de la que excluía a todos los derrotados en la Guerra Civil. Y con una cierta lógica, esta exposición de motivos utiliza la palabra, que creo que es la clave de todo el texto, «totalitario». En efecto, «construir una memoria común», hasta ellos, los mismos autores del texto, reconocen que es totalitario.

Después de calificar de totalitario lo que hicieron los franquistas, que, según los impulsores de esta repugnante ley, querían hacerse los dueños de la memoria de los españoles, los autores de este engendro se ponen manos a la obra para hacer exactamente lo mismo, sólo que al revés.

Que la ley tiene un espíritu y una letra absolutamente totalitarios lo percibe cualquiera que la lee desde la primera línea, pero que lo reconozcan tan explícitamente, como hacen sus autores en el párrafo transcrito, no era esperable. Quizás se deba a que no la han releído.

Porque sí, es verdad, todos los regímenes totalitarios han intentado imponer una determinada interpretación de la Historia y una determinada manera de pensar. Y el mejor ejemplo de ello lo tenemos en los regímenes comunistas, empezando por el soviético. Creo que hasta los miembros de la actual Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, cuya producción intelectual es perfectamente descriptible, conocerán las maniobras de Stalin borrando de las fotografías la figura de Trotsky (de borrarlo del mapa ya se encargó un fervoroso seguidor de las órdenes de Stalin, el español Ramón Mercader con su piolet). Pero es que, además, Lenin, el teórico y fundador del marxismo-leninismo, propugnó que uno de los principales objetivos de su régimen era la creación de un «hombre nuevo», cuyas ideas y cuya cosmovisión fueran las del comunismo.

Y en los regímenes comunistas que perviven, que son muchos, esa construcción del hombre nuevo sigue siendo siempre uno de los ejes centrales de sus políticas. Mírese a China, Cuba o Corea del Norte, para no mirar a los desdichados países que en Hispanoamérica están poco a poco cayendo en ese «socialismo del siglo XXI», que es el nombre que ha tomado el comunismo para disimular un poco. En todos ellos, el Estado pretende apoderarse de las mentes de los ciudadanos. Justo lo que los autores de esta ominosa ley dicen, sin rebozo ni reparo, en el párrafo citado, que quieren hacer con los españoles.

Si la declaración expresa de tener la voluntad de hacer lo mismo que los franquistas, sólo que dándole la vuelta a la tortilla, no fuera suficiente para calificar de totalitaria esta ley, la aparición, casi un centenar de veces de la palabra «verdad» nos remitiría al ‘1984’ de Orwell, esa obra que describe a dónde nos conduce el totalitarismo, y en la que adjudica al «Ministerio de la Verdad» un papel esencial para eso, para determinar qué y cuál es la verdad, que deben admitir y hacer suya los súbditos de un régimen totalitario.

Se puede llegar a leer que la ley pretende «garantizar el derecho a la verdad». ¡Madre mía! Y ¿quién sabe qué es la verdad? Pues según esta ley, Sánchez y los suyos; como lo sabían Lenin y Stalin. ¡Cuánto mejor que aceptaran humildemente las palabras de Antonio Machado: «Tu verdad no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela».

7 comentarios
  1. Benito

    Las infracciones muy graves pueden llegar hasta los 150.000 euros de sanción por cosas como:

    «campañas de divulgación o publicidad que por cualquier medio de comunicación pública inciten a la exaltación de la Guerra Civil o de la Dictadura».

    Esto cómo se llama? Censura previa, autocensura inducida, memoria selectiva o «los sociópatas nos pasamos por la entrepierna libertad de expresión»?

  2. ToniPino

    El párrafo sobre la memoria histórica impuesta por el franquismo se ajusta bastante a la realidad y admite pocos matices. Estoy por decir que si alguien, mutatis mutandis, lo aplica a la nueva ley de memoria democrática, Aguirre diría que no hay que cambiar ni una coma.

    Lo increíble es lo que advierte Esperanza, que al afirmar en la exposición de motivos que no es la primera vez que se construye y se impone una memoria histórica común, parece que quiere decir que la ley socialista es una nueva “construcción” de una memoria histórica común, similar a la franquista (aunque obviamente de orientación ideológica opuesta).

    Por ahí te reprochan, Esperanza, que el PP no derogó la anterior ley de memoria histórica y que la Comunidad de Madrid nada hizo al respecto, y tienen razón. En realidad, la ley en sí no era tan sectaria y lo malo de ella es que deliberadamente agitó y politizó el tema de la guerra civil para criminalizar al PP.

    Sin embargo, también es verdad que no financiasteis la ley, y eso también hay que tenerlo en cuenta, ni promulgasteis otra nueva ley más nefasta que la de Zapatero, que es lo que ha hecho Sánchez para blanquear y legitimar a ETA y a su socio Bildu como defensores de la libertad. Es lo que no quieren ver los de Vox, que el PP y el PSOE no son exactamente iguales.

    A mi juicio, el PP ha asumido la parte del progresismo hegemónico actual más digerible por el sector mayoritario de sus votantes, porque sabe que, si combate a la izquierda en una guerra cultural, tiene más que perder que ganar. Una gran parte de la sociedad española es así y un partido como el PP no puede olvidarlo. Perdió el sector del electorado más duro, que se fue a Vox, especialmente por su incapacidad e indolencia para hacer frente al procés catalán, aunque ahora Vox agita las guerras culturales para tener perfil propio y atraer a los votantes más conservadores.

  3. Pasmao

    La otra Ley. La de Memoria Histórica, precedente nefasto de la actual, no fue derogada por su Partido Popular. Y en la CAM tampoco se hizo mucho al respecto.

    De esos polvos…

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