THE OBJECTIVE
David Mejía

Vox: lo alarmante y lo pintoresco

«Hay una diferencia entre pintoresco y peligroso, y la izquierda se equivoca confundiéndolos. De tanto invocarlo, nadie teme el fantasma del fascismo»

Opinión
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Vox: lo alarmante y lo pintoresco

La dirección de Vox celebra el resultado del pasado 28-M. | Europa Press

Un tal Vicente Barrera (Vox) será vicepresidente y consejero de Cultura del Gobierno de Valencia. Como nadie sabe a qué se dedican los vicepresidentes, la indignación se ha centrado en su consejería, porque Barrera, además de ser de Vox, es torero. Toda una terapia de choque. Sospecho que incluso a quienes animaron al PP a acelerar los pactos de investidura se les ha volado el sombrero: una cosa es querer pasar página cuanto antes y otra amanecer con un matador al frente de Cultura. Pero quizá no sea así, y los chocados seamos una minoría. Buen ejemplo del desfase de percepción en el giro político que vivimos: lo que algunos perciben como alarmante, a muchos les resulta indiferente. La clave está en determinar quién tiene razón y cuándo.

Vender el nombramiento de un torero como consejero de Cultura como el primer paso de una nueva marcha sobre Roma es insistir sobre la misma estrategia fallida. Hay una diferencia entre lo pintoresco y lo peligroso, y la izquierda se equivoca haciendo pasar lo uno por lo otro. De tanto invocarlo, nadie teme el fantasma del fascismo. Abusar de la retórica alarmista no ha servido para sensibilizar a la sociedad, sino para lo contrario. A esa paulatina insensibilización ha contribuido también la política de pactos del PSOE, que ha gobernado España en coalición con un partido que siente poco entusiasmo por la democracia liberal y con el apoyo de otro que encabezó una sedición.

«Si algo hemos aprendido en los últimos cinco años es que quien depende de los pintorescos termina aceptando lo alarmante»

Con todo, que el Gobierno haya abusado de la alarma antifascista y haya dilatado el umbral de dolor de los españoles con sus pactos, no quiere decir que no existan riesgos. Ni Vox, ni Podemos y asociados, son compañías inocuas; pactar con el extremismo tiene consecuencias. Hemos visto cómo se ha contaminado la socialdemocracia de populismo y lo mismo le puede ocurrir a los liberal-conservadores.

Determinar si Vox o Podemos son partidos de extrema derecha e extrema izquierda es lo de menos. Porque todos sabemos que aunque Vox no sea extrema derecha la contiene, como Podemos contiene la extrema izquierda. Serán lo que sean, pero es evidente que ambos acogen a los extremistas de sus respectivas familias, y por eso son potencialmente peligrosos, más sabiendo que los radicales son siempre los miembros más activos de cualquier organización. Un torero en una consejería de Cultura es algo más pintoresco que alarmante, un peón en una batalla cultural. Pero si algo hemos aprendido en los últimos cinco años es que quien depende de los pintorescos termina aceptando lo alarmante.

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