MyTO

Lo habéis destruido

«Tenemos en el Gobierno una coalición infecta, con miembros que hacen públicas sus luchas, incapaces de ponerse de acuerdo salvo en el odio a la derecha»

Opinión

Escena final de 'El planeta de los simios'.

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

Eran otros tiempos. Era corriente ver a gente feliz porque habían descubierto la piedra filosofal de la política. Ese alborozo se debía a que el adanismo es droga dura. Era un momento, hablo de 2014 y 2015, en el que parecía que todo se desmoronaba y nacía un tiempo nuevo. Vivíamos el resultado de una crisis económica y de un colapso político. Además, el paisano feliz contemplaba que no era un caso solo español, sino que los «aires de cambio» -expresión cursi de la época- inundaban el mundo entero. Al menos el que salía en la tele.

Resultaba un cuadro digno de Julio Camba. Gente joven diciendo obviedades sobre las maldades circundantes, soltando ocurrencias librescas para arreglar todo. Eran «regeneracionistas» con un estilo llamado una vez más en la historia contemporánea «la nueva política». Venían a moralizar la vida pública. Bajaron de su nube con las tablas de la ley mientras la casta se revolcaba en el vicio proporcionado por el oro del becerro.

El bipartidismo era el mal absoluto. Viva el pluralismo, y cuanto más atomizado, mejor. El buenismo moralizante servía para definir la política. Eso no se mira. Eso no se toca. Los gobiernos de coalición resultaban superdemócraticos, o sea, ¿sabes? La ideología era la clave para mejorar todo, porque la ley debía servir para ajustar la realidad al objetivo mágico de salvación general. Se nos olvidó que utopía y adanismo es como echar un Mentos en Coca Cola.

Venían a arreglarnos la vida, y la mayoría no había trabajado jamás. Mola. Es lo que tienen los mesías políticos, que se presentan dispuestos a pensar y actuar por nosotros para decirnos cómo tenemos que vivir, y que, tras mucho esfuerzo, podamos ser tan buenos como ellos. Es un despotismo ilustrado de Aliexpress. Con esas ínfulas cogieron la caja de herramientas, es decir, el poder, y se dispusieron a arreglar todos los desperfectos. Donde la gente veía algo corriente, ellos, los salvadores voluntarios, definían un conflicto. Y evacuaron leyes con tanta ligereza como nos daban clases de moral y virtud. No solo Podemos jugó a esto, sino también Ciudadanos. No olvidemos que los viejos partidos se sumaron a esa forma de pensar y a esa moda. El PSOE y el PP envidiaban la juventud rutilante, la imagen de limpieza, y la demagogia que salía de las imposturas de «los nuevos». Eran todos tan guapos y guapas que su política era sexy. José Bono recibía a Iglesias y Errejón, los Epi y Blas de la época, para decirles: «Si volviera a ser joven sería como vosotros». En el PP se lamentaban de que gente tan de catálogo y con estudios como la que poblaba Ciudadanos no estuviera en su partido.

«Se cargaron el bipartidismo, con la inestimable ayuda del PSOE y el PP»

Bien. Pues tuvieron un exitazo que se estudiará en los libros de historia. Se cargaron el bipartidismo, con la inestimable ayuda del PSOE y el PP, por supuesto. El pluralismo partidista que bendijeron se trasladó a todas las cámaras de representación, desde los ayuntamientos al Gobierno del «Estado español», que diría el F. C. Barcelona excusando su corrupción. Consiguieron que la democracia se tradujera como reparto obligatorio de la riqueza y la soberanía absoluta del Parlamento. Un desastre.

Sí, triunfaron todos estos que venían a salvarnos, pero con un nefasto resultado. Quizá estemos en el peor momento de la historia de nuestra democracia. Tenemos en el Gobierno una coalición infecta, con miembros que se repudian y hacen públicas sus luchas, incapaces de ponerse de acuerdo salvo en el odio a la derecha. Es un Ejecutivo, además, demagógico, adanista y contaminante, apoyado en lo peor del muestrario, en ERC y Bildu.

El BOE no aguanta sin terapia más leyes y decretos ideológicos sin informes técnicos, mal redactados y pensados, nacidos para ser reformados al día siguiente porque tienen víctimas indeseadas. Son normas impuestas por la ideología, no por un criterio técnico, para tirar a la cara de la oposición y de una parte de la sociedad. No hay más que escuchar a Irene Montero: «Hemos aprobado esta ley y que se fastidien los de siempre».

