THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

El sufrido Arturo Barea y las cosas de hoy

«El drama de la guerra de España es por la falta de un partido, o un grupo de ciudadanos, que hubiesen optado, por supuesto contra nadie, por la moderación»

Opinión
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El sufrido Arturo Barea y las cosas de hoy

El escritor Arturo Barea. | Wikimedia Commons

El novelista Arturo Barea pasa, con buen criterio, por uno de los mejores en reflejar la España menesterosa de los primeros años del siglo XX y el terrible estallido de la Guerra Civil. Nacido en Badajoz, pero criado en Madrid -en Lavapiés- esta será su ciudad hasta irse al exilio en 1938. Le gustaba la gente humilde, de pueblo, porque es lo que vivió muchos años. Su madre fue aún de aquellas lavanderas, que con una tabla plisada, lavaban ropa en el Manzanares. Fue soldado durante la dura guerra del Rif y presenció el desastre de Annual. Se casó, tuvo cuatro hijos y se divorció. Parece un ser sin mucho asidero, que conoce la vida de «los de abajo», en un país sobresaturado de crisis. En los inicios de la guerra, lo hacen censor de prensa extranjera -cercano al PCE– y ahí conoce a una mujer austríaca, muy inteligente y muy dotada para las lenguas, Ilse Kulcsar, que será enseguida su compañera. Ahí comienza su carrera y su vocación literaria, al publicar en 1938 su primer libro, Valor y miedo (colección de estampas del Madrid asediado, muy realismo socialista) que sale muy poco antes de que los Barea abandonen España. Republicanos convencidos, antifascistas, cercanos al PCE, aunque cada vez más por estrategia, ¿se van solamente porque consideran que todo está ya perdido? 

Digámoslo: se van porque ven poco futuro a su mundo y porque están cansados de las banderías y luchas intestinas de la izquierda y la presión cada vez mayor del Partido Comunista por ser hegemónico. En realidad (y se dice poco) hacia 1938, sino antes, en la desgarrada España, sólo se luchaba por dos posibilidades: Hacer una revolución comunista o una revolución fascista. ¿Qué quedaba de la República de intelectuales de 1931? Muy poco, apenas una fachada de escasos medios, presidida por Manuel Azaña. Como el propio Azaña escribió en carta, todos los moderados -se incluía- tendrían que tomar el primer barco… El biógrafo británico de Barea (Michael Eaude, hombre claramente de izquierdas) dirá que la llegada de los Barea a Inglaterra -él tenía los nervios destrozados- era un sano cambio de clima político, «después de la situación en Madrid en la que era peligroso no apoyar al Partido Comunista». El drama de la guerra de España (por lo que en realidad estalla y destroza) es por la falta de un partido, o un grupo suficiente de ciudadanos, que hubiesen optado, por supuesto contra nadie, por la moderación.

En Inglaterra, Barea escribirá su obra principal, La forja de un rebelde, una trilogía (La forja, La ruta y La llama) que es una de las grandes novelas de la época. Ilse la tradujo al inglés –The Forging of a Rebel– y apareció en 1947. La edición española -la original- sólo vio la luz en Argentina en 1951. Fue un enorme éxito, pero a España, obviamente, no llegó. Como Barea se había nacionalizado británico en 1948, si en España se aludía a sus conferencias y éxitos en América, se le aludía como «el escritor inglés Arturo Beria», haciendo alusión al amigo cercano -un tiempo- de Stalin. Y sin embargo tanto Barea como Ilse (trabajando años para la BBC) se habían convertido en demócratas plenos y moderados. Antifranquistas claro está, pero «fabianos», un ala moderada del Partido Laborista británico. Barea murió de un infarto en la Nochebuena de 1957, con 60 años. Enterrado en la campiña inglesa, este hombre que había estado siempre del lado de los humildes y de los ofendidos, aún debió oír que se había vuelto de derechas o conservador…

«Necesitamos respeto y moderación, con todas las diferencias que se quieran»

A partir de 1950 (sino antes) Barea, que había sido nítidamente de la España de plena izquierda, pasa a ser, junto a tantos (de nuevo pienso en Luis Cernuda) parte de esa cada vez más necesaria «tercera España». He hablado estos días, con un puntito de ironía, de nuestra necesidad hoy de un Ministerio de Fraternidad, ya que lo tenemos de Igualdad, con mucha dedicación a lo sexual sobre todo. Si uno oye a muchos políticos (no a todos) y siento que Podemos y el señor Iglesias sigan a la cabeza de la ferocidad, nos parece ver al oír, deseos de dentelladas. Cainismo, guerracivilismo, y más en año de elecciones. Necesitamos respeto y moderación, con todas las diferencias que se quieran. Acaso leer La forja de un rebelde para ver cómo, tras tanta barbarie, se puede llegar, como Barea a la justa moderación. 

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