Sí, Sánchez, nuestra economía se estanca
«El crecimiento actual responde exclusivamente a que estamos haciendo ahora los deberes que los demás acabaron antes. Pero no oculta que el PIB se está frenando»
Aun a riesgo de ser tildado de brujo o chamán -cariñosos epítetos que dedica Pedro Sánchez a los que no se alistan en el grupo de propagandistas de su pretendido éxito económico-, creo que, en absoluta contradicción con las declaraciones harto triunfalistas de Sánchez, Calviño y los suyos, todos los síntomas disponibles evidencian que la economía española está estancada.
Empezando por la evolución del PIB, las previsiones para el año en curso apuntan a que aumentará a un ritmo ligeramente superior al 2%, porcentaje claramente inferior al habido en los dos últimos años -5,5%-. Si eso no es estancarse, que baje Dios y lo vea. En una grosera manipulación dialéctica, Sánchez y sus propagandistas intentan maquillar este frenazo manifestando que en 2023 creceremos más que los países de nuestro entorno. Claro, porque en los dos años anteriores -2021 y 2022- hemos crecido mucho menos, siendo auténticamente incontestable que somos uno de los dos países de la Unión Europea que más hemos tardado en recuperar el PIB previo al shock pandémico. De ahí que nuestro mayor crecimiento actual responda exclusivamente a que estamos haciendo ahora los deberes que los demás acabaron mucho antes. Pero esto no oculta, salvo en las declaraciones propagandísticamente maquilladas, que el PIB español se está frenando y de manera considerable.
Es también sintomática la evolución de la recaudación cosechada por la Agencia Tributaria en los primeros meses de este año porque también refleja el estancamiento económico que niegan Sánchez y los que le rodean. Basta con observar que en 2022 creció un 14,4% respecto de 2021 y su crecimiento en el periodo enero-abril de este año respecto a los mismos meses del año precedente se limita a un 5,5%. Como es lógico, esta ralentización se percibe de manera nítida en los dos grandes impuestos del sistema, IRPF e IVA. Empezando por el primero, ha pasado de crecer al 15,8% en 2022, a hacerlo solo al 11,6%. Por lo que respecta al IVA, que probablemente es el que mejor refleja las variaciones de la coyuntura, el crecimiento de su recaudación ha descendido desde el 13,9% -ritmo de aumento en 2022- al 5,9% -crecimiento habido en el primer cuatrimestre de 2023. Los datos son esclarecedores del frenazo económico y no engañan salvo, claro está, al que quiere auto engañarse y engañar a los demás.
Más calientes todavía por ser más próximos en el tiempo son los datos que proporciona el Sistema Inmediato de Información en el IVA (SII) aplicado por la AEAT. En el último informe, fechado el pasado 27 de junio, se expone literalmente que «las ventas interiores se redujeron en el periodo 17 de mayo–13 de junio de 2023 un 4,5% en términos interanuales». Verde y con asas. Pero, además, esta contracción viene a agravar la tendencia depresiva ya detectada por el Sistema toda vez que en los periodos inmediatos al reseñado la disminución interanual de las ventas fue respectivamente del 1,4% -periodo del 03-05 al 30-05- y del 3% -periodo del 10-05 al 06-06-. Me imagino que hasta Nadia Calviño será capaz de interpretar los datos que acabo de exponer. Y, además, tanto estos últimos como los de recaudación tributaria tienen como fuente documentos oficiales de la Agencia Tributaria por lo que no podrá esgrimir que son cosa de brujería o chamanismo.
«El aumento de la afiliación a la Seguridad Social el mes pasado ha sido la mitad del que se produjo en junio de 2022»
He dejado para el final los datos relativos al empleo. Ayer conocimos los que con carácter mensual presenta el propio Gobierno -SEPE- que en este caso van referidos a junio y, de nuevo, vienen a indicar la atonía que muestra nuestra economía. La afiliación a la Seguridad Social se limitó a aumentar en poco más de 54.000 trabajadores, cifra exigua para el mes de junio que tradicionalmente incorpora un número mayor de nuevos afiliados. De hecho, se trata del menor aumento habido en este mes desde 2015 y por poner un ejemplo reciente, el crecimiento en la afiliación habida en el mes pasado ha sido la mitad del que se produjo en junio de 2022. La cuestión es tan evidente que hasta las propias fuentes oficiales han hablado de la ralentización si bien ¡faltaría más!, intentando desviar la atención recurriendo a esgrimir datos de aumentos semestrales, anuales…
Y en lo que hace a los datos del desempleo sigue el carajal que el Gobierno interesadamente no quiere resolver. Con la estadística presentada ayer se nos dijo que los parados son 2.688.842 pero sigue sin proporcionarse el número de trabajadores que, ausentes en esa cifra, se encuentran en su casa a la espera de poder trabajar. Es decir, los firmantes de contratos fijos discontinuos que sin estar trabajando computan como si sí lo estuvieran. Y eso sin olvidar que la última Encuesta de Población Activa -EPA- que elabora el INE refleja que los parados son 3.127.800, aproximadamente 450.000 más de los que se nos dijo ayer por el SEPE. Por cierto, que son ya tres los trimestres consecutivos en los que la EPA refleja un aumento del número de parados en oposición a los datos del paro registrado. Y sin dejar de recordar asimismo que, según los datos publicados por Eurostat, el número de parados en España está próximo a los cuatro millones. Pues bien, con independencia del caos estadístico que el Gobierno no puede, no sabe o no quiere aclarar, lo cierto es que son los propios datos oficiales de ayer los que confirman el parón habido en la evolución del empleo.
Con lo expuesto hasta ahora, solo un Gobierno como el que preside Sánchez tiene la desfachatez de presumir de la pretendida marcha triunfal de la economía. Pero ya de sobra conocemos los españoles la capacidad de nuestro hoy presidente en funciones de no decir las cosas como son y de decirlas como no son. Por eso, los que ayer no le votaron siguen hoy sin votarle y no pocos de los que le votaron antaño ya no le votan hogaño.