Voto inútil
«La victoria del PP, pese a unos datos espectaculares, es como esas victorias en el último partido de liga del equipo que ya está descendido a Segunda»
No voy a preguntar a ninguna empresa de encuestas cuál es la probabilidad de que ejerciendo el derecho a voto 24.743.612 españoles consigamos bloquear la gobernabilidad del país. Es verdad que cuando nos ponemos somos únicos. A pesar del lío organizado, el resultado del domingo aporta mucha información. La conclusión política más clara es que España regresa hacia el bipartidismo.
El Partido Popular (PP) ha ganado las elecciones creciendo en 47 escaños, pasando del 20,8% al 32,9%. Ha vencido en 40 de las 52 provincias y ciudades autónomas y ha logrado la mayoría absoluta en el Senado. Su victoria, con unos datos que pueden considerarse espectaculares, es como esas victorias en el último partido de liga del equipo que ya está descendido a Segunda. Muy contentos y muy inútil. Políticamente solo ha servido para que el peor PP pop se dé un bailecito ridículo, en un balcón con demasiada alegría y gente, para semejante resultado.
La única explicación que hay para la cara que el domingo se le quedó a media España es la frustración de las expectativas. Merece la pena profundizar en el origen de esas expectativas e interpretar cómo se llegó al resultado.
La campaña se inició después de la derrota aplastante que sufrió el sanchismo tras las elecciones municipales y autonómicas. Un éxito que favoreció la creación de grandes expectativas para las elecciones generales. Una situación que ha provocado una campaña electoral muy mala del Partido Popular, cuyo hito más torpe fue la cursi tontería del Verano Azul. Cada vez que aparece el PP pop el fracaso está garantizado.
«A la inutilidad del resultado del PP ha contribuido la pésima gestión de los pactos en los gobiernos autonómicos»
Bajo el paraguas de «derogar al sanchismo» no se ha sabido atacar lo concreto. Algunos ejemplos sueltos de barbaridades del presidente son: Marruecos, maletas de Delcy, indultos, derogación de delitos, la ministra Fiscal del Estado, el Tribunal Constitucional, Tezanos en el CIS… que se desdibujaban entre el ruido de la campaña. Y tampoco llegaron las propuestas ilusionantes de un nuevo modelo de gobierno. El relato de la campaña lo ha marcado el poder mediático del Gobierno y su necesidad de aclarar qué es ser socio de gobierno, para desvincularse de Bildu y ERC, o qué es mentir, para terminar instalando la idea de que el mentiroso es Alberto Núñez Feijóo. Con un par.
A la inutilidad del resultado ha contribuido de forma neta la pésima gestión —por la inexperiencia del PP y de Vox en esas circunstancias— de las negociaciones para los acuerdos y pactos en gobiernos autonómicos y ayuntamientos. No se puede hacer peor. Una bronca diaria propia de 13 del Rue del Percebe (Homenaje a F. Ibáñez) con luz y taquígrafos para airear los puntos más débiles de las dos fuerzas políticas. El minuto de oro de la indigencia e indignidad política ha sido la negociación del gobierno de Extremadura. Y también ha contribuido al batacazo el momento pinza del PSOE con Vox, votando juntos, para impedir en Murcia el gobierno del Partido Popular.
El último factor para la instalación social de las falsas expectativas han sido las más que equivocadas encuestas. La gran trampa del ficticio triunfo holgado del Partido Popular que, en la derecha, ha provocado una desmovilización inversamente proporcional a la super motivación de la izquierda para frenar el triunfo encuesteril de la derecha.
Otro dato que ha arrojado el resultado del domingo es que son muchos los millones de españoles que prefieren que les mientan con toda sinceridad a que Vox pueda formar parte de nada. Fuerte.
Las elecciones han sido todo un desastre para Vox. Si es grave la pérdida de 600.000 votos y 19 escaños, es mucho más grave que se ha convertido en un partido intrascendente. No sirve para apoyar la gobernabilidad. Es más, la impide. Además, se han quedado sin la capacidad política de recurrir las leyes ante el Tribunal Constitucional, así como de presentar mociones de censura. Lo único político que Vox sabía hacer.
Los partidos que no sirven para el fin político asignado socialmente tienden a la desaparición. Vox ha entrado en la senda de UPyD, Ciudadanos y Podemos. El partido al que peor le vendría la repetición de elecciones es, con mucho, al de Santi Abascal que podría darse un batacazo similar al de Ciudadanos en 2019.
«La remontada ha existido, pero a Sánchez le va a ser muy difícil gobernar»
Es noticia que Sánchez ha perdido las elecciones a pesar de crecer en votos y en dos escaños. Las convocó para ganar. Como todo en él es mentira, ha celebrado su segundo puesto como si hubiera cosechado una gran victoria. Su situación es precaria, pero ha salvado los muebles. Le ha salvado Cataluña. La remontada ha existido, pero le va a ser muy difícil gobernar. Está totalmente secuestrado por las exigencias de sus peores posibles aliados. La campaña le funcionó cuando dejó de ser el medio, paseando por los platós y estudios a los que había ninguneado, y regresó a los mítines con palmeros y a los programas felación.
Un gran problema para sus aspiraciones de gobierno son las elecciones autonómicas catalanas y vascas del 2024, al haber quedado ERC y PNV en tercera posición. Si hubieran sido segundos Sánchez lo tendrían hecho. La fórmula de ceder el gobierno autonómico al partido local más votado ya lo hizo el PSOE en 1984 con el PNV. Si hoy ofreciera esa fórmula, EH Bildu exigiría la lehendakaritza y Junts la presidencia de la Generalitat, además de la amnistía y el referéndum. Complicado, pero con Sánchez todo es posible.
Lo de Yolanda también ha sido un fracaso. Se creó para ser tercera fuerza y ha sido cuarta. Por una nada, pero cuarta. Pero también ella ha ganado. Ese conglomerado sólo sirve para el poder. Si no lo tocan se disuelven. Ione Belarra, una vez conseguida su acta, ya ha empezado las hostialidades denunciando el ninguneo a Podemos y la pérdida de escaños respecto a ellos. Podemos tiene cinco escaños incrustados en el conglomerado. Pablo Iglesias puede poner precio al apoyo a Sánchez. Y muy caro. Puede exigir que Irene Montero sea nombrada ministra. Iglesias puede ser el responsable de que Sánchez no pueda formar gobierno y tener que repetir elecciones. La izquierda es capaz de todo. No hay que olvidar el Tamayazo.
El domingo hemos visto cómo son España y los españoles. Qué gran capacidad colectiva de votar inútil. Probablemente tengamos que volver a demostrarlo en unas nuevas elecciones a finales de año. Ufffff y no es por el calor.