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La contraofensiva de Pedro Sánchez

«Cuando lleguen las generales, los pactos tóxicos del PSOE serán historia, y los del PP estarán en ebullición. Su estrategia es alentar el miedo y devorar a sus socios»

Opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Eduardo Parra (Europa Press)

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

Es casi inaudito que los intereses de España se hayan alineado con los intereses de Pedro Sánchez. Y digo casi porque sucedió una vez, en una galaxia muy lejana llamada 2016, cuando PSOE y Ciudadanos rubricaron un buen acuerdo de Gobierno que frustró Mariano Rajoy. Tras el barrido electoral que sufrió el PSOE en la jornada de ayer, la convocatoria anticipada de elecciones es la decisión responsable, pero no nos engañemos: no es la responsabilidad institucional lo que orienta las decisiones del presidente del Gobierno, sino el cálculo personal.

Hay que reconocerle a Pedro Sánchez una audacia de la que carecía su antecesor y carecen muchos de sus rivales. Apenas doce horas después de que finalizara el escrutinio, la contraofensiva estaba decidida. Pedro Sánchez es como esos boxeadores que se ponen de pie cuando el árbitro canta nueve y sorprende a su adversario descorchando champán en su rincón. Quien hoy lo imaginara caído en la lona tras la derrota de ayer no conoce al púgil.

«Podemos, Sumar y compañía tienen 10 días de plazo legal para cerrar una coalición»

Ha desconcertado a todos: ¿por qué convoca un plebiscito a escasas horas de haber perdido uno? Precisamente por eso. Porque sabe que en política las victorias tienen que asentarse en la mente de los ciudadanos, y eso no sucede de la noche electoral a la mañana siguiente. Unas elecciones en diciembre encontrarían al PP estabilizado en todas las comunidades y ayuntamientos ganados, los previsibles pactos con Vox normalizados, y el proyecto de Yolanda Díaz armado. Y todo esto lo ha desactivado Sánchez con esta convocatoria repentina. Recordemos que Podemos, Sumar y compañía tienen 10 días de plazo legal para cerrar una coalición. Pedro Sánchez logra, además, redirigir la conversación pública. Miles de artículos que, como este, estarían valorando la victoria del PP y el descalabro del sanchismo, están loando la audacia del presidente. El tsunami de ayer es agua pasada.

Por la fecha elegida, 23 de julio, podríamos inferir que al presidente no le inquieta la participación. Media España estará de vacaciones y la confianza en el voto por correo no pasa por su mejor momento. Pero la principal ventaja de esa fecha es que las conversaciones del PP con Vox estarán fructificando y convirtiéndose en munición electoral. Cuando lleguen las generales, los pactos tóxicos del PSOE serán historia, y los del PP estarán en plena ebullición, aunque estos traten, donde se pueda, de demorar las investiduras hasta agosto. La estrategia de Sánchez es clara: alentar el miedo y devorar a sus socios. Y el mejor momento para lograr ambas cosas es ahora.

22 comentarios
  1. Apeiron

    Pues yo he entendido esta maniobra de otra forma. Pensándolo en clave PSOE state of mind, qué es lo que más le ha podido hacer perder votos a Antonio? Seguramente pensarán que ha sido la alianza con Bildu y las innumerables cagadas de las leyes de Podemos. Para Antonio hace tiempo que ambos son un lastre que lo arrastran al fondo del abismo, lo que ocurre es que pensaba que no se hundía tan deprisa. La inmediata convocatoria de elecciones le evitará pactar ningún gobierno con Bildu, les podrá dar largas y exhibir sus supuestos escrúpulos, como va a hacer el PP con Vox. También le permite se desmarcarse de Podemos, aunque no tanto como para arriesgarse a espantar a los votantes huérfanos.
    En definitiva se trata de parar la sangría de votos antes de que sea demasiado tarde. Y por cierto, el PP le ayudará.

  2. jorgeplaza

    Dos desacuerdos notables:

    1) No veo descalabro del PSOE y no sé qué es el «sanchismo». El porcentaje de votos de los socialistas en las municipales ha bajado poquito: 29,38% hace cuatro años; 28,11% en estas elecciones. Los que han caído más (sobre todo en concejales y diputados, no tanto en votos) son sus socios de UP y la bajada se nota sobre todo porque sus efectos son no lineales, ya que pasan de una representación casi proporcional a ninguna en absoluto al no llegar al mínimo exigido por la ley electoral.

    2) Las negociaciones y acuerdos entre VOX y PP puede que no sean coser y cantar porque VOX, a menos de desaprecer del mapa en poco tiempo igual que Cs, tiene por fuerza que distinguirse en algo del PP. No sé la manera, si obligando a la derogación de determinadas leyes autonómicas o cómo, pero no puede prescindir de forzar una diferencia que lo mantenga como partido independiente del PP. Eso puede producir tensiones entre los dos partidos de la derecha. No es imposible que sepamos los resultados del 23-J antes de que se hayan cerrado los acuerdos de la derecha en todas las CC.AA.

  3. Psilvia

    «Cuando lleguen las generales, los pactos tóxicos del PSOE serán historia, y los del PP estarán en plena ebullición»

    En este punto no creo que esos pactos tóxicos se olviden en dos meses. Al contrario, están muy presentes en los electores que han propiciado el cambio de ciclo electoral en estos comicios. Salvo en Madrid, Vox no ha menguado ni se ha estancado, sino que ha crecido y se ha consolidado a nivel municipal y autonómico. En mi opinión, el cálculo de Sánchez es evitar que los suyos puedan echarle del partido. Si acaso venderá que es él que decide apartarse porque su agenda internacional se lo impide. Por cierto, en el mes de julio la tiene llena.
    Después de lo ocurrido y de tantos peones y reyes fuera de juego, movilizar al electorado de izquierda con el único objetivo visible y claro de mantener en sus poltronas al gobierno actual y sus socios, mueve a la risa.

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