THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Hoy mejor que en 2017

«Sánchez no ha desinflamado Cataluña. Al contrario. Ha puesto las condiciones para que los planes de los secesionistas se lleven adelante sin obstáculos»

Opinión
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Hoy mejor que en 2017

Ilustración. | The Objective.

Qué duda cabe de que los independentistas están hoy mejor que en 2017. Todas las trabas que encontraron aquel año no las tienen ahora. Sánchez no ha desinflamado Cataluña. Al contrario. El presidente ha puesto las condiciones para que los planes de los secesionistas se lleven adelante sin obstáculos. Antes solo podían recurrir al golpe. Sánchez les ha abierto la salida legal y ha rebajado el castigo a los golpistas. Bravo.

Todo comenzó cuando Sánchez aceptó el relato independentista en 2018. Reconoció que había un «conflicto político» que resolver y montó una mesa «bilateral». Hay quien dice que ahí vendió su alma democrática, pero Sánchez no ha tenido nunca eso. ¿O es que no se acuerdan del biombo en la votación del comité federal del PSOE, en octubre de 2016, para dar un pucherazo y evitar su destitución?

Tampoco olvidamos que Junqueras se convirtió en interlocutor del Gobierno desde la cárcel. En ese momento se estableció la hoja de ruta abusando del ansia loca de protagonismo y la cursilería de Iván Redondo. Lo llamaron «Agenda del Reencuentro». Esto fue crucial porque se pasó de tener un Gobierno que no hacía nada de nada, a tener uno que jugaba a favor de uno de los bandos del independentismo.

Los sanchistas, en su mundo de ilusión y fantasía, creyeron que iniciando un diálogo con ERC rompían la unidad con Junts, ya que estos dos se debatían entre el referéndum pactado o la secesión unilateral. Error. Esta película ya la hemos visto. Unos mueven el árbol y otros recogen las nueces.

«¿De quién depende la Fiscalía? Pues del mismo que quiere controlar el poder judicial y el Tribunal Constitucional»

Lo primero era «desjudicializar» el golpismo, y lo han conseguido. Los jueces han quedado desautorizados. La sentencia del Tribunal Supremo quedó en la condena a una «ensoñación», porque la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Y, claro, en el buenismo de la democracia totalitaria es pecado sancionar las intenciones por muy ilegales e ilegítimas que sean. A partir de ahí vino el mangoneo. Sánchez indultó siguiendo el dictado de ERC sin que hubiera el conveniente acuerdo del tribunal sancionador. Luego quisieron meter mano al CGPJ para tener un Tribunal Constitucional que pusiera el sello democrático a un referéndum que rompiera la soberanía nacional.

¿Que esto no se ajusta a la ley porque no hay mayoría parlamentaria? Pues la ley se cambia y así metemos a Campo y Laura Díaz que harán lo que diga Sánchez. A ver. ¿De quién depende la Fiscalía? Pues del mismo que quiere controlar el poder judicial y el Tribunal Constitucional. Dominadas las instituciones y desoídas las que tocan otra música, como el Consejo de Estado, la mitad del camino está hecho.

La otra mitad de la vía al referéndum es despenalizar los actos que componen la secesión. Por ejemplo, así, a voleo, la sedición y la malversación. Eran exigencias de ERC y lo han logrado. Sánchez cumple su palabra, eso sí, solo con los independentistas y los filoetarras de Bildu.

En suma. La situación para el independentismo está mejor que en 2017. Con los mimbres puestos por Sánchez para satisfacer a ERC puede pasar lo siguiente. No es invención. Seguiré la hoja de ruta anunciada por los separatistas en un documento llamado La vía democrática al referéndum.

Si yo fuera Curzio Malaparte me frotaba las manos. Voy. Lo lógico es que ocurra antes de que se celebren las elecciones generales de 2023; es decir, mientras Sánchez esté en el Gobierno. No van a encontrar un Ejecutivo más blando con el independentismo. Convocarán un referéndum que incluya una pregunta que pondrá en cuestión la unidad nacional. El Tribunal Constitucional dirá que es totalmente progresista y que adelante.

El PSC, que hoy va delante en las encuestas catalanas, votará sí o se abstendrá. ERC y Junts harán lo mismo por mucho que hoy estén tirándose piedras. Como la CUP y la marca de Podemos. La consulta dividirá como nunca a la sociedad catalana, y el sanchismo dirá que una buena cucharada de votos desinflama la tensión.

«El objetivo de ERC es sacar el 51% de voto afirmativo aunque solo vote el 50%»

Ante el desconcierto, el miedo y la frustración muchos constitucionalistas se quedarán en su casa. Es lógico. Si los políticos no dan la cara, por qué lo van a hacer ellos. El objetivo de ERC es sacar el 51% de voto afirmativo aunque solo vote el 50%. Sabe que cuentan con la mayoría del voto de la población entre 16 y 18, de ahí que rebajen la edad. Estos irán a las urnas en masa haciendo mucho ruido, y son 425.000 personas.

Si sale positivo para los independentistas ya tendrían un apoyo «democrático» para iniciar el diálogo para la separación del resto de España. Si en ese momento sigue Sánchez gobernando lo tendrán muy fácil. En caso contrario, si sale que no, el sanchismo habrá dejado el camino bien asfaltado para un nuevo golpe si el independentismo así lo decide.

La combinación de una declaración del Gobierno y Parlamento de Cataluña con la toma tumultuaria de edificios públicos para imponer otra legalidad a la fuerza, que es el sueño de Junts, es ahora equiparable a liarse a palos tras un partido de fútbol.

Y si se desvían fondos públicos para organizar, mantener y pertrechar a las masas de independentistas, o a sus asociaciones, Omnium Cultural o Asamblea Nacional Catalana, por citar algo, es un pecadillo venial. No cabe mejor panorama para los que, como dijo Otegi, quieren «marcharse».

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