THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Pedro Sánchez contiene multitudes

«Hoy es más transparente que nunca su verdadera cara, la de alguien capaz de defender lo que sea con tal de permanecer en el poder»

Opinión
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Pedro Sánchez contiene multitudes

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Quizá la pregunta («¿Por qué nos ha mentido tanto?») no era la más adecuada, o no estaba bien formulada para que el presidente pudiera responder algo que no fueran vaguedades. Al pronunciarla, Alsina buscaba menos una respuesta que la posteridad: Nixon vs Frost, Alsina vs Sánchez. Pero partía de una realidad. El presidente ha mentido mucho. Esto no es nuevo, claro. Lo hemos visto desde hace años. Una de mis mentiras favoritas, que no es exactamente suya sino de la que era por entonces su portavoz, Carmen Calvo, es la del delito de rebelión

En mayo de 2018, el líder del PSOE Pedro Sánchez afirmó que «lo ocurrido el 7 de septiembre en el Parlamento de Cataluña se puede entender como un delito de rebelión». Se refería al golpe parlamentario que dieron los partidos independentistas poco antes del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Meses después, tras llegar al Gobierno apoyado por los partidos independentistas catalanes, Pedro Sánchez cambió de opinión. En una rueda de prensa, la portavoz del Gobierno, Carmen Calvo, defendió la nueva postura y dijo: «El presidente del Gobierno nunca ha dicho que haya un delito de rebelión en Cataluña». Cuando la prensa le recordó que era obvio que sí, la vicepresidenta respondió: «Por entonces no era presidente del Gobierno».

No es exactamente una mentira. Es una mentira pero también algo más, algo más cínico

«Ha sido un presidente muy opaco en muchas cosas, pero en otras muchas ha mentido con descaro»

David Jiménez Torres ha hablado de su «esquizofrenia discursiva, una capacidad de sostener posturas contradictorias sobre el mismo tema». La clave es la transparencia en esas mentiras. Ha sido un presidente muy opaco en muchas cosas, pero en otras muchas ha mentido con descaro. Se ha dado cuenta de que a veces es mejor mantener la cara de póker y esperar a que la crisis desaparezca por sí sola. 

Las contradicciones no eran solo discursivas. Pedro Sánchez ha contenido multitudes. Ha habido muchos Pedro Sánchez: el socioliberal tecnócrata que se enfrentó a Madina en 2014 hablando de autónomos y bajar impuestos, el socialdemócrata ¿radical? antioligárquico de la entrevista con Évole en 2016 (cuando dijo que había que entenderse con Podemos y habló de una conspiración del Ibex y los medios contra él), el del poscapitalismo y la revolución de la robótica, el Sánchez con banderas de España gigantes, el que critica a Podemos porque la CEOE les tiene miedo, el que no podría dormir con Podemos en el gobierno, el de ley y orden que prometía traer a Puigdemont a España, el que de nuevo criticó a los medios por estar dominados por la derecha, el que se vistió de estadista y recibió a la OTAN en el Museo del Prado…

Tiene mérito haber aguantado tanto tiempo así. Le han ayudado muchos factores. Hay uno de ellos que me resulta especialmente interesante. Como ha sido un presidente tan difícil de etiquetar ideológicamente, como era tan difícil conocer sus convicciones, el votante de izquierdas hizo un esfuerzo de proyección: le colocaría las virtudes que quería ver en él. Era un significante vacío y su votante llenó ese vacío con lo que quería ver, proyectó sus deseos en él y lo construyó a su gusto. Más que un político atrapalotodo era un político Mr. Potato. Los votantes parece que ya no le compran esos vaivenes. Hoy es más transparente que nunca su verdadera cara, la de alguien capaz de defender lo que sea con tal de permanecer en el poder. 

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