THE OBJECTIVE
Martín Casariego

Un billete de ida y vuelta

«Después de cuatro años como concejal independiente de Cs he comprobado que ni los políticos ni los funcionarios son peores que el resto de nosotros»

Opinión
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Un billete de ida y vuelta

Antigua sede de Ciudadanos, en la calle Alcalá de Madrid. | EFE

A partir de la publicación de mi primera novela, en 1989, me dediqué exclusivamente a escribir. Me había mantenido siempre alejado de la política, aunque no despreocupado de ella. En 2019 se me presentó, de manera inesperada, la posibilidad de formar parte como independiente de la lista de Ciudadanos para el Ayuntamiento de Madrid, encabezada por Begoña Villacís. El partido contaba con mis simpatías, por ocupar ese espacio tan necesario que algunos, en una exhibición de cinismo, han llamado «extremo centro». Por desgracia, muchos han querido dividir las aguas del Mar Rojo no para encontrar una salida, sino para separarnos.

Recuerdo la emocionante noche electoral siguiendo el escrutinio en su sede, viendo cómo se llegaba a 11 concejales y cómo se podría gobernar en coalición con el PP. El posterior derrumbe de Cs, motivado por muy diversas razones, ha sido un triste espectáculo. Y paralelamente, también lo ha sido ver la paulatina descomposición del propio grupo de Cs en el Ayuntamiento. La imagen en el último pleno de cuatro de mis compañeros en asientos alejados del resto fue muy elocuente.

Se suponía que mi destino sería el Área de Cultura, pero tras las negociaciones entre el PP y Cs se me asignó presidir las juntas de Vicálvaro y de San Blas-Canillejas, dos zonas del sureste muy distintas entre sí y con marcados contrastes entre sus barrios, algo normal en una ciudad en la que sus distritos pueden tener el tamaño de una capital de provincia (San Blas-Canillejas cuenta con unos 160.000 habitantes). Me encontré de pronto organizando dos equipos y yendo de uno a otro atendiendo los asuntos más variados y con la inevitable sensación de no llegar a todo. Y con un par de días al mes casando a parejas de lo más variopinto, algo que jamás imaginé que llegara a suceder. Recuerdo a una pareja de españoles que se casaron vestidos con trajes tradicionales japoneses. En cualquier caso, bodas menos épicas, he de reconocer, que las que puede oficiar un capitán de barco: que yo sepa, no casé a nadie en trance de morir.

«El concejal presidente, además de intervenir, debe hacer de árbitro, poner orden y armarse de paciencia»

Las Juntas de los distritos reproducen, a pequeña escala, la organización de Cibeles.Tienen su pleno ordinario mensual, con los grupos políticos representados por vocales vecinos, y en los que el concejal presidente, además de intervenir, debe hacer de árbitro, poner orden y armarse de paciencia ante las faltas de respeto que algunas veces se producen y las sandeces cargadas de una ideología carente de sentido común que en ocasiones se ve obligado a escuchar. En la primera sesión, cuando la inicié con un saludo, «Buenas tardes a todos», una vocecilla salida del fondo me corrigió: «Y a todas» —no hace falta ser escritor para saber que el «todos y todas» es innecesario e, incluso, incorrecto—. Cuentan con sus Departamentos de Cultura, Servicios Sociales, Medio Ambiente y Escena Urbana, Contratación, Economía, etc, y con su propio presupuesto, aunque con unas competencias bastante limitadas.

La ejecución de muchos trabajos depende de las Áreas, por lo que a veces hay que perseguir a sus titulares, y gracias en parte a mi insistencia existe hoy, por poner algún ejemplo, el Campus Digital San Blas, y se ha iniciado el aparcamiento de Artilleros en Vicálvaro, una antigua demanda vecinal.También hay espacio para iniciativas completamente propias, y así pudimos crear un programa de lectura, con charlas de escritores y libros comprados por la Junta, en los colegios públicos de ambos distritos, algo inédito en el Ayuntamiento, o un magnífico programa de conciertos de música barroca en el único BIC de Vicálvaro, la iglesia de Santa María la Antigua. Y, en fin, el contacto con los vecinos es mucho más cercano y directo, lo que es bueno y malo a la vez. Puedes recibir 50 reclamaciones sobre determinado asunto, y cuando se resuelve, no recibir ni un solo mensaje de reconocimiento. Peor era entrar en Twitter.

Después de cuatro años, he comprobado que ni los políticos ni los funcionarios son peores que el resto de nosotros. ¿Hay funcionarios vagos, demasiado a menudo de baja, que se escaquean todo lo que pueden? Claro que sí, como en las empresas privadas. Y también todo lo contrario. Gracias a muchos de ellos creo que San Blas-Canillejas y Vicálvaro están mejor hoy que ayer. Y sin duda eso mismo se puede decir de Madrid en su conjunto. El 28-M ha dejado claro que el fruto de esa gestión de un Gobierno bipartito lo ha recogido por entero el PP. Martínez-Almeida y su equipo tendrán ahora una gran oportunidad para gobernar cuatro años en solitario y conseguir que Madrid continúe mejorando.

«Seré más comprensivo con los errores del Ayuntamiento, ahora que conozco la complejidad de los procesos burocráticos»

He aprendido mucho sobre esta ciudad, sus moradores y su administración. Y, acostumbrado a trabajar en solitario, he aprendido también a colaborar y a gestionar un equipo (quizá me ayudó pertenecer a una familia numerosa). Seré, sospecho, más comprensivo con los errores del Ayuntamiento, ahora que conozco la complejidad y lentitud de los procesos burocráticos. A la vez, apreciaré más todo lo que hace, desde el asfaltado de una calle a la sustitución de una caldera en un colegio o el tratamiento contra la procesionaria del pino; desde las subvenciones a gente con pocos recursos hasta la organización de una carrera popular o el seguimiento de un caso de absentismo escolar. Únicamente me pesa no haber escrito nada en estos cuatro años. Ser concejal presidente de dos distritos es absorbente, con pocas vacaciones y muchos fines de semana ocupados, y al llegar a casa sólo me sentía con fuerzas para estar con mi familia, leer un rato y ver alguna película.

Muchas veces, a lo largo de estos años, y más en las últimas semanas, me han dicho que seguramente esta experiencia me inspire alguna novela. Es demasiado pronto. En general, las novelas se encuentran más bien dentro de los escritores, aunque para tomar forma se visten con todo aquello que les rodea. Y, también en general, lo que les influye no se manifiesta de forma inmediata, sino que tarda en dar frutos. Es de suponer, entonces, que todo lo vivido en el Ayuntamiento se reflejará, de una forma u otra, en lo que escriba a partir de ahora.

Por último, me gustaría agradecer a muchos funcionarios y políticos el que no me hayan hecho perder la inocencia —a mi edad, ya relativa— con la que me estrené como concejal.

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