THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Lo habéis destruido

«Tenemos en el Gobierno una coalición infecta, con miembros que hacen públicas sus luchas, incapaces de ponerse de acuerdo salvo en el odio a la derecha»

Opinión
42 comentarios
Lo habéis destruido

Escena final de 'El planeta de los simios'.

Eran otros tiempos. Era corriente ver a gente feliz porque habían descubierto la piedra filosofal de la política. Ese alborozo se debía a que el adanismo es droga dura. Era un momento, hablo de 2014 y 2015, en el que parecía que todo se desmoronaba y nacía un tiempo nuevo. Vivíamos el resultado de una crisis económica y de un colapso político. Además, el paisano feliz contemplaba que no era un caso solo español, sino que los «aires de cambio» -expresión cursi de la época- inundaban el mundo entero. Al menos el que salía en la tele.

Resultaba un cuadro digno de Julio Camba. Gente joven diciendo obviedades sobre las maldades circundantes, soltando ocurrencias librescas para arreglar todo. Eran «regeneracionistas» con un estilo llamado una vez más en la historia contemporánea «la nueva política». Venían a moralizar la vida pública. Bajaron de su nube con las tablas de la ley mientras la casta se revolcaba en el vicio proporcionado por el oro del becerro.

El bipartidismo era el mal absoluto. Viva el pluralismo, y cuanto más atomizado, mejor. El buenismo moralizante servía para definir la política. Eso no se mira. Eso no se toca. Los gobiernos de coalición resultaban superdemócraticos, o sea, ¿sabes? La ideología era la clave para mejorar todo, porque la ley debía servir para ajustar la realidad al objetivo mágico de salvación general. Se nos olvidó que utopía y adanismo es como echar un Mentos en Coca Cola.

Venían a arreglarnos la vida, y la mayoría no había trabajado jamás. Mola. Es lo que tienen los mesías políticos, que se presentan dispuestos a pensar y actuar por nosotros para decirnos cómo tenemos que vivir, y que, tras mucho esfuerzo, podamos ser tan buenos como ellos. Es un despotismo ilustrado de Aliexpress. Con esas ínfulas cogieron la caja de herramientas, es decir, el poder, y se dispusieron a arreglar todos los desperfectos. Donde la gente veía algo corriente, ellos, los salvadores voluntarios, definían un conflicto. Y evacuaron leyes con tanta ligereza como nos daban clases de moral y virtud. No solo Podemos jugó a esto, sino también Ciudadanos. No olvidemos que los viejos partidos se sumaron a esa forma de pensar y a esa moda. El PSOE y el PP envidiaban la juventud rutilante, la imagen de limpieza, y la demagogia que salía de las imposturas de «los nuevos». Eran todos tan guapos y guapas que su política era sexy. José Bono recibía a Iglesias y Errejón, los Epi y Blas de la época, para decirles: «Si volviera a ser joven sería como vosotros». En el PP se lamentaban de que gente tan de catálogo y con estudios como la que poblaba Ciudadanos no estuviera en su partido.

«Se cargaron el bipartidismo, con la inestimable ayuda del PSOE y el PP»

Bien. Pues tuvieron un exitazo que se estudiará en los libros de historia. Se cargaron el bipartidismo, con la inestimable ayuda del PSOE y el PP, por supuesto. El pluralismo partidista que bendijeron se trasladó a todas las cámaras de representación, desde los ayuntamientos al Gobierno del «Estado español», que diría el F. C. Barcelona excusando su corrupción. Consiguieron que la democracia se tradujera como reparto obligatorio de la riqueza y la soberanía absoluta del Parlamento. Un desastre.

Sí, triunfaron todos estos que venían a salvarnos, pero con un nefasto resultado. Quizá estemos en el peor momento de la historia de nuestra democracia. Tenemos en el Gobierno una coalición infecta, con miembros que se repudian y hacen públicas sus luchas, incapaces de ponerse de acuerdo salvo en el odio a la derecha. Es un Ejecutivo, además, demagógico, adanista y contaminante, apoyado en lo peor del muestrario, en ERC y Bildu.

El BOE no aguanta sin terapia más leyes y decretos ideológicos sin informes técnicos, mal redactados y pensados, nacidos para ser reformados al día siguiente porque tienen víctimas indeseadas. Son normas impuestas por la ideología, no por un criterio técnico, para tirar a la cara de la oposición y de una parte de la sociedad. No hay más que escuchar a Irene Montero: «Hemos aprobado esta ley y que se fastidien los de siempre».

Mientras, diputados sin romanizar gritan en el Congreso que si el PP y Vox gobiernan algún día volveremos a las cuevas. Ellos son la Ilustración y la derecha es la Oscuridad. Estos mediocres irresponsables no han levantado un muro. Han cavado una trinchera con forma de tumba. Al tiempo, el PP de Feijóo decide parecerse al PSOE para ganar las elecciones, y Vox ataca al PP haciendo un favor a Sánchez.

Lo habéis conseguido. Todo es escombro. Genial. A veces, tras leer la prensa a uno se le pone cara de Charlton Heston en la mítica escena final de El planeta de los simios cuando, golpeando la arena de la playa, con la bellísima Linda Harrison detrás, sorprendida, sin entender nada, dice: «¡Lo habéis destruido!».

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D