THE OBJECTIVE
Fernando Savater

Ángeles de barro

«Nunca careceremos de poesía porque no se trata de un género literario sino de un arrebato incontenible que brota del mismo lenguaje humano»

Opinión
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Ángeles de barro

Luis Antonio de Villena, en una imagen de archivo.

No sé cuánto futuro tiene la novela, la crítica social o la crónica histórica, no sé si dentro de cincuenta años habrá periódicos tal como los conocemos (creo que no) o si reencarnará el concepto informativo que representan en otras modalidades, desde luego ya no habrá enciclopedias en veinte volúmenes, ni guías de viajes, ni manuales de aritmética o gramática, ni se mandarán o recibirán cartas ni se venderán tebeos en los quioscos ni habrá quioscos… El pronóstico para todo lo que tiene que ver con obras destinadas a la lectura tradicional es muy negativo, por eso oímos hablar tanto de «la muerte de la novela», «la muerte de  la prensa» o incluso «la muerte de la carta impresa de los restaurantes», que algunos recordamos con nostalgia.

Pero es chocante que nunca o casi nunca oímos anunciar la muerte de la poesía. ¿Será porque ya ha muerto y está casi olvidada? Nada de eso, la poesía está mas viva y pujante que nunca, asoma por todas partes, yo casi diría que tiene una vitalidad excesiva. La poesía es eterna, indestructible… ¿Saben por qué? Porque no depende de quienes quieren leerla sino de los que quieren escribirla. Los voluntarios de la poesía la declamarán a gritos en las plazas, la escribirán con tiza en las paredes, la susurrarán al oído de personas amadas, la improvisarán como postre en la exaltación etílica con la que finalizan los banquetes, la recitarán ante los altares vacíos o mirando al cielo como plegarias, las convertirán en himnos de guerra… Nunca careceremos de poesía porque no se trata de un género literario sino de un arrebato incontenible que brota del mismo lenguaje humano…

Además todavía tenemos poetas, es decir, orfebres verbales que convierten en arte intelectual ese arrebato. En la literatura española actual uno de los más tenaces e inspirados es Luis Antonio de Villena, madrileño de vocación cosmopolita y uno de nuestros escritores más cultos, de envidiable formación clásica y moderna, lo que en esta época bastante zaparrastrosa no me parece ni mucho menos desdeñable. Villena ha escrito copiosamente, no sólo poesía sino también narración, ensayos, periodismo cultural y ha hecho excelentes traducciones. Pero sin duda es ante todo poeta y como poeta tiene una larga trayectoria que ahora se recoge en dos imponentes volúmenes que entre  ambos cuentan mas de 1600 páginas (La belleza impura, editorial Milenio). No todo en ellos es de la misma calidad, naturalmente, pero les aseguro que hay mucho más metal precioso que ganga superflua.

Pero es chocante que nunca o casi nunca oímos anunciar la muerte de la poesía. ¿Será porque ya ha muerto y está casi olvidada? Nada de eso

A lo largo de la obra (y de los años) van pasando todos los estilos poéticos de la modernidad, desde los más rigurosos a los mas informales, desde los desenfadados y lúdicos hasta los que son tan severos y sombríos como un réquiem. Debo decir que los originales sonetos de Desequilibrios me gustan especialmente, pero sin duda otros lectores se complacerán en diferentes fórmulas,  porque tienen donde elegir. La voz que canta en estos versos modula también entonaciones muy diferentes -tiernas, descaradas, irónicas, culteranas, lúbricas, piadosas, burlonas, entusiastas…- pero sin dejar de ser siempre la misma voz, cuya personalidad se transforma sin diluirse. El tema vertebral que inspira al poeta es casi único: el deseo carnal por la belleza de los muchachos en flor, cuyo esplendor pronto ajado e irresistible, venal, desabrido pero a veces también dulce elogia o reprocha de mil maneras.

Un poeta nunca cansa cuando vuela impulsado por su pasión. Lo mismo que, por ejemplo, Cioran no aburre por mucho que repita infinitamente su decepción ante el regalo envenenado de la vida, Villena sabe renovar sin cansancio los matices de su afán por la belleza adolescente de ángeles de barro que por ser de esa materia humilde son mas angélicos todavía. A veces su poesía se hace sagazmente narrativa, como cuando recuerda su infancia hostigada en un colegio hostil o pinta con desgarro retratos de marginados en ‘Héroes’ o ‘Frívolos’. ¿Reúnen estos volúmenes la totalidad del autor? Pues no, porque el poeta sigue creando e inquietándonos. Que sea por muchos años.

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