¿Un Frankenstein de derechas?
«Esta por ver si Feijóo es capaz de convencer al electorado del PP de que se puede ir con el PNV o de que existe un nacionalismo que no quiere la independencia»
Feijóo quiere cortar todas las salidas de Sánchez. Una vez que se ha apropiado del proyecto tecnocrático, de gestión de la crisis, con un discurso centrista y moderado que habla al bolsillo de la gente, queda boicotear la otra salida con la que sueña Sánchez para seguir en el poder.
El presidente del Gobierno sabe que va a perder las próximas elecciones. De hecho, ya nadie se acuerda de Tezanos. El sanchismo es consciente de que esto no hay quien lo levante, solo quien lo maquille. Las dos únicas esperanzas de Sánchez, en consecuencia, son apropiarse de la retórica podemita y mantener la coalición Frankenstein.
El populismo izquierdista puede compensar la fuga de voto socialdemócrata al PP de Feijóo. Esto pasó en las últimas elecciones en Andalucía, donde el PSOE se mantuvo gracias a que absorbió parte del voto a su izquierda.
Si consigue con su retórica izquierdista amortiguar la caída, puede ser que su política de concesiones sin fin a los nacionalistas le permita mantener Frankenstein.
Esto explica el discurso rancio del sanchismo contra los ricos, los bancos, las eléctricas y los medios de comunicación no afines. Este giro populista tiene el objetivo de quedarse con los restos de un barco que se hunde: Podemos. Son un buen puñado de votos, ojo, además de que podría contar con los restos del naufragio podemita, entre 17 y 19 diputados.
Si Sánchez consigue que ese electorado fanático de la izquierda empatice con él y, además, ata al PNV, Bildu, ERC y otros grupúsculos, tiene una oportunidad.
«En el plan de Feijóo es preciso dejar a Sánchez sin los socios nacionalistas y regionalistas»
La jugada de Feijóo es impedir esa nueva alianza. En su plan es preciso dejar a Sánchez sin los socios nacionalistas y regionalistas. De ahí las conversaciones con el PNV, el Partido Regionalista de Cantabria, Teruel Existe, Coalición Canaria, UPN y Foro Asturias. Incluso se habla de lo que surja del nuevo PDeCAT, que ahora tiene cuatro diputados. Parece mucho, pero en total son unos 15 diputados.
El problema que tiene Feijóo es Vox. Para conseguir el acuerdo con esos grupos nacionalistas y regionalistas tiene que rechazar públicamente a los de Santiago Abascal. Esto es complicado. El electorado de la derecha no quiere trifulcas «entre hermanos», como en el pasado, sino soluciones. Tampoco desea que Feijóo sea el nuevo Sánchez, complaciente con el nacionalismo vasco hasta la náusea. El equilibrio es complicado.
Hoy las encuestas -la última de GAD3– dan al PP entre 148 y 152 escaños. Eso supone tener 30 más que el PSOE en noviembre de 2019, y adquirir así una legitimidad indudable para intentar la formación de Gobierno. A esto se sumaría el coro de voces de los diputados del PNV y demás, que puede generar una sensación de que es inevitable el Gobierno de Feijóo y que Sánchez es historia.
Suena bien, pero esto es insuficiente. Hablamos de un Ejecutivo muy débil que dependería de grupúsculos chantajistas sin sentido de Estado, egoístas, que le generarían muchos problemas y mala imagen. Por otro lado, este sería el escenario favorito de Vox: un Feijóo convertido en otro Sánchez.
«Si en mayo España se tiñe de azul, el Gobierno de Sánchez parecerá más muerto todavía»
La salida del gallego es esperar al resultado de mayo de 2023. Si España se tiñe de azul, como es más que probable, sus expectativas aumentarán. El Gobierno de Sánchez parecerá más muerto todavía, a rebufo de una oposición con iniciativa y con el poder local y regional. Feijóo se dispararía en las encuestas, y no sería raro que llegase a los 165.
Con esas cifras el líder del PP ya puede jugar sus cartas y no depender del apoyo de Vox. Los 15 nacionalistas y regionalistas afines completarían esa mayoría absoluta que necesita sin pedir nada a los de Abascal. Además, le serviría para intentar el crecimiento en regiones hoy perdidas, como el País Vasco o Cataluña.
En fin, el sueño de Feijóo es un Frankenstein de derechas, sin las excrecencias golpistas y filoterroristas. Ese sería el sentido de su discurso sobre un nacionalismo amable, la defensa del catalanismo constitucionalista, o la idea de las nacionalidades compatibles con la nación española.
Está por ver si Feijóo es capaz de convencer a la mayoría del electorado tradicional del PP de que se puede ir del brazo del PNV, o de que existe un nacionalismo que no quiere la independencia.