Mientras, diputados sin romanizar gritan en el Congreso que si el PP y Vox gobiernan algún día volveremos a las cuevas. Ellos son la Ilustración y la derecha es la Oscuridad. Estos mediocres irresponsables no han levantado un muro. Han cavado una trinchera con forma de tumba. Al tiempo, el PP de Feijóo decide parecerse al PSOE para ganar las elecciones, y Vox ataca al PP haciendo un favor a Sánchez.

Lo habéis conseguido. Todo es escombro. Genial. A veces, tras leer la prensa a uno se le pone cara de Charlton Heston en la mítica escena final de El planeta de los simios cuando, golpeando la arena de la playa, con la bellísima Linda Harrison detrás, sorprendida, sin entender nada, dice: «¡Lo habéis destruido!».

42 comentarios
  1. garciadeleon48

    Valentía de llamar a las cosas por su nombre y no escudarse en la necesidad de mentir para hacer política.

  2. Psilvia

    «Era un momento, hablo de 2014 y 2015, en el que parecía que todo se desmoronaba y nacía un tiempo nuevo. Vivíamos el resultado de una crisis económica y de un colapso político»

    Así es, Vilches. Fue un tiempo ilusionante en el que las viejas estructuras del bipartidismo empezaban a resquebrajarse y parecía que asomaba un tiempo nuevo, una nueva forma de hacer política era posible. En la fase previa al nacimiento de nuevos partidos y actores políticos, recuerdo en una entrevista las palabras burlonas de una Cospedal crecida ante los perroflautas, que desafiaba a esos desarrapados del 15M a presentar sus propuestas revolucionarias a través de los cauces legítimos y democráticos: «Que se presenten a las elecciones». Y le hicieron caso. Vaya que sí.
    Ella sabía que una cosa era predicar en las plazas sin cobrar un euro y otra muy distinta predicar en el parlamento a costa del erario público, aunque el trigo que se daba desde uno u otro púlpito era prácticamente el mismo: la nada con gaseosa. Lo mismo aplicaba al trigo que daban PPSOE, que tal como rezaba la cantinela y sigue vigente siete años después: «Psoe y PP la misma mierda es». Lo último que recuerdo de Cospedal, antes de batirse en duelo con Soraya para heredar el PP que Rajoy dejó hundir a favor de Sánchez, fue verla chocar contra un árbol a la salida del juicio, en el que se defendía de su tesorero y villano favorito que tiempo atrás militaba en su mismo partido.

    Después de siete años de fracasos y decepciones políticas, de puñaladas traperas entre partidos y de luchas cainitas alentadas por los medios del stablishment, parece que lo viejo no acaba de morir ni lo nuevo acaba de nacer. El Estado de derecho está en un proceso acelerado de derribo, pero no se ve la luz , ni líder ni partido ni proyecto que pueda alumbrar ese nuevo comienzo. Podría parecer que en la política ha llovido mucho desde entonces, pero ya no se trata de que llueva o no a gusto de todos, sino de que llueva siempre donde ya está regado y se beneficien de esas lluvias que lo acaban pudriendo todo los mismos de siempre. Sí, se les puede decir bien alto: «Lo habéis destruido».

  3. Boswell

    Fíjate, muy apreciado FARRINGDON (por cierto. Me he metido en el Telegraph, con la esperanza de leerte, y me pide que me suscriba. No basta el “log in”. Pues no, no te quiero tanto como para suscribirme y dar dinero a la pérfida Albión…Ja, ja).

    Lo más práctico es que el bloc (por favor a rayas horizontales, no a cuadros, que me marean al escribir) o el blog, lo monte Jorge Vilches, dada la notoriedad que tiene. Y que nos permita a algunos conocidos y de confianza ser autores.

    Primero, el que sea, empezando por Jorge, publica una columna, y luego vendrían los comentarios. Serían legendarios con el tiempo…

    Como dueño del bloc, Jorge estaría autorizado a borrar los comentarios faltones. Comentarios disidentes (disidiosos, pero no insidiosos, tampoco sedicentes, pero sí dicentes) se permitirían.

    Todo depende de JORGE VILCHES.

    Te lo digo en serio, no es broma, JORGE.

    Hazlo, imperativo, que yo fui sargento de Infantería de la IMEC.

    Aunque yo mandaba poco y mal, la verdad. Me podía la melancolía, la literatura y el TDHA.

    Mandar siempre me ha dado pereza, como que me asusta un poco.

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