España en manos de los que quieren romperla
«Quizá va siendo hora de realizar una reforma electoral para evitar que la gobernabilidad recaiga en quienes tienen como fin acabar con nuestro país»
Después de una noche electoral de infarto, los resultados estaban claros: el PP había ganado con 136 escaños y el PSOE había quedado en segunda posición con 122. Con esos números, lo más lógico sería que esas dos fuerzas llegaran a un acuerdo pues sus 258 escaños representan a una amplia mayoría de los españoles. Sin embargo, esa opción no se puso sobre la mesa en ningún momento. En lugar de eso, en las tertulias se sacaron los pactómetros para hacer las combinaciones posibles y todas ellas pasaban por las fuerzas que más o menos manifiestamente quieren romper España.
Desde el inicio de la democracia, cada vez que el PP o el PSOE no han tenido mayoría suficiente para gobernar, en lugar de buscar acuerdos entre ellos, han vendido esa gobernabilidad a los nacionalismos de Cataluña y el País Vasco a cambio de tragar con cosas tan insólitas en cualquier democracia como que la lengua oficial del país quede vetada como vehicular en la Educación o que se pueda multar a los ciudadanos por no rotular su negocio en catalán.
Sánchez fue un paso más allá en la anterior legislatura y no solo pactó con estos nacionalismos tan nefastos para el país, sino que negoció su colchón en la Moncloa y el uso sin tasa del Falcon con los separatistas de ERC, que acaban de intentar acabar con el Estado de derecho en Cataluña, y con los filoetarras de Bildu que llevan en sus listas a terroristas con las manos manchadas de sangre. A mí esto me resulta profundamente inmoral, pero la realidad es a él no le ha pasado factura, así que ahora no va a tener ningún problema en volver a pactar con ellos y a vender lo que haga falta para poder continuar como presidente si Feijóo no lograra ser investido. Pese a esto, no creo que en realidad sea su opción preferida.
Un Gobierno en manos del partido de Puigdemont, que con su radicalismo fue capaz de abandonar la presidencia de la Generalitat de Cataluña, no parece una opción demasiado apacible así que me barrunto que posiblemente le gustaría ir a una repetición electoral que le permitiera mejorar los resultados. Por supuesto, esto no lo va a admitir en público, porque sabe que el partido que sea percibido por la ciudadanía como el responsable de ello será penalizado en las urnas, como le pasó a Ciudadanos en 2019. Da igual que en la sede del PSOE gritaran «con Rivera no», da igual que Sánchez jamás le propusiera a Rivera pactar nada y lo ninguneara constantemente, da igual que los naranjas propusieran en septiembre de ese año un posible pacto de investidura: en el imaginario colectivo, todavía a día de hoy, el culpable de la repetición electoral fue Albert Rivera y eso acabó con su carrera política.
«Los socios de Gobierno no han penalizado electoralmente a Sánchez»
Y es que no podemos olvidar que Pedro Sánchez es un auténtico líder en eso de bloquear. En 2016, enrocado en su «no es no», acabó abandonando su acta porque su partido decidió permitir la investidura de Rajoy y en 2019 fue a la repetición electoral diciendo que no podría dormir con Podemos ocupando ministerios cuando, en realidad, a las poca horas de ganar los comicios ya tenían un acuerdo de Gobierno firmado, es decir, es más que probable que lo tuvieran preparado antes porque cuesta mucho creer que lo alcanzaran en semejante tiempo récord. En todo caso, vuelvo a repetir que los socios de Gobierno no han penalizado a Sánchez.
A esto hay que sumar una nefasta campaña del PP —en realidad, las campañas de todos los partidos han sido bastante malas— y a un Vox empeñados en espantar el voto y en dar miedo a la población en general censurando obras de teatro, quitando bancos y banderas arcoíris y prometiendo incendiar Cataluña. ¿Qué sentido tiene vetar la cultura o que las mujeres estemos en la playa cómo queramos? ¿Era necesario que un colectivo que a día de hoy sigue recibiendo insultos y agresiones se sintiera más desprotegido al quitar muestras de apoyo aunque sean meramente simbólicas como estas? ¿De verdad creen que los catalanes que tan mal lo hemos pasado en los últimos años, especialmente los que hemos dado la cara contra el separatismo en los peores momentos, tenemos ganas de volver a vivir en una Cataluña en llamas? Han conseguido dar pánico a gran parte de la sociedad española con actos como estos o poniendo en las presidencias de los parlamentos a los perfiles más radicales y ultramontanos que han encontrado.
Creo que la mayoría de los españoles nos sentiríamos más cómodo con grandes acuerdos de Estado en las cuestiones importantes como las pensiones, la disminución del paro, la mejora del sistema educativo o de la atención primaria y no estar permanentemente en manos de los partidos extremistas. Y, sobre todo, quizá va siendo hora de realizar una reforma electoral para evitar que la gobernabilidad de España acabe recayendo sobre aquellos que tienen como único fin acabar con nuestro país.
Coda. Decía Santa Teresa de Jesús que «se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas» y no podemos olvidar que en 2024 vienen los recortes pactados con Europa.