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El «ni conmigo ni sin mí» de Iglesias

«A medida que Yolanda Díaz ha entendido que Podemos no suma en Sumar como marca, Iglesias se ha revuelto. No puede permitirse perder su juguete favorito»

Opinión

El exlíder de Podemos Pablo Iglesias. | Europa Press

  • Málaga, 1966. Ha sido columnista en El País, El Mundo, Vocento y escribe para Joly; es comentarista político en Herrera en Cope y director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA). Libros: El artículo de opinión, El periodismo débil…

Pablo Iglesias reivindica el valor decisivo de los partidos políticos y pide respeto para Podemos. Entretanto él trata de manejar su formación desde un programa audiovisual de pódcast llamado La Base. Toda una muestra de respeto al partido, con la secretaria general de baja maternal.

Aunque la coherencia nunca ha sido su fuerte, tiene sentido que él confíe la potencia a La Base, porque en definitiva la base de una potencia en matemáticas es el número que se multiplica a sí mismo repetidamente. Y eso le sucede a Iglesias. Siempre acaba por repetir el número, interminablemente: Yo, el Mesías.

Claro que a medida que éste se repite, con fidelidad marxista, lo hace más en forma de farsa. Es «la caricatura de un líder tóxico», según su viejo conmilitón Ramón Espinar, uno de tantos rostros de la primera hornada que se quedaron en el camino, en realidad todos los fundadores: Errejón, Bescansa, Luis Alegre, Monedero, Tania, también Teresa Rodríguez… Todos, salvo Iglesias. Y su última vuelta de tuerca ha sido torpedear la hoja de ruta de Yolanda Díaz para construir un proyecto en el espacio de la extrema izquierda que amenaza ruina.

Iglesias, a decir verdad, nunca ha respetado a Podemos, algo que habría empezado por respetarse a sí mismo. Se fue del Gobierno por debilidad, creyó que podría ser virrey y acabó de tertuliano. No ha logrado plaza en la Universidad: lo de Políticas es raro; lo de Periodismo era obvio porque a menudo acredita desconocer los fundamentos más básicos. Hoy, como acierta a acotar Espinar, su idea de Podemos es «el club de fans del pódcast» de La Base. Pero nunca ha dejado de actuar como si él se hubiera llevado la llave del éxito.

«Fue él quien ungió a Yolanda Díaz antes de marcharse, en el que sería su enésimo error de liderazgo»

Ahora en la Uni de Otoño –al partido eternamente adolescente sólo le faltaba llamar Uni a su universidad– Iglesias ha despachado a Yolanda Díaz de estúpida, ingenua y también reaccionaria. Claro que irónicamente fue él mismo quien ungió a Yolanda Díaz antes de marcharse, en el que sería su enésimo error de liderazgo, y además con uno de esos dedazos a mayor gloria de la democracia orgánica de los partidos consagrada en la Constitución. Probablemente su idea es que ella belarreara en el Consejo de Ministros como delegada suya. A medida que Yolanda Díaz ha entendido que Podemos no suma en Sumar como marca, Iglesias se ha revuelto.  No puede permitirse perder su juguete favorito, de ahí que se maneje con ese «ni conmigo ni sin mí» parafraseando el apócrifo machadiano.

Es lógico que en Podemos teman que Yolanda Díaz liquide esa marca por traspaso del negocio al inaugurar Sumar, y que además Sumar acabe en un fiasco. Pedro Sánchez ha puesto lo suyo, y sigue haciéndolo, para que suceda así. A Iglesias sin duda le escuece tener que admitir que fue él quien la bendijo. Y ahora no quiere mirarse en ese espejo que le devuelve su reflejo. Prefiere dinamitar ese espacio de la extrema izquierda que parece abocado una y otra vez a reiniciarse desde sus cenizas.

Con todo, Yolanda Díaz no es su mejor opción sino su única opción. Tiene una bala de plata en los índices de popularidad. Es verdad que se le ha visto falta de coraje electoral, algo que no se adquiere sentando a un millar de expertos a pensar la operación, pero aún es una figura en cierto estado de gracia, y quizá le dure hasta las urnas antes de que se rompa el hechizo de Reina de las Cosas Chulísimas. Desde luego no necesita a mil expertos para saber que Podemos es efectivamente una marca muy achicharrada e Iglesias una amenaza. Para eso bastan los datos en bruto de los sondeos que marcan una tendencia desastrosa. Es lo que hay. Iglesias e Irene Montero pueden conjurarse con un besazo ante su público, como Lenin y Krupskaia redivivos en su dacha, pero no por eso Podemos va a tener un happy end estilo Hollywood. 

5 comentarios
  1. Pasmao

    Pues me temo que Podemos (en su identificaciñón con Iglesias) es lo único que suma en Sumar.

    Suma muy poco. Pero suma algo.

    La Yoli pues como que no. Iglesias será un hdp pero es su hdp. Y si no hubiera sido por él no habrían sacado el mínimo en Madrid y habrían desaparecido. Una pena (lo de que no desaparecieran)

    Respecto ««A medida que Yolanda Díaz ha entendido que Podemos no suma en Sumar como marca, Iglesias se ha revuelto. No puede permitirse perder su juguete favorito» »

    Vista la necesidad que tiene Igleisas (según dice Luca Constatini) de colocar a su señora en un lugar señalado en las listas, y vista la consideración que tiene a su señora; lo de «juguete favorito», tiene cierta mala leche, pero lo ha dejado clavado.

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