THE OBJECTIVE
Sonia Sierra

Contra la censura

«La libertad de expresión es uno de los pilares de la democracia. Así que sí, totalmente en contra de la censura. Pero siempre y no solo según te va en la feria»

Opinión
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Contra la censura

El cantante C. Tangana.

Numerosos artistas están compartiendo en sus redes el siguiente mensaje: «Las y los profesionales del mundo de la cultura denunciamos el retorno de la censura que está atentando contra la libertad de expresión, un derecho consolidado social y democráticamente en nuestra Constitución. Exigimos la protección de nuestros derechos fundamentales. Sin CULTURA no hay democracia». Muy bien, suscribo hasta las comas: la libertad de expresión es uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia. Eso sin contar que censurar a clásicos como Virginia Woolf o Lope de Vega es del género tonto y suele salir mal.

A todo esto, Juan José Millás se descolgó, todo campanudo, con un tuit en el que, parafraseando a Martin Niemöller, decía: «Primero vinieron a por Virginia Woolf, pero yo no era Virginia Woolf y no me preocupé. Luego vinieron a por Paco Bezerra, pero yo no era Paco Bezerra y no me preocupé. Luego vinieron a por la Seminci, pero no soy director de cine y no me preocupé. Luego, a por Lightyear, etc.» Y, oye, la cosa estaría la mar de bien si no fuera porque llega demasiado tarde, porque mucho antes de que sucedieran estos actos de censura –cada uno a cual más cutre y absurdo- en España ya se estaban produciendo cancelaciones violentas que, en algunos casos, llegaron a poner en riesgo la integridad física de personas. Y Juan José Millás no se preocupó porque no era ninguna de esas personas.

No era la psicóloga Carola López Moya, a la que quisieron multar con 120.000 euros y cinco años de inhabilitación, por decir algo tan obvio como que el sexo es inmutable, y no se preocupó. No era mi compañero Pablo de Lora cuando boicotearon un acto en la universidad Pompeu Fabra y le impidieron hablar un grupo de estudiantes apoyados por algunos profesores, y no se preocupó. No era Juana Gallego, a la que boicotearon sus clases en un máster de género que ella misma había creado y del que acabaron expulsándola, y no se preocupó. No era José Errasti y Marino Pérez Álvarez cuando quisieron quemar una librería de Barcelona donde presentaban su exitoso libro Nadie nace en un cuerpo equivocado, y no se preocupó. No era ni Silvia Carrasco y ni el resto de coautoras de La coeduación secuestrada cuando no pudieron firmar ejemplares en Sant Jordi porque no podían garantizar su seguridad, y no se preocupó.

«Elizabeth Duval pidió en un tuit hacer una lista de quienes expresan odio a la gente trans, para ajustar cuentas en el futuro»

¿Qué tienen en común todas estas personas? Ser profesionales con irreprochables trayectorias, pero que se han manifestado en contra de la ideología queer. Por cuestiones de espacio, he destacado solo los boicots y cancelaciones más destacados que han sufrido, pero son muchos más, como la censura en TV3 a Errasti y Carrasco.

Y todo esto cuando todavía no estaba en vigor la ley trans, que es una auténtica ley mordaza contra la libertad de expresión, presentada y votada por las fuerzas de izquierdas que están mostrando una auténtica pulsión censora. Solo hay que ver a quién ha escogido Yolanda Díaz como portavoz de «feminismos»: Elizabeth Duval escribió un tuit en el que se pedía hacer una lista de las personas que, según ella, expresan odio a la gente trans, para poder ajustar cuentas en el futuro. Muy a tope con la libertad de expresión, claro que sí. Eso sin contar la infinidad de declaraciones misóginas que tiene en su haber y sus insultos a Amelia Valcárcel y a Lidia Falcón. En este último caso, comparó al Partido Feminista con el Partido Falangista, pese a que Falcón fue torturada durante el franquismo por defender el feminismo.

Cuesta entender cómo puede ser portavoz de feminismos una persona que desprecia así el feminismo o cómo puede defender a las mujeres alguien que considera que serlo es «ocupar la posición de la dominada» y «convertirse en el objeto de deseo de los hombres». Imagínense por un momento que esto lo hubiera dicho alguien de Vox.

«En 2019, el ayuntamiento de Bilbao -en manos del PNV- canceló un concierto de C. Tangana ya programado»

Y es que sí, Vox ha censurado a artistas y esto es reprobable y pone los pelos de punta, porque significa un ataque a la libertad de expresión y también a la libertad creativa, tan necesaria para los artistas, pero es que antes de ellos ya se habían producido casos similares como cuando en 2019, el ayuntamiento de Bilbao -en manos del PNV- canceló un concierto de C. Tangana ya programado. Y no podemos perder de vista los señalamientos por parte de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias a varios periodistas o que el programa de Yolanda Díaz proponía regular la prensa como hacía Franco, aunque ante la alarma creada, lo han retirado. Pero ya han enseñado la patita.

Eso sin contar que en Cataluña llevamos años aguantando los vetos y la censura. La alcaldesa de Canet de Mar impidió que Cs pudiera poner una carpa informativa y cuando Inés Arrimadas y sus entonces compañeros fuimos a atender a los medios, bajó ella misma en persona para decir que allí no podíamos estar. Una alcaldesa queriendo echar de su municipio a unos representantes públicos para intentar impedir no solo la libertad de expresión, sino también la libre circulación.

Y no es el único caso. La entonces alcaldesa de Vic y hoy presidenta del Parlamento de Cataluña, Anna Erra, impidió también que Cs pudiera poner una carpa informativa y lo mismo hizo con Escuela de Todos, que pretendía recoger firmas para algo tan revolucionario como pedir que se cumpla la ley y las sentencias en Cataluña y los alumnos puedan recibir un 25% de clases en español. Y pensarán: casos aislados de independentistas radicales. Pues no. La alcaldesa socialista de L’Hospitalet de Llobregat puso todo tipo de impedimentos para que Escuela de Todos pudiera recoger firmas y sometió a esta asociación a una desesperante situación kafkiana. Y todo esto sin un mal manifiesto de apoyo que llevarse a la boca.

Así que, querido lectores, sí, totalmente en contra de la censura. Pero siempre y no solo según te va en la feria.

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