Los cuatro planes de Feijóo
El Partido Popular baraja hasta cuatro opciones diferentes para salir del atolladero en el que se ha metido España tras las elecciones del 23-J
Mucho se ha hablado durante los últimos días sobre el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo al frente del Partido Popular a raíz del último Liberalas de la temporada, el magnífico programa semanal que Esperanza Aguirre y Guadalupe Sánchez tienen en THE OBJECTIVE.
Aguirre y Sánchez analizaron los errores del PP durante la campaña electoral e incluso apuntaron el nombre de Isabel Díaz Ayuso como futura líder del partido. Hablaron, lógicamente, a título particular, y expresaron lo que muchos votantes y militantes populares piensan desde hace tiempo: que la presidenta madrileña es, hoy por hoy, uno de los grandes activos del PP.
La izquierda mediática ha aprovechado esas declaraciones para inventarse una especie de rebelión interna contra Feijóo, pero la realidad es bien diferente. Es indudable que el PP está en estado de shock tras unos resultados electorales que están muy por debajo de lo previsto. Y también es cierto que buena parte del partido está haciendo autocrítica, si bien en este punto hay dos corrientes: los que creen que la victoria no ha sido más amplia por culpa de haber pactado con Vox en algunas comunidades autónomas y los que, por el contrario, piensan, como Esperanza Aguirre, que la causa de los resultados del 23-J es haber comprado el marco mental del rival y haber demonizado a los de Santiago Abascal.
Pero el hecho de que se esté haciendo esa reflexión no quiere decir que ahora mismo estén pensando en sustituir a Feijóo. Más bien al contrario. Todo el mundo interpreta que, pese a que los números son difíciles, el gallego debe intentar por todos los medios ser presidente del Gobierno. Y su plan contempla cuatro maneras de lograrlo:
1.- Ser investido con la colaboración del Partido Socialista. Es, lógicamente, la opción más inviable, pero en el PP creen que ahora mismo es la solución de la que se debería estar hablando, porque es la única vía para desbloquear España sin que haya que pactar con los dos partidos de los extremos (que han recibido un revolcón importante en las urnas) o con los independentistas. Por eso Feijóo va a mantener hasta el final su intención de presentarse a una investidura y, por tanto, pedirá al Rey que le proponga para ello aunque no tenga a priori los votos necesarios. Y no sería la primera vez que eso ocurre, por mucho que se pueda generar cierto revuelo mediático. Cuando Rajoy declinó la invitación de Felipe VI en el año 2016, Sánchez aceptó ir a una investidura sin tener los apoyos, simplemente para que el reloj de la repetición electoral se pudiera poner en marcha.
En esta ocasión, en el PP consideran necesario que haya una investidura de Feijóo por dos motivos. Primero, para que el líder popular pueda hacer una oferta irrechazable al PSOE y que, si Sánchez la rechaza, todos los españoles vean el portazo. Y segundo, para que se ponga en marcha el plazo de dos meses para una nueva convocatoria electoral, y así presionar al PSOE, que tendría que acelerar al máximo si quiere sacar adelante su propia investidura. Tener que pactar con Carles Puigdemont contra el reloj quizás pueda ayudar a que descarrile esa negociación.
2.- Ser investido con el apoyo de Vox, Partido Nacionalista Vasco (PNV), Coalición Canaria (CC) y Unión del Pueblo Navarro (UPN). En el PP creen que esta opción sigue siendo posible a pesar de que tanto PNV como CC han puesto reparos a ir en el mismo lote que Vox. Feijóo intentará convencerles de que acepten un gobierno en solitario de los populares con un perfil eminentemente tecnocrático y poniendo el foco en la gestión económica.
3.- Forzar la repetición electoral. Si no sale adelante la investidura de Feijóo, ni con la abstención del PSOE ni con el apoyo de los minoritarios, el plan pasa por intentar torpedear la posible mayoría alternativa de Pedro Sánchez. Y eso fundamentalmente consiste en convencer al PNV de que vote en contra del Frankenstein II. No parece tarea fácil, sobre todo teniendo en cuenta que el PNV gobierna en el País Vasco con el apoyo de los socialistas, pero en Génova 13 están convencidos de que esta opción se puede forzar. Y para ello, como ha contado estos días THE OBJECTIVE, se va a intentar involucrar a los máximos ejecutivos de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y Repsol, Josu Jon Imaz, para que ejerzan su influencia en el entorno del partido vasco. Si el PNV votara en contra de la investidura de Sánchez, no podría salir elegido presidente aunque contase con el sí de Junts y habría que repetir las elecciones.
4.- Buscar una moción de censura con el PNV tras las elecciones vascas de 2024. En el caso de que finalmente Sánchez logre sacar adelante su investidura, el PP contempla un último cartucho. El 9 de junio se han de celebrar las elecciones autonómicas vascas y, si se confirman los sondeos, Bildu puede acabar siendo la fuerza más votada. Eso obligará automáticamente al PSOE a retratarse: o le entrega la presidencia a Arnaldo Otegi o se la arrebata mediante un pacto con el PNV. Cualquiera de las dos opciones rompería el bloque de apoyos en Madrid. Y si se da la primera opción, que es la que muchos sospechan en el PP, lo normal en ese caso es que Feijóo busque la complicidad del PNV para plantear una moción de censura contra Sánchez y que se puedan vengar del PSOE. Sería, de nuevo, con los teóricos votos de Vox, PNV, CC y UPN.
«Puede que España no sea como Madrid, pero tras el 23-J también ha quedado demostrado que España no es Galicia. Y eso exige una reflexión»
Por eso la cúpula del PP está convencida de que Feijóo debe resistir como jefe de la oposición al menos hasta el otoño de 2024, una vez que se haya aclarado el panorama tras los comicios vascos. Y su plan pasa por intentar las cuatro opciones anteriores o, como último recurso, esperar a que en algún momento el Frankenstein II salte por los aires, dado que se da por hecho que los recortes que impondrá Bruselas a España para ajustar el gasto público van a impedir a Sánchez tener una legislatura apacible. De hecho, puede que con tan endeble mayoría sea incapaz de aprobar las reformas exigidas por la Comisión Europea para seguir recibiendo fondos… y que eso le obligue a convocar elecciones en un espacio no muy largo de tiempo.
Pase lo que pase, Feijóo y su equipo seguirán adelante con la reflexión interna, porque es evidente que se han cometido errores. Durante meses confiaron ingenuamente en la victoria, presumieron de su habilidad innata para lograr mayorías absolutas (cuatro seguidas en Galicia, decían) y desecharon el modelo duro de Ayuso en Madrid repitiendo como un mantra la frase «España no es Madrid». Y seguramente esto último sea cierto, pero si algo ha quedado demostrado tras el 23-J es que España tampoco es Galicia, como muy bien sentenció Guadalupe Sánchez en ese Liberalas tan comentado esta semana. Por tanto, es obligado hacer cambios, porque con el plan A no se ha podido alcanzar el éxito, al menos de momento.