THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

Malversanchización: habrá referéndum

«La palabra de Pedro Sánchez tiene muy poco valor; y su pragmatismo de superviviente le lleva a hacer lo que haya hacer para mantenerse en el poder»

Opinión
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Malversanchización: habrá referéndum

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Hay razones fundadas para concluir que habrá referéndum en Cataluña. Y lo aprobará Pedro Sánchez. No es algo que vaya a suceder ahora, pero ya se puede decir que sucederá, con certeza absoluta, en caso de necesidad.

Sánchez se presentó ante los españoles con algunos compromisos:

  • Traer a Puigdemont ante el Tribunal Supremo («Yo me comprometo, hoy y aquí, a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia española»)
  • No gobernar con Pablo Iglesias/Podemos («Un personaje político que miente más que habla» / «El planteamiento de Gobierno de coalición con Unidas Podemos es inviable (…) Yo sería un presidente que no dormiría por las noches, junto al 95% de los ciudadanos de este país que tampoco se sentirían tranquilos»).
  • No gobernar con los independentistas («Yo no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas»).
  • No hacer acuerdos con Bildu («Le estoy diciendo que con Bildu no vamos  a pactar. Si quiere lo digo cinco veces. O veinte.  Con Bildu no vamos a pactar»)
  • No a los indultos («Quiero garantizar a la ciudadanía que la sentencia se va a cumplir… íntegro cumplimiento… Nadie está por encima de la ley»).
  • Defender los tipos penales del procés («Clarísimamente ha habido un delito de rebelión en España»).
  • Reincorporar el referéndum ilegal eliminado por Zapatero («Vamos a incorporar un delito para prohibir la celebración de referéndums ilegales en Cataluña»).

Todo eso está en el background de la victoria de Sánchez en las urnas, después de la moción en la que ya había sumado con Frankenstein. Él se postulaba como candidato con estas promesas y un mensaje inequívoco: «Es importante que los españoles sepan qué van a hacer con su voto los líderes políticos». Lo sucedido después tal vez no le dé para pasar a la Historia, pero ya es parte de la Historia.

  • Gobierna con Podemos.
  • No trajo a Puigdemont.
  • Se sostiene en los independentistas de Esquerra.
  • Pacta con Bildu como socio preferente.
  • Concedió los indultos.
  • Ha despenalizado la sedición, y maquilla la malversación a la carta.
  • No ha recuperado el delito de referéndum ilegal.

Hay dos obviedades en las que no hay que insistir mucho: la palabra de Pedro Sánchez tiene muy poco valor; y su pragmatismo de superviviente le lleva a hacer lo que haya hacer para mantenerse en el poder. Ni siquiera se molesta en elaborar argumentos retorcidamente abstrusos. Despacha consignas de tres al cuarto, como el derecho europeo comparado o la convivencia. Ayer mismo justificaban la reforma atropellada de la malversación a la carta que roza ya la impunidad indepe: «Toda prisa es poca cuando estamos hablando de seguir luchando por la transparencia, por la higiene democrática y por esa lucha contundente contra la corrupción». Como diría el castizo ante esa malversanchización, hay que joderse y agarrarse para no caerse.

«Solo será necesario llegar a un punto en que Sánchez vuelva a necesitar desesperadamente a ERC para que aparezca el referéndum»

La operación de Sánchez ha sido una amnistía (no muy) encubierta. Y nadie desconoce el mandamiento clave de sus socios, cuyos propósitos se han ido cumpliendo uno a uno: «amnistía y referéndum de autodeterminación». La amnistía básicamente está consumada, con un encaje achatado por ciertos límites constitucionales, pero ya da para garantizar que Junqueras volverá a presentarse a las elecciones y la mayoría de cargos intermedios cómplices del golpe se irán casi de rositas. Los demás ya saben que en el futuro pueden participar con ese abaratamiento.

En la Demanda Final de «amnistía y referéndum de autodeterminación» solo falta el referéndum para cumplir todos sus objetivos. De momento Sánchez tiene ya presupuestos hasta volver a concurrir. Así que no parece que haya nada en la agenda de 2023 con capacidad disruptiva. Pero solo será necesario llegar a un punto en que Sánchez vuelva a necesitar desesperadamente a Esquerra para que aparezca el referéndum, y ese punto sería la investidura de Sánchez. Esquerra ya ha anunciado las condiciones del referéndum.

Para tener opciones en el actual tablero dibujado por todos los sondeos, Tezanos aparte, Sánchez necesita prolongar un clima muy polarizado que movilice a la izquierda. Y Vox ahí es su máximo aliado, como está demostrando desde el intercambio de golpes faltones con Irene Montero al anuncio de la moción de censura. Eso es lo que Sánchez necesita para llegar a una campaña en la que tenga opciones con Frankenstein. Por supuesto, en la campaña lo negará, como hizo en la anterior con todas aquella promesas después incumplidas.  Pero ya nadie se puede engañar por el malversanchismo: Sánchez hará lo que sea, como dicta su Manual de Supervivencia. Y habrá referéndum.

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