THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

La engañifa de Sánchez a Feijóo

«Toda la propaganda sanchista que contenga las expresiones ‘sentido de Estado’, ‘partido de Gobierno’ y ‘bien común’ es una enorme trampa para la derecha»

Opinión
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La engañifa de Sánchez a Feijóo

Resulta enternecedor, o chusco, según se mire, leer las declaraciones de un dirigente del PP después de sentarse a negociar con uno del PSOE de Sánchez. El pobre pone cara de anuncio navideño, despliega una sonrisa forzada y pone detrás de sí las más pesadas razones para no haber acordado con Sánchez su muerte política.

Sí, la vida o la muerte porque el PP se estaba jugando la credibilidad de Feijóo como líder y, por tanto, las posibilidades del partido de llegar en condiciones a las elecciones generales. Pero, además, si no querían los jueces, la mayoría aplastante del electorado no sanchista, ni el partido y sus dirigentes territoriales, ¿para qué te sientas a negociar?

¿Qué croquis hay que dibujar, con dioramas que escenifiquen el timo, para que algunos comprendan que el sanchismo vive de la engañifa? Explico la palabra engañifa para los ingenuos recién arribados a Génova. Según la RAE, engañifa es un «engaño artificioso con apariencia de utilidad».

La presunta utilidad de la renovación del CGPJ era que Feijóo cumpliera con el papel que todo líder de la oposición debe tener. En el manual del opositor bizcochable se puede leer en letra muy grande: «Tener sentido de Estado es una prioridad en cualquier caso para adquirir el perfil de Presidente».

«No debe confundirse al Estado con el Gobierno, sobre todo cuando este ha colonizado la Administración»

Lo que no dice el manual es que no debe confundirse al Estado con el Gobierno, sobre todo cuando este ha colonizado la Administración, pretende usar las instituciones para satisfacer la ambición sin fin de su líder y pacta con los rupturistas. Esto es lo que quería el sanchismo. Apelaba al sentido de Estado de Feijóo, que asumía el papel que le había repartido Sánchez, aceptaba la renovación del CGPJ para controlar el Tribunal Constitucional, y luego el PSOE presentaba la rebaja del delito de sedición.

A ver. Toda la propaganda sanchista que contenga las expresiones «sentido de Estado», «partido de Gobierno» y «bien común» es rotunda y decididamente falsa, una enorme trampa para que caiga en ella la derecha. Pongo un contraejemplo para que se entienda: tener sentido de Estado, constituir un partido de Gobierno y pensar en el bien común es obligar al Gobierno de Cataluña a cumplir la sentencia del 25% de español en las escuelas. ¿Hace esto Sánchez? No. Pues entonces.

Feijóo se ha dejado llevar por la engañifa de Sánchez a un entramado del que nunca iba a salir victorioso él, ni el PP, ni la democracia española. El sanchismo había ideado un plan muy ambicioso por el que se cargaba la imagen de Feijóo de hombre inteligente impermeable a la «política infantil», a la vez que satisfacía a ERC con la rebaja de la sedición y calmaba a Podemos.

Mientras negociaban, al líder del PP le llegaba la información de que había ministros que no querían el acuerdo: Margarita Robles, Pilar Llop -la que oye lo que se habla en el metro desde el coche oficial- y Grande Marlaska. Las normas pactadas por Bolaños y González Pons, el cándido negociante del PP, contemplaban dos años de retiro de la judicatura para los jueces metidos en política. Esto escocía al citado trío, sobre todo porque se quedaban sin su plaza y sin computar los años dedicados al partido.

También sabía Feijóo que Podemos echaba las muelas. La jueza podemita Victoria Rossell se quejaba porque quería más poder de relumbrón, lo que era sorprendente. Todavía recordamos un mitin suyo en el que decía que era una vergüenza que los jueces fueran nombrados por los políticos. Claro que eran otros tiempos para la jueza canaria. Pero es normal porque el poder es como las pipas: no sabes cuándo decir que no quieres más.

La solución de Podemos, aceptable también para el PSOE, era volver a la proposición que presentaron hace unos meses para renovar el CGPJ por ⅗ del Congreso, y si fallaba por mayoría absoluta con la mayoría de los grupos parlamentarios. Como saben que esto último lo tienen, la solución autoritaria y liberticida sería legítima y legal. Vamos, el escenario orgásmico de la izquierda y el nacionalismo.

«A Sánchez se la refanfinfla el informe de la UE sobre la independencia del poder judicial en España»

A Feijóo se le presentó entonces una escena shakespeariana. Si aceptaba el trato de Bolaños sería criticado por el PP por tonto, pero evitaría la solución autoritaria de los podemitas. Si se negaba y daba un sonoro portazo, de esos que dejan un signo de exclamación, no habría críticas en el PP pero la solución podemita saldría adelante. (Nota a pie de página: A Sánchez se le refanfinfla el informe de la Unión Europea sobre la independencia del poder judicial en España).

La engañifa la completó Felipe González quien, defraudando una vez más, intentó convencer a Feijóo de que fuera buen chico y aceptara renovar el CGPJ. González usó con el gallego lo mismo que le hizo a Fraga: «Don Manuel, cumpla el sentido de Estado de la leal oposición de su majestad, por amor de Dios».

 Feijóo puso su máquina de tomar decisiones a todo trapo, un artefacto que nunca se saltará los límites de velocidad, y soltó la noticia: «Con este PSOE, no». Prefería una ley podemita que mancillara el mancillado poder judicial y el Tribunal Constitucional, con un Conde-Pumpido embarrando la toga para dar gusto a los nacionalistas, a que el PP perdiera las elecciones. Me parece bien.

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